Pablo Silva “Estamos en un camino de profesionalización de todos los sectores del teatro independiente, eso es indudable”

Foto: Julieta Zeta

Pablo Silva es productor y director teatral. Hace unos 15 años la vida lo llevó al teatro, y luego de ocupar ese rol que nadie quiere ocupar -o que se va llenando de a puchitos- se montó el asunto al hombro y puso su propio kiosquito: Silva Producciones www.silva.com.ar . Con toda su buena onda, nos juntamos a que nos cuente un poco cómo funciona la cocina del teatro, cuáles son las tareas de la producción y por qué cuesta tanto que una obra de teatro funcione sin esa figura que organiza y soluciona cada detalle. Con éxitos como Los Invertidos, de Mariano Dossena, Quizás de Sol Pavéz o Chau Misterix de Virginia Lombardo, entre muchos otros, creemos que este hombre sabe de lo que habla y a más de uno le puede aclarar algunas ideas. Y no, ¡el productor no es simplemente el que pone la tarasca!

¿Cómo fue que te metiste en la producción teatral?

Como suele ocurrir, empecé un poco por casualidad, escribiendo, dirigiendo y al mismo tiempo -y como nadie quería hacerlo- produciendo mis propias obras (El Kaso Dora, Luca Vive). Una cosa llevó a la otra, algunos amigos me pidieron que produzca sus obras, luego otros, y así el año pasado llegamos a festejar con Espectros las 50 obras estrenadas.

¿Qué es la producción teatral?

Es el arte de coordinar todo el barco teatral… un lío, básicamente. Tratar de organizar todos los componentes y áreas que trabajan en vinculación directa o indirecta con el hecho artístico, que es llevar a escena una obra de teatro.

¿Cuáles son las tareas concretas de un productor teatral?

Trabajar con las distintas áreas en relación permanente con la dirección. Tener en claro que es el director quien marca el rumbo, y tratar de que él esté lo más cómodo posible en lo específico de su tarea. Si bien participa de la producción, lograr que este no sea el eje de su trabajo, ni tampoco que este trabajo lo saque de su eje que es la puesta en escena y dirección de la obra. Protegerlo de todos los sectores que convergen en él, y manejar cada uno de esos sectores.

¿Cuáles son esos sectores?

Vestuario, maquillaje, escenografía, iluminación, sonido, efectos etc. pero la idea es meterse en cada mundito dentro del sector. Entonces trabajamos con el vestuarista en el tema de cada detalle, del presupuesto, cómo organizarlo, resolver lo que haya que resolver en el área que sea; desde ir a comprar las telas, hasta ver si se consigue un canje, o ir a buscar a la casa de la abuela un deshabillé prestado, casi todo es lícito.

¿Qué alcance tiene la producción antes, durante y/o después del estreno?

Estamos en un camino de profesionalización de todos los sectores del teatro independiente, eso es indudable. Dentro de estos nuevos caminos, el área de producción es de las más nuevas. Y dentro de ello, la idea de trabajar con un productor, un productor ejecutivo, asistentes de producción, todavía puede resultar novedosa. Dentro de estos nuevos esquemas, la producción trabaja desde el minuto cero del inicio del proyecto, con un trabajo cuidadoso que es el del diseño de producción, intentar pensar con cuidado y lo mas extensamente posible: cómo es este proyecto -este barco teatral que quiero armar- cómo quiero que sea, cómo lo sueño, qué deseo, qué sería el éxito para mí, para este grupo, etc. Luego viene la etapa de concretarlo, una etapa de ensayos, y la ansiada salida del puerto: el estreno. De ahí en más se inicia la etapa de navegación: el post-estreno, que tiene más que ver con la venta, el marketing, la publicidad, la prensa, los críticos. Y, por último, las etapas posteriores: posibles giras, segundas o terceras temporadas, cambios, re-estrenos, reemplazos, nuevas estrategias de relanzamientos, ventas de funciones al exterior, festivales, etc.

¿Cómo se seleccionan las obras a producir?

No tenemos una fórmula. Diría que un poco es por intuición, por gusto personal sobre autores o directores, por compromisos afectivos, por amigos que te llegan con la carpeta y es difícil decirles que no, o simplemente por un tema económico. Muchas variables. Dentro de ese abanico, trato de mantener una línea de trabajo, de calidad, de talento y profesionalismo;  y creo que en general, lo vamos logrando… (risas). Pero también me equivoco y hago alguna que otra obra que no me deja contento… puede fallar.

¿Cómo se genera la inversión para una producción teatral?

Al estar el terreno tan fértil a tantas propuestas, los barcos teatrales tienen también muchos caminos para llegar a la inversión inicial. Nosotros producimos dos o tres obras al año, con producciones propias digamos, donde nosotros corremos el riesgo económico. Y participamos de otras cinco o seis donde el inversor puede ser un director, un autor, un actor, un mecenas, un sponsor –cosa más inusual- o simplemente una utópica cooperativa donde todos los trabajadores pongan una parte del dinero y retiren en el mismo orden. Todos coincidimos con que las pequeñas producciones, o algunas de ellas, viven un poco del estado, básicamente de Proteatro que subsidia alrededor de 350 obras anuales. Si bien el cobro es muy diferido, llega. Con lo cual, hay un inconveniente financiero, no económico, en producciones muy muy pequeñas.

¿Entonces, los subsidios son una manera de obtener producción?

Claro, más bien son una manera de recuperación que da el Estado a los artistas. En el caso de Proteatro -que desde hace varios años funciona muy bien, con algunos altibajos que en general no dependen de su oficina interna- casi todas las obras, cuyas carpetas han sido correctamente presentadas, tendrán, luego de un plazo de tiempo, un aporte, un subsidio, que llamo recupero pues siempre llega varios meses después del estreno. De las casi 500 obras que se estrenan anualmente en Buenos Aires, un 70% aproximadamente contará con este apoyo. Luego hay otros subsidios, el Instituto Nacional de Teatro, el Fondo Nacional de las Artes, la Ley de Mecenazgo, y algunos más. Claramente son un arma de doble filo: generan, pero también complican la actividad. Y también es muy difícil ponerse en el papel de decidir a quien sí y a quien no.

¿Se sabe con anticipación cuánto se va a gastar en una producción? ¿Cómo se manejan los imprevistos durante la etapa de ensayos?

El cálculo siempre es aproximado, para nosotros, un obra de cierta complejidad, hoy debería estar en el orden de los 40, 50 mil pesos. Cuanto más se pueda pensar e invertir tiempo en calcular todos los detalles, menos error habrá luego. Y pese a esto, en general nos manejamos con un error del 15%. Los imprevistos suelen ser previstos en cualquier barco teatral, hay que tratar de que nos cuesten lo menos posible.

¿Cuáles son los beneficios de que una obra tenga producción? (¿O cuál sería la diferencia si no la tiene?)

Y… bueno, en general si el que me llama no logra ver la diferencia, lo animo a que tenga su propia experiencia  y después me cuente… (risas). Yo creo que los beneficios de tener una persona, dos, o más encargadas de todo el tema producción, son muy claros. Desde la coordinación de las diferentes áreas, los trámites, los subsidios, hasta no tener que manejar el dinero ni las mil negociaciones que vienen con él. Y sobre todo, la posibilidad de ver la gestalt -esa totalidad del dibujo- que desde afuera siempre se ve con más claridad.

¿Por qué hay más necesidad de tener una estructura/plan de producción hoy en día, a diferencia de hace diez o veinte años?

Es posible que se deba a una profesionalización de todas las áreas del teatro independiente. Antes, muchos de los rubros técnico-artísticos lo manejaban los directores, o sus asistentes, o sus familiares. Hoy es medio impensable en un proyecto independiente pero profesional, no tener un diseñador gráfico, un escenógrafo, o alguien que diseñe las luces. También se debe a un crecimiento de salas, de grupos, de líderes teatrales, de maestros; todo aumenta cuantitativamente, por lo tanto todo el sistema empieza a perfeccionarse y a cambiar. Algunos lo ven mas claro, otros prefieren mantenerse con los viejos libros…

¿Qué opinión te merece la cartelera porteña actual?

Creo que la cartelera de Buenos Aires es muy variada y extremadamente rica en su diversidad de formatos, que la sitúan, sin dudas, entre las más potentes del mundo. Con actores y directores de gran calidad en todos los sectores: desde lo comercial y lo oficial, hasta el vasto sector independiente, todos muestran grandes talentos y muy buenas obras. En detalle, quizás los autores tengan alguna deuda (especialmente en lo comercial, el autor nacional brilla por su ausencia, salvo honrosas excepciones), y hay muchas explicaciones para esto, entre ellas, la del boom de los directores-autores, y otras.

Acceso para Farsos

Si ya sos usuario ingresa, sino hace click y registrate.