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Janequeo es una heroína mapuche que tal vez no haya existido. Su leyenda, por el contrario, existe y es el puntapié de la nueva creación del dramaturgo Juan Isola, el fundador de Grupo Mínimo. La presentación de la obra es escueta pero certera: “Conoceremos una verdad con encanto doloroso”.

La obra es gritona. Pero no es un griterío gratuito, no busca aturdir en vez de buscar sentido. Los alaridos, los golpes, todo el bochinche es una desmesura necesaria para contar esta historia. El repertorio de ruidos que usamos para comunicarnos sin lenguaje es la única manera de contar una historia donde la lucha no es por el nombre que le damos a las cosas sino por el acto de nombrar en sí mismo.

Janequeo es una india que se rebela contra los invasores españoles. Su relación con los colonizadores no es uniformemente mala: obtiene de ellos placer y dolor en partes iguales. Pero cuando el lenguaje entra en escena ella puede ser nombrada de una sola forma: enemiga. Ser enemiga significa que debe ser reducida, sometida, destruida incluso.

El humor de la obra tiene el sello de Grupo Mínimo, chancho y ganchero, de una energía exacerbada. El vestuario es un buen índice de eso: los indios, vestidos con un body color piel, tienen enganchado del pubis conchas y/o pijas de algodón que constantemente se caen y tienen que volver a enganchar cuando cogen entre ellos o se cogen a los españoles, en una suerte de chingada en reverso.

Janequeo podría ser solo esto y ya sería un montón: graciosísima, intensa y rara. Pero sucumbe a la tentación de pensarse a sí misma también, en un gesto que la liga con otra comedia sobre una colonización, La tempestad. En Janequeo, como en su antecedente shakespeareano, toda representación es manipulación, como indica la obra-dentro-de-la-obra que representan los colonos para capturar a Janequeo. Al final de la obra, ella nos dice que “quien esconde la verdad no hace otra cosa que exponerla”. El teatro que realza su propio artificio, hace justamente lo contrario: al exponer su verdad esconde otra cosa. Podríamos aplicar al teatro, entonces, lo que David Foster Wallace dijo acerca de la televisión en los noventa: “La televisión ha llegado a ser capaz de captar y neutralizar cualquier intento de cambiar o incluso de protestar contra las actitudes de malestar y cinismo pasivo que la televisión exige a la audiencia”. Así de cínicos y pasivos nos sentimos cuando termina Janequeo y los actores y el decorado se desvanecen y nos quedamos sosteniendo, efectivamente, “una verdad con encanto doloroso”.

Ficha técnico artística

Dramaturgia: Juan Isola

Actúan: Delfina Colombo, Emanuel D’Aloisio, Gogó Maldino, Facundo Livio Mejías, Eugenio Tourn

Iluminación: Juan Isola

Ilustraciones: Ben Cattan

Diseño de arte: Julieta Sanchez Aragone

Realización de vestuario: Natalia Alayon Bustamante, Luciana Freccero, Camila Segovia

Asistencia de dirección: Candela Font

Colaboración artística: Micaela Lillintal

Dirección: Juan Isola

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