Las patas en las fuentes es un unipersonal pensado a partir del poema homónimo maldito escrito por el poeta maldito Leónidas Lamborghini. Es maldito porque nadie lo entiende: con sus yuxtaposiciones, encabalgamientos e intertextualidades, puso en discusión la forma y el tono de la poesía de la generación anterior e inició una discusión central acerca de qué puede ser poetizado.
El poema maldito tiene su condición maldita y el poeta es un escritor maldito porque configura una voz inesperada, desde un lugar casi imposible. La voz poética es muchas voces y está interceptada por el gaucho matrero a quien, en el país en donde había tenido todo, el gobierno le saca todo. También por el cadáver de la nación, ese que no muere, que es robado y es devuelto y es territorio de negociaciones; por el basural en donde fueron fusilados menos uno, otro muerto que habla.
El poema maldito presenta dificultades, pero aloja una belleza extrema. Dicha belleza es develada por la interpretación de Osmar Núñez. El actor pone de sus fantasmas, fantasías y emociones para darle vida, calor y matices a esta pieza encriptada, maldita. De alguna manera, lo traduce para el público, devolviéndonos así una experiencia que habla de nuestra identidad y de nuestro pasado: glorioso y fatídico. Que habla de cuando fuimos grandes y, también, de cuando el pueblo bombardeó a su pueblo.
Las patas en las fuentes es un poema maldito de un escritor maldito y a quien se le haya ocurrido semejante hazaña de retransitarlo, releerlo y ponerlo es acción es un genio maldito, también. Este texto viene a decirnos algo así como que la poesía es ese espacio imposible recorrido por las voces de lo que no puede ser dicho. Es el espacio inconcluso donde los tiempos confluyen y conviven, el tiempo del presente y del pasado y del afuera que va hacia adentro: del país, de la calle, de la fábrica, de los hogares obreros. Es el poema donde el poeta no tiene voz propia ni habla para el pueblo. Más bien, tiene una voz impropia que desidealiza su propia figura. Donde haya una dificultad, una referencia imbricada, un verso superpuesto, habrá ternura, comprensión, matices de sentido logrados por un cuerpo en escena, presencia total y entrega. Trabajo en equipo, cien por ciento argentino, de Osmar Núñez y Fedra García.
Es así que en esta obra, a partir de un solo intérprete y pocos elementos, los obreros ahora pobres, los desocupados, los perseguidos, los que no tienen voz, aparecen diciendo que pueden tener voz en un poema, en un poema que se trata de la falta de voz: de la épica vencida, del dolor de la resistencia, de la avanzada libertadora, del silencio. A pesar de eso, las imágenes poéticas que aparecen en el texto son las de trabajadores que llenan formularios para conseguir un puesto en una fábrica, que piden ropa para poder presentarse al día siguiente, que recuerdan cómo se apiñaban en la plaza o cómo la maestra les decía “Evita te ama”.
Alerta paradoja: en el país de los silenciados, en el poema de la falta de voz, se superpueblan los versos de gentes que conocen una mejor versión del pasado y que, organizando la tristeza, encontrarán señales para la construcción del futuro.
Ficha técnico artística
Autoría: Leónidas Lamborghini
Actúan: Osmar Nuñez
Diseño de vestuario: Paula Molina
Diseño de luces: Marco Pastorino
Música original: Gustavo García Mendy
Fotografía: Nestor Barbitta
Diseño gráfico: Laura Rovito
Asistencia general: Cintia Miraglia
Asistencia técnica: Andrea Giglio
Producción: Alejandra Garcia
Dirección: Analía Fedra García- Fedra
Registro Visual: Ximena Talento