Orilladas por una tragedia en común, tres hermanas deben suspender sus vidas y encerrarse en la sala de espera de un hospital donde su madre fue internada de emergencia. Ese espacio impersonal y aséptico se convierte en un punto de encuentro forzado; una cámara de eco familiar donde los viejos rencores se actualizan y los secretos no tienen adónde huir.
Eva, la mayor, se hizo cargo del negocio familiar de reparación de electrodomésticos desde que el padre murió. Sandra, la del medio, lleva a su pareja y a su ansiedad a todos lados, y Viviana, la más joven, nos narra, fiel a su profesión de guionista, esta historia.
Al igual que ellas, el hospital donde están también está en quiebra y reparación, por lo que se alquila como set de filmación. Así que, en paralelo a sus roles de hijas y hermanas, por momentos también pasan a ser extras de una película de terror. La entrada a una filmación clase b se vuelve, entonces, una salida de su propia trama, una escapatoria a otra realidad, una donde no están a la espera de si su madre va a sobrevivir o no. Pero incluso dentro de la trama donde esperan en sillas de plástico esa noticia decisiva, la obra se sirve de elementos de distintos géneros, proponiendo otros lugares para mirar la tragedia. Como un prisma que va rotando entre el melodrama y la comedia, esa vida que pende de un hilo puede también evocar risas, complicidades o absurdos.
Esto se logra también a través de los personajes que se cruzan en sus vidas para anclarlas nuevamente al presente e incluso al deseo. Una enfermera, Nelly, quien no se escandaliza con nada, habituada a las escenas tensas de quienes esperan una respuesta, se mezcla en la vida familiar de los otros cuatro, a la vez que es emisaria, puente o businesswoman para la película. Una chica perdida en tiempo y espacio, Ximena, merodea por el hospital ficcional, recordándonos que todo vacío es llenado con pasado, deseo o fantasía. También está el asistente de producción que, como sólo tiene cabeza para la película, parece olvidarse de que los muertos invaden la tierra y que, al igual que en el género terror, llenan salas de hospicios y modifican el curso de los acontecimientos.
El escenario recrea, con una serie de biombos bien dispuestos, la frialdad y la intimidad imaginaria de un hospital en donde el tiempo, la espera y las experiencias de sus participantes hacen de esta una historia compartida. “Lo están desmantelando”, se anuncia varias veces, y lo que siente es que todo se cae a pedazos y a la vez se sostiene. Y en territorio tambaleante, las actuaciones logran, con humor y destreza, recrear la familiaridad de las dinámicas que vuelven a ponerse en juego ante una tragedia. De cualquier manera, nadie sufre tanto como podríamos imaginar, abriendo la puerta a otras posibilidades de encarar la adversidad.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Federico Olivera
Actúan: Fernanda Bercovich, Fabiana Brandan, Fiorella Cominetti, Lautaro Murúa, Fernanda Pérez Bodria, Catalina Piotti, Santiago Zapata
Vestuario: Soledad Cancela
Escenografía: Natalia Byrne, Ezequiel Galeano
Iluminación: Matías Sendón
Diseño sonoro: Edgardo Fernandez
Redes Sociales: Central El Agite
Realización de vestuario: Jorge Maselli
Video: Tupac Larriera
Música: Federico Olivera
Fotografía: Tupac Larriera
Diseño gráfico: Ana Lumerman
Asistencia de vestuario: Josefina Vecchietti
Asistencia de dirección: Luciana Castelloni, Abril Tula
Prensa: Carolina Alfonso
Producción: Fabiana Brandan
Dirección: Federico Olivera