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Una oda a la amistad

Hace un tiempo, mi tío recibió su diploma de Diseñador de Interiores. Durante la entrega y en el posterior festejo, vi a sus amigos acompañando con su mismo entusiasmo el logro obtenido. Amigos distintos, de otros ámbitos, incluso con otros intereses. En ese momento recuerdo haber pensado en cómo las amistades que tenemos hablan de nosotros mismos y de los distintos universos en los que nos hemos aventurado durante la vida. Los amigos pueden ser una manera bastante fehaciente de conocer a una persona y es a través de ellos que entramos a La Fuerza de la Gravedad, obra en la que una persona, en este caso Martín Flores Cárdenas, se narra a sí mismo a través de anécdotas y reflexiones sobre sus amistades. Para esto, cede sus palabras a su amiga – actriz (Laura López Moyano) con quien parece haber estado distanciado un tiempo. La obra es, en sus entrañas, un acto de acercamiento.

A través de la lectura que hace López Moyano de las palabras de Cárdenas, ambos se constituyen como sujetos. Que alguien nos preste su mirada en el mundo es una condición sine-qua-non para existir y este es el rol que ocupan los amigos, personas que se nos unen de forma azarosa, muchas veces circunstancial, y con quienes generamos una comunidad, aunque muchas veces no tengamos tantas cosas en común.

En esta obra es la mirada de Cárdenas la que organiza la constelación de personas en el mundo y la acción directa que ellas tienen sobre él. El autor cita la teoría que da título a la obra para analizar una de las formas más particulares y únicas de vinculación que inventó el ser humano para subsistir, gestionar la inevitable soledad que lo atraviesa e intentar explicarse a sí mismo y a lo que lo rodea.

 Así como dos cuerpos se atraen inevitablemente a una distancia considerable gracias a la fuerza de la gravedad, Cárdenas actúa sobre López Moyano desde la distancia. Su cuerpo no interviene y sus palabras se mezclan, a priori, inocentes en la boca de la actriz. Esta distancia es la que encuentra el autor para generar una atracción entre esos cuerpos que han dejado de jugar juntos, se han ido a explorar otros universos y ahora se encuentran aquí, nuevamente, como en una especie de experimento que busca entender cómo funciona esa estrategia universal a través de la cual podemos volver a acercarnos a alguien. La fuerza de la Gravedad disfraza este objetivo de múltiples anécdotas y se desnuda hacia el final en forma de otra pregunta: ¿cómo decirle a un amigo aquellas cosas que no nos animamos a decirle?

A medida que avanza la obra, el texto resuena en nosotros, en nuestras propias constelaciones de amigos y en la actriz, que se autopercibe a través de la mirada de Cárdenas quedando también expuesta a que el texto hable de ella y cuente cosas que tal vez ella no contaría sobre sí misma. El texto original, según el mismo autor, se probó primero en una reunión con amigos. La obra emula el mismo clima haciéndonos parte de ese momento; una cocina y una mesa delimitan el “happening” donde Cárdenas habla sin tapujos sobre sus amistades y nosotros reflexionamos sobre las propias.

Así como en No hay banda, el autor vuelve a desplegar su universo interior en escena e invita nada más ni nada menos que a López Moyano a aventurarse en sus confines como una astronauta en tierra desconocida que se encuentra con alguien distinto y decide llamarlo “amigo”. Laura recorre esa extensión desde la ternura con la que tiñe sus trabajos más íntimos y produce ese efecto único en el teatro: no querer dejar de mirar ni de escuchar.

Abandonamos Casa Teatro Estudio con la sensación de haber visto una vida singular siendo atravesada por la amistad. Una vez más, el teatro cumple una función vital, en este caso, la de pensar activamente en cómo nos acercamos a les demás. Para esto, Cárdenas se vale del lenguaje del universo y nos arroja, más que una definición, una pregunta sobre la amistad y lo que provoca en nosotros; una pregunta sobre la energía que se halla contenida en el exacto momento en el que un extraño intercambia figuritas en un recreo y otro extraño se acerca y le dice: “¿querés ser mi amigo?”.

Ficha técnico artística

Dirección: Martín Flores Cárdenas

Dramaturgia: Martín Flores Cárdenas

Intérprete: Laura López Moyano

Diseño de espacio: Ruslan Alastair Silva

Música: Martín Flores Cárdenas

Diseño de iluminación: Matías Sendón

Colaboración en vestuario: Lara Sol Gaudini

Producción ejecutiva: Valeria Casielles

Producción general: Casa Teatro Estudio

Colaboración en textos: Tomás Masariche

Colaboración musical: Maga Clavijo

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