Reseña
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A pocos meses de la muerte de Eva Perón y con el profundo pesar que les genera, Liborio y Alicia organizan un almuerzo que tiene como objetivo la celebración del compromiso de una de sus hijas con un italiano anarquista. Aún no llega la otra parte de la familia que está invitada pero se percibe su próxima presencia por el encorsetamiento de quienes los esperan. Es que, además de nosotras, quienes asisten al almuerzo son gente por demás importante: se trata de Alberto, hermano de Liborio y futuro gobernador con su esposa, una Álzaga Unzué, perteneciente a aquel sector inalcanzable de la población que llega con sus hijos educados en Europa. La importancia de su presencia no solo reside en el aura de “gente bien” y todo lo que de ella emana sino en lo que significa para esta familia el reencuentro: la posibilidad de salvar la casa de una deuda extravagante que ha tomado Liborio.

En esta obra, la mesa es el campo de batalla en el que se erigen alianzas y se negocian los ataques. Los vínculos varían de acuerdo a los intereses puestos en juego y las apariencias se sostienen al punto de ocultar la propia ideología. Los espectadores asistimos entre carne cortada a cuchillo y alcohol a la tensión que se desprende de esta mesa en donde todo lo accesorio sirve para defender la propia idea de país: prendedores con la cara de Evita, danzas rudimentarias aprendidas en Europa, chicanas en un perfecto inglés y algunos versículos mal recordados de la Biblia son los elementos con los que estas personas darán la batalla por defender el tipo de patria en la que cada uno cree.

En la polaridad de la guerra aparece una zona ignorada y, por lo tanto, más libre: la de los excluidos, aquellos que por alguna razón permanecen en la periferia de la familia y que, por lo tanto, no cargan con el peso de sostener ninguna apariencia. Las melodías que escuchamos atrás nuestro son ejecutadas por Elsita, una vecina amiga de la familia que se dedica todo el rato a tocar el piano y a tensar aún más la situación tanto con escucha atenta como con palabras que comprometen el estado de tregua. Una excluida más, la hermana de la prometida e hija de la familia peronista, llega para enrostrar su propia verdad casi al final de la velada. Sostener las apariencias se vuelve una tarea acrobática cuando ella propone permanecer excluida con tal de lograr pagar la deuda que la familia tiene sin tener que seguir soportando las rebajas constantes de sus visitas.

En la tensión entre lo que fue y lo que vendrá, se encuentra el presente. El acto de comer nos ancla al acontecimiento desde un incómodo y revelador “medio” en el espacio, para que veamos la grieta desplegarse en todo su esplendor: comentarios dichos por lo bajo, pedidos expresos para negociar la calma y la construcción de un estado de cosas paralelo a la realidad mediante comentarios ajenos que nos muestran cómo la política se enfrentó desde siempre a las fake news.

El poder para unos pocos como forma de resguardar los intereses de una nación y la patria con el otro conforman los dos fuertes en donde se resguardará cada integrante, de acuerdo convenga. La obra muestra que esta discusión acompaña generaciones, estratos sociales y momentos de la vida tan distintos como actuales.

La dirección de Bernardo Cappa basa su estrategia en construir los vínculos con firmeza, aún aquellos que se trazan en la oposición. Estos vínculos son el sostén del texto y de la tensión que sobrevuela permanentemente la situación, generando la comicidad. Los hilos se tiran hasta el límite y, aún cuando alguien abandona la escena, nunca dejan de estar enlazados y repercutir en quienes quedan adentro.

Un almuerzo argentino convierte Hasta Trilce en casa y restaurante a la vez que escenario en el que resuenan las grietas sin tiempo. La tensión entre identidad e intereses define a esta familia que se convierte en retrato de la sociedad toda. En esta obra, la comida es el canal por el que saboreamos las contradicciones que nos definen y la familia es donde recibimos los ojos para mirar de uno u otro lado de la cosa. Hacia el final, parecería que lo único que queda para escapar de la polaridad y sus chicanas es realizar un acto de rebeldía contra la propia identidad política: salir al mundo para probarse una nueva o toparse, sin quererlo, con una versión muy adornada y sospechosamente similar a la anterior.

Ficha técnico artística

Dirección: Bernardo Cappa

Dramaturgia: Bernardo Cappa

Actúan: Rocío Ambrosoni, Trinidad Asensio, Gabriela Dey, Amilcar Ferrero, Pablo Fetis, Yamila Gallione, Franco Genovese, Federico Lozano, Melisa Omill, Guillermo Osuna, Horacio Pucheta, Lucia Rossi

Asistencia de dirección: Franco Baltasar

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