“Yo hago policía
Hago policía para que el lenguaje brille.
Hago policía para hacer sonar fuerte la pequeña voz del mundo.
Hago policía para explicar los misterios del mundo.
Hago policía para inventar otros mundos.
Yo hago policía para cambiar la realidad
Hago policía pa que la realidad se me parezca a mi policía”
Ignacio Bartolone – La piel del poema
El humor es una alquimia tan difícil como noble. El humor que genera carcajadas, el que hace batir las tripas. El humor popular que nace al parecer de todos lados, ese que anida en refranes y cargadas y del que nadie se hace cargo porque es de todos pero nadie lo inventó, es el más impredecible. Los lugares comunes suelen saber mucho de prejuicios, muchas veces, de violencia simbólica y de exclusión.
Ph. Fer de Blas
Y en La piel del poema la gente ríe a mandíbula batiente. Ríe de que a Elías Mamerto Gómez “le truene la reversa”, del rosario de sinónimos posibles para nombrar una lesbiana. Y sin embargo la poesía sale victoriosa en la tarea de hacernos reír de lo que aprendimos a reírnos, y a su vez fuera del quicio de los prejuicios que estigmatizan al Otro como objeto del chiste.
Dos amigas que un domingo de luna lobezna en Corrientes esquivan la tradicional tertulia de la YPF para fumarse un charuto a orillas del río. La geografía es la primera mirada al sesgo de esta pieza del dramaturgo porteño, y su elección no es fortuita cuando nos adentramos en la reflexión sobre el género que propone. Cuando la tensión libidinal entre ambas llega a su punto más alto, Elías Mamerto, espíritu errante, la quiebra con un secuestro que busca un compromiso amoroso en diferido. Es el momento de entrada en acción de dos prefectos: el oficial Corvo abandona entonces su tutorial de audio-poesía (perlita de la obra) y se une a su Comisario en la búsqueda de la mujer raptada. Los muy buenos trabajos de los cinco actores hacen equilibrio todo el tiempo en el borde paródico del realismo, dan vida a la música litoraleña de la dramaturgia y cautivan al público volviéndolo cómplice (tan cómplice que puede incluso terminar empatizando con un policía).
La escenografía y el vestuario se sirven de lo que podríamos llamar “costumbrismo-pop” para construir hermosamente este mundo extraño y conocido, coronado con un empleo poético de la iluminación que da en la tecla de la atmósfera mágica y enrarecida de estos parajes y estas parejas, que no lo son. Porque en La piel del poema la complementariedad heteronormativa no aplica: los sujetos que se vuelven objetos del amor van mudando de piel como yarará y en el juego textual acaban persiguiéndose unos a otros, en algunos casos sin distinción de género (como en el secuestro de la Pajarita), en una versión queer de comedia de enredos. Con un derrotero rizomático un poco indigesto para los sommeliers de la estructura dramática tradicional, este neosainete desquiciado no tiene final feliz porque busca emular, en ese plano sí, a la vida, donde los finales no son ordenados ni límpidos sino posibilidades de nuevos comienzos.
Desde una reflexión jocosamente poética la obra retoma las construcciones de nuestro imaginario social para pegarles una lavada de cara, y sigue preguntándose sobre el sentido de nuestra identidad, nacional y de género, desde una poesía que se descentra geográfica y hermenéuticamente, y que se atreve a cuestionarse porque reconoce su valor en mirar de refilón. En poner un nada que ver al lado de otro nada que ver. Para ver.
Ficha Técnico-artística
Dirección: Ignacio Bartolone
Dramaturgia : Ignacio Bartolone
Actúan: Karina Elsztein, Luciano Ricio, Ariel Perez de María, Malena Schnitzer, Manuel Attwell
Música en vivo: Franco Calluso
Vestuario y Escenografía: Paola Delgado
Iluminación: Claudio Del Bianco
Coreografía: Carolina Borca
Asistencia de dirección: Mercedes Vivacqua
Producción: Malena Schnitzer , Mariu Lombardi
Asistencia técnica: José María Gómez
CENTRO CULTURAL RECOLETA
Teléfonos: 4803-1040