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Uno de los sucesos del teatro independiente transita su cuarta temporada a sala llena y su autora y directora se ubica entre lo más destacado de lo nuevo.

Victoria Hladilo ya era una revelación en el campo actoral (Arlequín, servidor de dos patrones, La mujer que al amor no se asoma, en teatro; Historias extraordinarias, Barroco, en cine) cuando decidió estrenar La sala roja, primera incursión como escritora, directora y actriz de la misma pieza teatral. En La culpa de nada, su segunda obra, confirma todo lo bueno que había hecho y da un paso más: su escritura gana en madurez y, en sintonía con los tiempos, se sirve de una fiesta sorpresa entre amigos para meterse de lleno en el nuevo paradigma social, político y cultural de la cuestión de género.

En algún punto unidas, La sala roja y La culpa de nada conforman una suerte de díptico familiar: si en la primera había ironía sobre las reuniones de padres en el ámbito escolar; en la segunda, aparece la hipocresía y las miserias de la vida en pareja. De fisonomía pinteriana, ambientada en un living de departamento de un matrimonio joven de clase media, con un hijo recién nacido que duerme en una de las habitaciones, en La culpa… Andrea (Julieta Petruchi) decide invitar a los amigos y amigas de Mariano (Manuel Vignau), su marido, para una fiesta sorpresa a propósito del cumpleaños de él.

Allí aparecerán Nicolás (Mariano Farrán) y su esposa Luciana (Sabrina Lara), Tana (Victoria Hladilo) y Gastón (Julián Doregger). La ausencia de Mariano funciona como línea directriz de la obra, que condena a Andrea a una existencia mezquina y gris, contagiando a los demás personajes. Su llegada está muy bien lograda, primero porque dispara los micromachismos en las acciones y los parlamentos; y segundo, porque pone la obra patas para arriba.

La relación entre los tres amigos es asimétrica: mientras Mariano y Nicolás viven un viaje de egresados mental y permanente, Gastón se erige como la fuente de reserva moral que queda dentro de ese departamento. No hay caricaturización, pero sí un conjunto de códigos atribuibles a un determinado modo de ser del hombre: es un grupo más o menos homogéneo con gustos similares por el fútbol, las fiestas y las mujeres (en un pasado reciente, una supuesta orgía entre ellos y la Tana en el sur, es otro de los disparadores del drama).

Lo medular en La culpa de nada (que obtuvo una primera mención de honor del premio ARTEI) es exponer lo hipócrita de una sociedad, sin distinción de géneros. Muy bien Mariano Ferrán y Sabrina Lara en sus roles, Hladilo compone a una italiana picante que junto a Julieta Petruchi se llevan la obra.

Ficha técnico artística

Dramaturgia y dirección: Victoria Hladilo

Actuación:Leonardo Azamor, Victoria Hladilo, Sabrina Lara, Julieta Petruchi, Leonardo Saggese, Manuel Vignau

Escenografía: Magalí Acha

Diseño de luces: Magalí Acha y Esteban Perroud

Diseño sonoro: Damián Turkieh

Vestuario: Laura Staffolani

Música original: Gabriel Chwojnik

Fotografía: Phototeatro, Luis Abadi

Diseño gráfico: Trineo, Sabrina Lara

Asistencia técnica: Natalia Rodriguez

Coreografía: Margarita Molfino

Asistencia de dirección: Mercedes Quinteros, Julieta Dobidenko,

Prensa: Ezequiel Hara Duck

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