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La propuesta del Proyecto Pruebas es realizar y compartir a la comunidad sus crónicas de búsqueda. La Compañía Buenos Aires Escénica dirigida por Matías Feldman es uno de los rayos que hoy atraviesan las dos máscaras del teatro. Un rayo de personas que no pueden o no quieren separarse de esta cadena productiva que nos vuelve máquinas. Por lo menos no sin antes desempolvar los anaqueles de nuestra propia historia y técnica, producir una nueva fila de piezas de dominó, y tirar una para que caiga consecutivamente la otra y la otra y “una cosa, al lado de otra cosa, al lado de otra cosa”.  Quizás un buen día la fila se arme con tal entusiasmo que estemos todos de acuerdo, y caigamos sobre el paraíso. “Dale puto, saltá, ¿todo bien? Sí”.

Desde una oficina que ya no tiene cubículos la Prueba 5 pone en crisis la identidad y la solvencia. Es decir, lo que pasa cuando todo se vuelve espacio común, cuando las jerarquías se invisibilizan, el día y la noche son indistintos y los compañeros de trabajo no conocen el objetivo de la empresa. El violento ritmo que hoy designa un estilo de vida por medio del smart phone cede la sensibilidad a lo inmediato, y genera pensamientos informáticos para decodificar la realidad, indiferentes a la realidad. Los viejos por más que intenten seguir el ritmo quedan relegados al vacío virtual, aun cuando cuentan con la codiciada disponibilidad al cien por ciento. El amor se vuelve desgarradoramente binario, adjudicando la propiedad espiritual al primero que vio y gustó.

La carrera es imparable. Si el ritmo es lento el público empieza a toser. Si el ritmo protagoniza la escena, la historia se pierde. El ritmo no está solamente dentro de una canción, pero siempre está sonando. La atención en el ritmo se puede subir y bajar para descubrir sus múltiples variantes, pero los decibeles no son intercambiables, en definitiva, cada cual elige su propio camino rítmico.

En particular un monólogo que encara ¿y suscribe? Juliana Muras condensa el planteamiento en cuestión de la Prueba 5: El ritmo.  ¿Esto va a ser así para siempre? ¿La búsqueda o la espera son los únicos caminos al final? ¿El final es interminable? Leves preguntas que tienen sentido solo dando por sentado que estaríamos estando en el final. ¿Final de…? ¿Una sociedad con conciencia de…? Ahora que ya sabemos qué es el capital, ¿qué hago yo acá, en medio de la rutina, yo soy solamente una rutina? ¿Y hasta cuando se pueden seguir repitiendo los mismos gags?  Y si no podemos terminar, ¿podremos hacer que sea placentero? La gracia y desesperación que produce el realismo es lo que origina el teatro y su conflicto irresoluble. ¿Podrá entonces el teatro llevar ese conflicto más allá de sí mismo? ¿Podremos doblegar el espíritu hacia un acontecimiento que nos exceda?

Igual no es una Obra. Tenían ganas de probar y lo están haciendo con grandes saltos al vacío. Asado a la parrilla, parrilla al escalón. Tres apagones por principio y por default. Prueba 1, 2, 3, 4, probar. Quinta prueba. Entonces un recreo de nosotros regresa con las pruebas que nos dan de probar. Seguramente, cada cual se lleve sus propias preguntas y  sus propias aproximaciones de respuestas. Lo que sí, este fenómeno no es único, ni aislado, ni copiado. Algunos están haciendo mas anchas nuestras mentes, enhorabuena que la oferta teatral porteña es culminante.

 

 

Ficha técnico artística

Dirección, Composición, Autoría y Dramaturgia: Matías Feldman

Actuación: Guillermo Angelelli, Maitina De Marco, Juliana Muras, Ariel Perez De Maria, Matthieu Perpoint, Paula Pichersky, María Zubiri

Vestuario: Lara Sol Gaudini

Escenografía: Cecilia Zuvialde

Iluminación: Matías Sendón

Asistencia artística: Juan Francisco Reato

Asistencia de escenografía: Julieta Italiano

Producción: Melisa Santoro

Colaboración musical: Nicolás Varchausky

Dramaturgista: Juan Francisco Dasso

Colaboración coreográfica: Rakhal Herrero

 

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