Todo comenzó allá por 1998, cuando Yorkey y Kitt presentaron un sketch musical de 10 minutos para un workshop sobre una mujer con un trastorno bipolar que recibía terapia de electroshock y el impacto que ésto tenía en su familia, bautizado Feeling Electric. La pieza, que criticaba duramente la terapia recibida, fue creciendo hasta convertirse en un musical completo en 2002. Hacia 2008, luego de su estreno en el Off-Broadway, y por sugerencia del fantabuloso director Michael Greif, los creadores le dieron una vuelta de tuerca a la obra, enfocándola más en los vínculos y las penurias de una familia disfuncional, que en la enfermedad de la madre en sí misma. Es así como nació Next to Normal.

Luego de su indiscutible éxito en Broadway, 11 nominaciones a los premios Tony (3 ganados) y el Premio Pulitzer de teatro, llegó a Buenos Aires el 3 de enero de 2012, y ya va por su sexta temporada.

Casi normales 2015

Básicamente la obra cuenta la historia de una madre de una familia “tipo”, que sufre hace 16 años de un desorden bipolar, y cómo la familia lleva adelante el problema, a la vez que intenta “ser normal”. Es decir que la familia trata de amoldarse al problema tratando de desdramatizar la situación, y es ahí donde surge el verdadero conflicto de la pieza. Ahora, para contar ésta historia, la obra avanza cual montaña rusa por un camino vertiginoso, pasando de un realismo crudísimo a un flash narcótico rocanrolero, ida y vuelta. Claro, la estética del género ayuda.

La trama está organizada de modo tal que el público se ve obligado a entender lo que está sucediendo sin tener un dato clave, que cuando se revela, hace que la platea pegue un salto mortal en el aire y quede con el corazón aferrado de un anzuelo a la historia.

Concretamente, es un musical complejo desde la dramaturgia, con una línea de acción compleja, donde se prioriza contar el cuento sin toda la parafernalia y el despliegue coreográfico y escénico de la comedia musical (de hecho, la puesta escenográfica es casi minimalista). Las canciones son funcionales a la historia, hacen avanzar la acción en lugar de ilustrarla, y entonces la música se convierte en la balsa del viaje. Sin brillo y sin plumas, pero con la potencia de una bomba atómica emocional.

Sería imposible hacer creíble éste mundito sin el nivel actoral del elenco –de por sí muy bueno a nivel vocal-, muy superior a lo que uno está acostumbrado a ver en los musicales de calle Corrientes. Se destaca Mariano Chiesa con toda su genialidad, pero cabe aclarar que Laura Conforte (el personaje de la madre) es quien se come la obra, muy bien acompañada por un elenco parejo, incluyendo a Matías Mayer que, aunque quizás no tiene el oficio de los demás, ha sabido captar la ambigüedad tan particular que requiere su personaje. El mérito es también del Indio Romero, que incursiona por primera vez en el género del teatro musical con ésta obra; un gran aporte a un género en el que no se le suele prestar mucha atención (o al menos con éxito) a la dirección de actores. La dirección musical de Gaby Goldman es, como siempre, prodigiosa.

Si bien el texto perdió –inevitablemente- en la traducción, por suerte no se lo llevó al extremo, casi siniestro en otras obras extranjeras, de adaptarlo completamente al argentino, sino que se han limitado a adaptar aquello estrictamente necesario para que el público pueda entender de qué va la obra, sin perder la clave de ironía que la caracteriza.

Ficha técnica

Dirección: Luis Romero

Dirección musical: Gaby Goldman

Elenco: Laura Conforte, Martín Ruiz, Mariano Chiesa, Fernando Dente, Matías Mayer, Manuela del Campo

Dirección Asociada / Creativa: Diego Jaraz

Dirección Creativa: Marcelo Kotliar

Libro y Letras: Brian Yorkey

Música: Tom Kitt

Escenografía: Marcelo Valiente

Vestuario: Pablo Bataglia

Iluminación: Marco Pastorino

Producción: Javier Faroni

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