Imperdible
80'

¿Una y mil? Es el extraño título de esta nueva obra que nos partió la cabeza. ¿Una y Mil? Es una pregunta, en efecto, que nos atraviesa y que retoma aquella vieja compilación de historias medievales, Las mil y una noches, a partir de un personaje clave: Sherezade. Resulta que, antes de conocerla, su esposo y sultán gustaba de acostarse con mujeres vírgenes para, al día siguiente, decapitarlas. Sherezade teje un relato -como tantas otras mujeres en la literatura- para salvar a las que vienen después de ella, las condenadas. Con las historias, entretiene al macho y, de paso, le va filtrando un mensaje aleccionador. A partir de esta escena inicial dramática, fundante del mito de lo “femenino” (sumisas, vulnerables, con un cuerpo a disposición de la supervivencia y, por otro lado, compañeras, humanistas, pedagógicas), a su vez reflejo de los roles adjudicados a las mujeres por un mundo patriarcal, la obra propone un recorrido por los bemoles del feminismo actual. Al mismo tiempo, es una forma refinadísima de relato. 

Las intérpretes son doce. Son pibas que están a la vanguardia del debate, sobre todo, del debate en los escenarios. Se pasan al personaje de Sherezade, pero antes le imprimen los detalles de sus propias historias, historias que son políticas, que dejan marcas en el cuerpo y que buscan hacerse un espacio de representación porque, spoiler alert: no es una, no son dos, son miles de realidades. Las pibas -que son versátiles, brillantes, elásticas y multifacéticas- se van cambiando la piel y así, trasmutadas, dobladas, hartas y cagadas de risa, pasan a Shehrezade por situaciones diversas y contemporáneas: ¿qué pasaría si esta heroína medieval charlara un ratito con una conductora, provida, diputada nacional en un programa de televisión con panelistas rancios? ¿Se recibe igual en la discusión a una Sherezade heterocis y a una lesbiana?  

La obra nos propone que entremos tranca, como livianas para ir y, es más, no llevar ni papeles. Es como sumergirse en una mezcla poderosa, compuesta de muchas cosas: un porcentaje alto de realidad -esa parte que se encuentra velada por las propias limitaciones-; otro porcentaje de la irreverencia propia de las identidades, puesto que siempre escapan a la norma. También, una parte de placer. Porque, si bien el feminismo es una fuerza histórica que va mutando, aprendiendo y transformando necesidades en derechos, esta obra nos recuerda que siempre mantiene una premisa firme: estar cada vez más cerca del placer. De ahí la reivindicación de los brillos, los colores, el baile, los puntos cálidos del encuentro en cualquier parte del mundo, la complicidad entre mujeres. Esa pócima de vida que no nos pueden sacar ni a patadas.

¿Una y Mil? Plantea una crítica fuerte a los privilegios de clase y de género que hay adentro del feminismo pero, al mismo tiempo, hace visible un deseo enorme de incluir e iluminar esas zonas en conjunto. También interpela a les realizadores de las artes escénicas: ¿quiénes tienen la voz cantante? ¿Esa voz puede hablar en nombre de otras desde la diferencia? Es una obra/ensayo sobre el feminismo y sus peripecias. Sobre mujeres, lesbianas, travestis y trans, y también sobre actrices, sobre militantes, sobre pibas que patearon la calle, sobre marronas, sobre trabajadoras sexuales, sobre gordas, sobre pibas con HIV positivo. No solo es sobre, sino que es con. Mejor dicho: son todas ellas las que construyen el relato en escena y las que presentan sus propios cuerpos como arena de lucha. Cuerpos que aman y sufren y hablan sobre la experiencia, el mundo y la historia. Esta obra plantea el problema de la representación y hace un giro programático, político y extradiegético porque nadie viene a actuar por nadie, es decir, se representan a sí mismas. Son el sujeto, el tema, el soporte y la mismísima energía del debate en acción, a la vez que producen una crítica negativa: compleja, no dramática, que va del adentro hacia el afuera y viceversa. 

Así como suena, la propuesta se la juega con todo. No deja títere con cabeza y tampoco deja el sabor amargo del desvelo: más bien, todo lo contrario. Es una obra que te infla el pecho. Te dice: el futuro será nuestro por prepotencia del trabajo en los escenarios, en la calle, en las leyes, en la cárcel, en las escuelas, en los barrios. Entra fuerte descubriendo que la universalidad deja tiradas a muchas y que la historia se refina reescribiéndola, corrigiéndola y que esa es una tarea gratificante.

¿Cómo resulta tan efectiva la fórmula de esta obra? Es una pregunta que intenté responder, pero lo cierto es que lo que hay que hacer es ir a verla. Nosotras recordamos un exceso de complicidad, gracia, ternura y dureza. Unas actrices de la San Puta, dándolo todo. Una combinación divertida y genuina y nos parece el imperdible del 2022: propuesta afiladisima que tenemos que ver todas y todes.

Ficha técnico artística

Autoría: Sebastían Suñé y Jimena del Pozo Peñalva
Dirección: Jimena del Pozo Peñalva
Elenco: Atiana Ramoa, Camila Peralta, Cecilia “Fabu” Rodríguez, Karina Hernández, La Pichi, Lucía Adúriz, Nashy-Nashai, Nicole Vázquez, Nina, Rebe, Sabrina Lara, Sara Córdoba. Participación especial de Rodrigo Arena.
Escenografía: Gonzalo Córdoba Esteves
Música: Marie Perticari
Vestuario: Marisol Castañeda
Iluminación: Lucía Feijoó y Rocio Caliri
Coreografía: Alejandro Alonso y Victoria Castelvetri
Fotografía: Julieta Colazo
Diseño gráfico:  Sergio Calvo
Registro audiovisual casting:Camila Scarzello, Victoria Maréchal y Emiliano Castillo
Edición de video: Juan Zuluaga
Visuales: Gonzalo Quintana
Asistente de dirección: Ariel Guillermo Sandez
Producción ejecutiva: Marcia Rivas
Producción técnica: Claudio Pizarro
Idea original: Ana Bovino y Jimena del Pozo

Acceso para Farsos

Si ya sos usuario ingresa, sino hace click y registrate.