Imperdible
80'

Reseña escrita por Florencia D’Antonio y Melisa Arcuri

Paquito no es una obra cualquiera. Paquito es un musical que lleva la marca de la tradición de los musicales: el brillo de la grandeza, los peinados y vestuarios, la escenografía desmontable que borra los límites de su soporte y se reproduce, como un eco, más allá del escenario. Es, a su vez, una puerta que se abre al universo privado de muchas vidas luminosas. Se construye a lo grande pero de a poco, de fragmentos de historias y anécdotas, de una vida y de muchas, de épocas, de perfiles. Se pregunta por el deseo, pero por sobre todas las cosas, se planta en una premisa que nos interpela a fuego: tenemos derecho a la ternura. ¿Quiénes? Nosotras, nosotres. Las mostras, las locas, las maricas, los putos.

A partir del trabajo con las memorias de Paco Jamandreu, conocido por ser el modisto y confidente de Evita y por ser quien -recientemente representado en la tv- la peinó y la vistió después de muerta, Juanse Rausch y Natalia Casielles construyen una propuesta que recorre su vida y obra y que avisa de entrada: no ahondará en la figura de Eva. Aunque se la evoque y sobrevuele ese vínculo y advierta que su historia está marcada por la amistad estrecha, el foco estará puesto en la vida de Paco Jamandreu y su impacto en el corazón de cada mostra que conoció.

Paquito (la cabeza contra el suelo) es un homenaje a las mostras que queremos ser y las mostras que fuimos. Barrocas, abroqueladas, llenas de vida y deseos de grandeza, llenas de misterios, silencios y secretos. Mostras a la sombra de hombres, instituciones, mecanismos de época. Mostras esperando por nuestra hora mágica, anhelando el respeto, simple devolución de lo que dimos a esta cultura, a esta nación, a este mundo. Las tías de Paco abren el juego y todes juntes dan la bienvenida a artistas del pasado como Zully Moreno, Fany Navarro, Azucena Maizani. En ese traer al presente, la obra se pregunta por el olvido. Figuras femeninas que Paco no solo vistió sino que amó, como amigas, como familia. Mujeres de todas las épocas que nos representan y nos recuerden que siempre fuimos nosotras quienes abrimos las puertas para la reflexión sobre las distintas formas de habitar el mundo… desde la ternura, desde la ampliación de los límites, de etiquetas de género y de experiencias.

En el recorrido que propone, el pasaje de una vida a muchas o de una época y su reflejo en otras, aparecen vidas que encandilan con su brillo eterno. Un monólogo de la Coca Sarli, interpretado por Maiamar Abrodos, deja entrever aquellas cosas que la persiguieron: la cosificación, la condena, la lascivia interminable de los otros. También, la obra trae palabras icónicas de otras dos mostras: Rosa -como le decían los amigos a Nestor Perlongher– y la Yegua del Apocalipsis, Lemebel. Poetas, militantes, cuyos cuerpos fueron territorios en disputa. Al igual que el cadáver de la nación: sus nombres ponen en movimiento significantes, deseos de territorialización, debaten la norma, al hombre nuevo, descolan la lengua y la sexualidad.

Desde la experiencia de Paco se evoca a todas esas figuras y la obra parece hablarnos del devenir-otra. Todas ellas son desdichadas y a la vez redimidas, en búsqueda, con una presencia incómoda en el mundo de su época pero, al mismo tiempo, homenajeadas a lo grande, santificadas, reproducidas en cada antro donde se practica el amor sin juzgamientos. En el lugar de la poesía, de la protesta, de los salones y pasarelas donde se arrastras las gasas y el razo.

Esas mujeres que todo lo liberan son interpretadas por Lucia Adúriz, Paola Medrano y Maiamar Abrodos, tres actrices que utilizan el musical para, con sus apariciones, lograr el acto de la ternura en el público, encarnando detallistas y eclécticas a todas y cada una de las mujeres que marcaron a fuego la vida de Paco.

Pero las transfiguraciones en esta obra no son solo obra de las mujeres. Matías López Barrios juega a ser aquel hombre, todos los hombres, el ideal y el terrenal, el galante y el medio pelo, todos los que se fueron. Su acto es el de la seducción y el abandono que alimenta a la gran nube violeta cuya influencia las musas de Paco aconsejan desestimar.

Nicolás Martín maneja con sabiduría y gracia las curvas empinadas de la vida de Paco Jamandreu. Su interpretación es transparente: permite que veamos a cada acontecimiento atravesarlo con la dureza de un dardo que se transforma dentro suyo en fidelidad y ternura.

Hay una frase que aparece en la película Eva Perón de 1996, “en la Argentina, ser pobre, puto o Eva Perón es lo mismo” que guía la trayectoria propuesta por la obra. Paco, por momentos, toma las riendas de sus propias memorias volviéndose estrella del musical, pero, a veces, la pierde y se deja llevar por el miedo a la soledad. La valentía de vivir, la rebeldía de apropiarse del deseo trae consigo la promesa del olvido, la marginalización, la clausura. Paco tiene una gran nube violeta espesa que lo persigue, que lo define o, más bien, que él cree que lo define, y que lo acompaña en todos sus éxitos, profesionales y románticos. La nube de la melancolía que aparece en cada pérdida o posibilidad de pérdida.

Así y todo, vemos a un Paco dioso, vestido de glamour. Un dandy rodeado de otros. Un flaneur que recorre la noche y divaga y a veces termina preso. Los cuerpos de todos los hombres se representan en uno solo y le recuerda todas las imprudencias juntas: ser puto es como ser pobre o Eva Perón. El exceso es la noche y el amar con fuerza trae los celos, los caprichos, los arrebatos. La soledad espera en el abandono de los otros.

La composición musical, con su pianista en vivo, termina de darle fuerza a la nostalgia y la grandeza que cubren el espectáculo y la vida de Paco. “Paco Jaumandreu realiza su gran acto de magia: aparecer ante nuestros ojos”, sucede y con todo el color, el dramatismo y la fiereza de las mostras que lo criaron, acompañaron y a las cuales evoca como reflejo de una vida marcada por la soledad y, a la vez, por un círculo de dulzura, de ternura.

Ficha técnico artística

Dirección e idea original: Juanse Rausch

Dramaturgia: Natalia Casielles

Elenco: Nicolás Martin (Paco Jamandreu), Maiamar Abrodos (tía/Isabel Sarli), Matías López Barrios (amante/él), Lucía Adúriz (tía/Fanny Navarro), Paola Medrano (tía/Azucena Maizani)

Composición musical: Teo López Puccio

Dirección musical: Dino Pérez

Diseño de vestuario: Lara Sol Gaudini

Diseño de escenografía: Laura Copertino y Marcos Di Liscia

Diseño de iluminación: Facundo David

Diseño gráfico: Martín Gorricho

Asistencia de dirección: Abril Ouéi

Pianista: Sebastián Sonenblum

Coreografía: Mijal Katzowicz

Prensa: Octavia Comunicación

Producción: Sofía Boué

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