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“Hilvané, cosí, cosí”

Que difícil resumir de qué se trata esta obra sin quitarle toda la belleza, la sensibilidad, lo simbólico. Se trata de una costurera en los años 40, de una cenicienta de la vida, de una mujer fuera del mundo a la que le gusta cantar temas populares de su época, encerrada en su taller. Una enamorada del amor, pero para quien el amor es dolor.

María Merlino es impactante. Es una actriz con una gran sensibilidad y una voz que parece la de un ángel. La obra empieza con su canto a capela, la sala todavía a oscuras. Lentamente, se van encendiendo las luces y la vemos ahí, cantando sola con su máquina de coser, su maniquí, un vestido. Habla de la soledad, de no tenerle envidia al amor, de lo que es ser una mujer pura que nunca necesitó a los hombres. Y todo esto casi como una caricatura, imitando y parodiando a Libertad Lamarque, con su misma manera de hablar, como cantando.

La obra habla de una mujer que vive a través de dos grandes protagonistas: Libertad Lamarque y Eva Perón. Las mujeres realmente importantes de la época, las señoras, distintas a ella, distantes. Hasta que un día las dos se disputan un vestido suyo.

Hay algo simbólico en la obra. Como pasa con el emblema o la alegoría, tienden un puente hacia el alma del espectador y a partir de ahí cada uno deberá desentrañar lo que le pasó con eso, qué tecla tocó; como un objeto poético cerrado.

Hay algo en la dirección de Diego Lerman que es como un relojito, una partitura visual. La manera en que mueve a ese personaje en el espacio está muy estudiada. Así también la dirección actoral, los momentos de humor, de canto, de tristeza, de pausas, y esos minutos en los que ella se pone feroz están muy bien economizados. Santiago Loza es un gran autor, dan ganas de tener el texto de la obra o memorizarlo para volver a él, para repasar cada palabra.

Sus sueños con Libertad, la heroína de ese momento, la novia de América, tocan una parte sentimental que hace reír porque es un poco ridículo pero emociona al mismo tiempo. Ella hace un vestido a pedido de Libertad y un día entra Eva en su local, lo ve y lo quiere. Las enemigas quieren el mismo vestido, y sólo ella puede decidir a quién se lo va a dar. “Al fin y al cabo todos esperamos una vida para decidir cosas como estas y cuando ocurren no estamos preparados…  como si el cuerpo se resistiera y doliera… y el único deseo que existe es que todo pase… que pase lo que pase y todo vuelva a ser como antes… igual… con mi yo diluido y todo.”

María Merlino dijo que esta obra es para ella un homenaje tardío a Elena Adela y Rodolfo Ángel, una fiesta de espíritus pasados impregnada del anacronismo de las costureras de pueblo. Una fiesta es ir a ver esta obra, esa mujer hace magia sobre el escenario.

Ficha técnico artística

Dirección: Diego Lerman

Texto: Santiago Loza

Actuación: María Merlino

Vestuario: Valentina Bari

Escenografía: Flor De Un Día

Iluminación: Fernanda Balcells

Realización de vestuario: Carmen Montecalvo

Música: Sandra Baylac

Vestidores: Guido Lapadula

Diseño gráfico: Florencia Bauza, Malena Castañon

Asistencia de escenario: Ezequiel Baquero, Juan Riobo, Sonia Riobo

Asistencia de vestuario: Liliana Piekar

Asistencia general: Julián Gómez

Prensa: Duche & Zárate

Producción: Flor De Un Día

Colaboración musical: Jape Ntaca

Este espectáculo formó parte de los siguientes eventos: VII Festival Internacional de Buenos Aires – FIBA 2009, Fiesta del Teatro de la Ciudad de Buenos Aires 2009, 25º Fiesta Nacional del Teatro en La Plata, Azul soy Quixote: IV Edición del Festival Cervantino, Tres obras de Diego Lerman y Maria Merlino

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