En la sala Cunil Cabanellas del Teatro San Martín, el aire está naranja y lleno de humo. Berganza, el maltratado perro de un dramaturgo español dieciochesco, entra en escena ya hastiado, cansadísimo del teatro y sus yeites, a presentar la obra que se está por representar: La vis cómica, escrita y dirigida por Mauricio Kartun. Pero aunque Berganza, representado por un afiladísimo Eduardo Cutuli (tan pero tan cerca de catuli, perrito en latín, que parece a propósito), nos asegura que la representación dramática está agotada y que nada interesante ni novedoso puede suceder en un escenario, al terminar la obra se emerge a calle Corrientes con la sensación de haber presenciado un renacimiento.
Hay algo de magia en esto. La obra transcurre en la Buenos Aires capital del Virreinato del Río de la Plata y muestra las intrigas de una compañía teatral española que cruza el Atlántico hacia el éxito y se encuentra con barro, barro y más barro. El director y autor cómico Angulo (Mario Alarcón), su esposa Doña Toña (Stella Galazzi) y su protegido, el autor trágico Isidoro (Luis Campos), llegan acompañados de Berganza, la mascota de este último. Hablan en un español lleno de expresiones y giros arcaicos y, en general, la representación se queda anclada firmemente en su época elegida. Sin embargo, el público ríe como si estuviera completamente transportado a ese tiempo y espacio.
El truco parece estar en el lenguaje: aunque, sí, las abejas danzan y, sí, las ballenas cantan, ningún otro ser vivo además del ser humano elevó la capacidad de comunicarse a un arte. Por eso, tal vez, Berganza se impacienta y asegura que ningún perro escribiría una obra de semejante largo. Pero para los humanos del público es un placer escuchar el regodeo sobre el lenguaje, las tiradas largas, rimadas, llenas de chistes y juegos, sin importar que refieran a una época que les es ajena por completo.
Pero hay un lugar oscuro del lenguaje: la dominación. Angulo, corporizado a la perfección por Mario Alarcón, es un manipulador que todo lo arregla a su favor con palabras. Mantiene incluso a su propia Calibana pero, a diferencia de Próspero, no le enseña a hablar, sino que le pone cera en los oídos para que no escuche otra voz aparte de la suya. Angulo es insaciable: quiere extender su dominio sobre todas las cosas y todas las personas. Llama Góngora y Calderón a los bueyes que compra para que tiren de su carro y, así, cree dominar la tradición.
Y entonces llega el otro punto instantáneamente familiar: la rebelión. El anuncio está en una de las frases que repite Berganza: “No le pegues a un perro atado, no vaya a ser que lo encuentres suelto”.
Ficha técnico artística
Dirección: Mauricio Kartun
Autoría: Mauricio Kartun
Actuación: Luis Campos, Cutuli, Stella Galazzi, Horacio Roca
Asistencia de dirección: Tamara Correa, Lucas Pulido
Diseño de Escenografía y Vestuario: Gabriela Aurora Fernández
Asistencia de escenografía y vestuario: Agustina Filipini
Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño sonoro: Eliana Liuni
Asistencia artística: Malena Bernardi
Producción: Federico Lucini Monti
Producción técnica: Magdalena Berreta Miguez
Este espectáculo formó parte de los siguientos eventos / festivales: FIBA 2020