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A principios de los años ochenta, el poeta Néstor Perlongher escribía desde su exilio un extenso poema titulado “Cadáveres” en donde afirmaba que en todo pedazo de tierra argentina había cadáveres; en los ríos, en los matorrales, en el suelo, en las casas y en las plazas. Con esta imagen, develaba una característica nacional: aquella que se gestó en el largo proceso de la configuración del Estado-Nación y que continuó, período tras período, marcando las relaciones políticas, éticas y estéticas de nuestro país. Estoy hablando de la disputa entre dos modelos de país y sus resultados. La disputa entre la oligarquía liberal y el pueblo; entre la civilización y sus enemigos: indios, gauchos, inmigrantes, obreros, militantes, salvajes. Frente a esa violencia política, el arte nacional plasmó, desde sus comienzos, dos alternativas a esa disputa de poder: el exilio y la muerte. Como plantea el crítico Ricardo Piglia, “esa opción fundante volvió a repetirse muchas veces en nuestra historia y se repitió en nuestros días”.

Imagen Velada es la nueva obra de Santiago Gobernori que se inscribe en esta discusión preguntándose, en definitiva, quiénes somos o quiénes queremos ser. La imagen que se ve es la de un country de la provincia de Buenos Aires, en donde un grupo de amigos y amigas se reúnen un fin de semana. La parte velada es la de un querandí errante, muerto, que observa las prácticas y el modo de vincularse de la clase alta en una tierra que, paradójicamente, les pertenece. La obra se anima a igualar, narrativamente, a ambas partes. En una relación aparentemente no problemática, uno y otro conviven, sin intervenir. Sin embargo, esas realidades ya están mezcladas y se modifican, desde el inicio de los tiempos y mutan. 

El elenco de esta obra está compuesto por Victoria Baldomir, Julián Cabrera, Paloma Contreras, Marcos Ferrante, Guido Losantos, Bárbara Massó, Facundo Livio Mejías, Paula Pichersky, William Prociuk, Sabrina Zelaschi y Tinchos Lups. Entre todos los personajes que representan, hay conflictos: por un lado, no todos nacieron ricos ni pertenecen a la misma clase. Por otro lado, es la propia clase la que no acepta sus variaciones, contradicciones y deseos. Durante la jornada que dura el relato, irán apareciendo conflictos de interés, secretos y situaciones inútilmente ocultadas. Como la mierda que flota en el agua, cuanto más conviven, más inundados en sus propias contradicciones se encuentran. De esta forma, Imagen Velada nos plantea que la clase alta no solo huele, sino que, tarde o temprano, estará hundida en la mierda. 

La cloaca, su composición y sus olores, es la metáfora perfecta que resume el punto de vista que configura la obra: el poder de la clase dominante está montado sobre los restos ocultos de sus propios desechos. Todo aquello que permanentemente quieren esconder: las relaciones extramatrimoniales con las empleadas domésticas o con los jardineros, sus fortunas o el cómo las hicieron, sus perversiones y sus verdaderos intereses sexuales, su falta de talento y empatía, su odio por lo popular. Al mismo tiempo, la mierda que resurge del centro de la tierra es también todo aquello que no encaja en la ecuación para una sociedad civilizada: los hijos bastardos, los trabajadores, los pobres, los que estaban en esta tierra antes de que fuera convertida en desierto para ser refundada, los que estaban en esta tierra luchando por el bienestar de la mayoría o dando las discusiones culturales de su tiempo. 

Imagen Velada tiene un título increíble que aparenta algo complejo pero, como todas las propuestas del director, lo aborda con soltura y humor, con elencos desprejuiciados y versátiles que se animan a meterse con todo lo que sea picante. En este caso, mostrar a la clase alta en su intimidad, vulnerable y despojada del revestimiento de prestigio que les da el dinero; lo que puede tener ese efecto típico en el espectador argentino: o no se reconoce ni un poco en esa representación y por eso se ríe, o bien se dispara ofendido de la sala de teatro porque sabe que le corresponde esa discusión. Genuinamente esperamos que ocurra lo segundo.

Ficha técnico artística

Autoría: Santiago Gobernori
Actúan: Victoria Baldomir, Julián Cabrera, Paloma Contreras, Marcos Ferrante, Guido Losantos, Tincho Lups, Bárbara Massó, Facundo Livio Mejías, Paula Pichersky, William Prociuk, Sabrina Zelaschi
Vestuario: Paola Delgado
Escenografía: Paola Delgado
Iluminación: Ricardo Sica
Fotografía: Agustín Bordignon
Asistencia de dirección: Laura Berman
Producción ejecutiva: Lucía Asurey, Soledad Asurey
Dirección: Santiago Gobernori

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