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Esta obra es para vos si:
– te cabe la performance y la idea de participar activamente de una obra,
– te gustan las alegorías, 
– estás para algo experimental.

Nos encontramos en la terminal de la línea Belgrano Norte, en Retiro. Ahí, nuestra guía nos detalla el glosario de señales mudas que vamos a usar para comunicarnos a lo largo de la experiencia. Sin muchos más preámbulos –y con la historia de Tita, la corredora del desierto, en los oídos– viajamos en tren hasta llegar a los pabellones brutalistas de Ciudad Universitaria. Cada uno escucha a través de sus auriculares, siguiendo las indicaciones de nuestra guía para saber cuándo dar play, pausa, pasar al siguiente track. Lo que escuchamos se conjuga mágicamente con la experiencia sensorial del trayecto, tan bien que incluso surge la duda de si vino primero el texto o primero el recorrido.

Algunas notas para inventar otros mundos, producido por la Bienal de Performance, es el último experimento de Victoria Roland y Juan Coulasso. Las funciones como parte de la Bienal ya terminaron, pero en marzo vuelven. Algunas notas consiste en un viaje que bordea la Ciudad de Buenos Aires y termina entre la maleza. En el recorrido, nos acompaña la voz de Roland, contando la misteriosa historia de Tita, y una pieza musical de Matías Coulasso, todo bajo el impecable diseño sonoro de Valentín Piñeyro. A lo largo de la obra, los guías nos sugieren acciones que nos invitan a interactuar de maneras novedosas en espacios liminares (una estación de tren, un estacionamiento) y que despiertan las ganas de jugar y moverse en el mundo sin prestar atención a las formas acostumbradas y resecas. Nos piden que bailemos, que nos demos las manos, que cerremos los ojos. Siempre podemos decir que no, pero es cierto que la gracia de esta performance está en que entres en la dinámica propuesta y participes.

Por supuesto, moverse en el mundo de esa forma tiene sus bemoles, en especial cuando el espacio es público. Es sábado, la estación de trenes entre la cancha de River y Ciudad Universitaria está prácticamente vacía, excepto por oficiales de la Policía Federal que nos miran con desconfianza mientras avanzamos lentamente en dulce montón por el andén y el puente. Uno de los policías se acerca a Coulasso, que acompaña a nuestro grupo y le hace preguntas. Nosotros, ¿el público?, seguimos firmes, performando, sin hacer mucho caso.

Roland y Coulasso ya tienen historial de colaboración: hicieron juntos Una obra más real que la del mundo (un recorrido por el Gran Panteón del Cementerio de Chacarita, producido por la Bienal de Arte Joven 2019), El mundo es más fuerte que yo (una obra que también pedía una participación activa del público, que era invitado a compartir un porro que circulaba por la platea, claramente en nuestra vida pre-pandemia) y, recientemente, el libro Diarios de la actriz. Como queda claro, les interesa la creación de mundos y suelen aprovechar las historias que cuentan para explorar el límite difuso entre ficción y realidad. La exploración de ese límite entre arte y vida es tal vez lo que le da a Algunas notas su condición de ensayo, un género que indaga, pregunta, intenta. Según el filósofo alemán Gyorgy Lukács, en el ensayo “una pregunta es arrojada y extendida en tal profundidad que se convierte en la pregunta de todas las preguntas”. Así, en el texto compuesto y leído por Roland, la historia de Tita se convierte en la historia de la humanidad y el lenguaje, el presente se convierte en una pregunta por el pasado y el futuro.

Incluso, si seguimos escarbando hacia el interior de Algunas notas, nos encontramos con que el corazón de esta obra es el paisaje. El texto actúa como debía haber actuado el sendero de Hansel y Gretel: nos sugiere encuadres, nos recuerda que la vista no es el único sentido que tenemos y nos invita a oler, tocar, escuchar (no solo palabras, también los sonidos). El texto que suena en nuestros oídos es necesario para situarnos en la obra, para que nos posicionemos estéticamente en espacios y situaciones que suelen ser alienantes. Pero, al mismo tiempo, el texto es también innecesario. O podría ser cualquier texto (aunque no querríamos que fuera otro) porque es una excusa para saltearnos la textualidad y estar presentes con el cuerpo.

Según Lukács, las tragedias encuentran su significado, su sentido y su forma entera en el final, mientras que en los ensayos los finales son arbitrarios e irónicos: “Algo viene de afuera, de una realidad que no tiene relación con la pregunta […]. Esta interrupción no es un final porque no viene desde el interior, y sin embargo es el fin más profundo porque una conclusión que viniera del interior habría sido imposible”. Y así nos anuncia Roland, desde el primer track de la experiencia, lo que nos espera al final del recorrido: “Las historias siempre empiezan por alguna parte. Los comienzos, a veces, nos proporcionan una falsa fantasía de poder: como si las historias nos pertenecieran. Los finales en cambio se nos escapan. Ellos suelen organizarse solos”.

Ficha técnico artística

Idea, creación y dirección: Juan Coulasso y Victoria Roland

Texto: Victoria Roland

Intérpretes: Victoria Roland, Flor Sánchez Elía, Delfina Oyuela, Eva Palottini, Micaela Tapia

Diseño gráfico: Flor Sánchez Elía

Fotografía: Boscology

Producción: Bienal de Performance 2021

Coproducción: La Mujer Mutante, Roseti, INT, FNA, UBA, Proteatro, con el apoyo del Centro Cultural Recoleta

Asistencia de producción: Gonzalo Bao y Agostina Botta

Asistencia de dirección: Gonzalo Bao y Agostina Botta

Diseño sonoro: Valentín Piñeyro

Música original: Matías Coulasso

Dirección coreográfica: Quillen Mut

Vestuario y accesorios: Belén Parra

Registro de ensayos: Gonzalo Bao

Edición y diseño de Texto-Mapa: Populibros

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