Festival de Teatro de Rafaela, vol. 2

Nos bajamos de un bondi y en seguida nos subimos a otro: el de una ciudad en escena. Literal. Se respiraba festival en los rincones, heladerías y plazas. El clima fue un detonante que le sumó un puntito épico a varias experiencias escénicas. Es que las ganas de estrenar, de ver, de participar eran inamovibles, ni un tornado, ni una lluvia nos guardó en el hotel. Del 4 al 8 de noviembre, tuvimos la suerte de presenciar tres de las realizaciones de los Laboratorios de Creación Escénica y las rondas devoluciones donde, además de escuchar a los elencos y realizadores de todas las obras, conocimos actores y actrices de Rafaela, parte de sus trayectorias, sus experiencias como participantes del Festival y sus anhelos.

En esos cuatro días, circulamos en una ciudad radiante, encontrándonos con otres apasionados y trasnochadas como nosotras que perseguían la chispa teatrera. Juntes, recorrimos espacios clásicos del Festival y otros no tan convencionales: el Teatro Lassere, La Máscara, Casa Elefante -un bar con un patio verde precioso-, el Bosque encantado Besaccia, el Mercado de la Vieja Estación y el predio de la Sociedad Rural.

Es unánime el éxito como experiencia compartida de creación, formación e intercambio de los Laboratorios de Creación. La propuesta -estrenada este año- busca renovar ciertos aspectos del Festival. Han viajado cinco directores y dramaturgues a Rafaela para encontrarse con la escena local de realizadores rafaelina. En esos encuentros, cada uno encarando una manera diferente de trabajo, se plantaron distintos proyectos:

Frutos del Bosque, con dirección y coordinación de Emanuel Calderón y asistencia de Valeria Díaz, reunió a un grupo de pibes que trabajaron a partir de un objeto y una canción para crear una pieza escénica. El resultado es una apuesta por las imágenes, por la reflexión sobre la naturaleza en diálogo con la misma. La obra se nutre de los sonidos del bosque, las formas que arman los árboles y los vaivenes del viento para transmitir ciertas melancolías, añoranzas y deseos de este grupo de pibes que la rompe. Les intérpretes: Micaela Escobar Lyon, Candela Perret, Victoria Gutiérrez, Joaquín Ascolese, Paloma Garbulsky, Belén Bruno, Macarena Argarañas, Ema Cogno, Martina Mandril y Matías Bravo.

Tierra de Nadie con dirección y coordinación de Emiliano Dionisi y asistencia de Candela Pruvost, golpeó fuerte en la cotidianeidad rafaelina abogando por la legitimidad y valor del arte callejero. Magos, acróbatas, músicos, malabaristas, bailarinas del carajo ocuparon la sala del Anfiteatro Williner. El escenario vibraba con ese movimiento permanente, estímulo que nos mantenía alertas y alegres queriendo mirar cada rincón del escenario. Les intérpretes: Eliana Maldonado, Lucía López, Josefina Vega Fillón, Jeremías Diaz, Axel Trulli, Nicolás Opazo, César Maldonado, Iván Naconechney, Daniel Rambaudi, Brisa Ernst, Lucía Alonso y Martín García.

Los encuentros, dirección y coordinación de Paula y María Marull y asistencia de María Florencia Soccetti, construyó un pacto sensible, onírico e íntimo con les espectadores. En el bar verde del fondo interminable, cada mesa fue habitada por una historia diferente. Ellas querías contar el paso del tiempo a través de las emociones y los y las actrices rafaelinos supieron interpretar y transitar esa búsqueda. Las miradas, los silencios, el uso del espacio y el humo teñido de azul con burbujas hicieron de esa obra, una noche de encuentros. Les intérpretes: Danilo Monge, Candela Sara Hernández, Marcela Bailetti, Melina Goneet, María Eugenia Costa, Leila Calderón, Valentina Ulrich, Manuel Ignacio Zimmermann, Agustín Navarro Keller, Norma Beatriz Lino, Francisco Moreno, Damián Prida y Delfina De la Rivera.

Además, nos reencontramos con algunas obras de Buenos Aires y lo novedosos es ver cómo funcionan en otros espacios, cómo traccionan con el público de otros lugares:

Carne de consumo personal de Jorge Thefs. Alerta, alerta que camina esta obra disruptiva de autoficción por América Latina. A partir de su historia personal, Jorge va abarcando temas que nos interpelan a todes. Nuestros consumos, nuestras relaciones interpersonales marcadas por el cuerpo que tenemos y ese cuerpo habitando un rol que, a su vez, está atravesada por nuestros consumos. Somos un cuerpo que se puede medir en cantidades de recuerdos, de traumas, de agua o leche, de milanesas, de historias fallidas de amor. La fragilidad de les seres humanes en un mundo que funciona a partir de un sistema de privilegios. Escrita e interpretada por Jorge Thefs, dirigida por Jorge Theds y Agustina Barzola Wûrth.

Un domingo de Proyecto Migra. Platitos, vasos y bandejas que se caen, vuelan y no se rompen. Una familia, tranca, un domingo en el que explotan los recelos, deseos reprimidos y frustraciones. Un padre que se cree mil, dueño de cada suspiro de esa casa. Las cosas arrancan silenciosas, livianas y van tomando densidad a medida que pasa el tiempo y las situaciones. Cada une tiene una magia particular y juntes te arman un show que te vuela las chapas. Nos reímos a morir y nos fascinamos con el uso del espacio, con la imagen que se arma en escena. Les intérpretes: Juan Carlos Fernández, Sofía Galliano, Gabriela Parigi, Tomás Sokolowicz, Florencia Valeri y Tato Villanueva. Dirección de Florent Bergal.

Que todas las vaquitas de Argentina griten mu de Grupo Mínimo. La obra son tres partes que, en principio, no tienen nada que ver entre sí. A partir de las vaquitas -presentes, ya sea físicamente o en el discurso- nos armamos una pequeña historia de la Argentina. Un origen épico que no fue, la promesa de la gran nación, la masmediatización de la cultura popular. La élite o la barbarie, ¿quiénes queremos ser? Lo que parece afirmarse es la humanidad va destinada al caos, al fracaso. Y lo que les aseguramos es que las historias son una excusa excelente para ver las bondades de este grupo que la rompe. Les intérpretes: Cristian Jensen, Emiliano Formia, Facundo Livio Mejías, Juan Isola, Ximena Banus y Eugenio Tourn. Dramaturgia y dirección: Juan Francisco Dasso y Grupo Mínimo.

Perdón de Los Sutottos. No hay nada más desesperante que un mensaje largo y divagante en el contestador. Resulta que a amigo de la primaria se le ocurre llamar a otro y recordarle que eran, son y serán mejores amigos. El encuentro se celebra en una casa y viene con una acumulación de traumas, pensamientos y emociones que no tardan en salir a escena. La obra es una joyita. Con una estética atemporal pero medio vintage, con una onda señorial, que va de lo formal al delirio, nos hace seguirlos en todas, desde siempre y para siempre, al dúo Los Sutottos. Escrita, dirigida e interpretada por Los Sutottos: Gadiel Sztrik y Andrés Caminos.

Sueño de Compañía Criolla. Una obra que transcurre en un bosque, en una boda y en el relato de una compañía de teatro que nos cuenta sus desventuras. ¿Cuáles son los límites de cada relato? ¿Dónde comienza y dónde termina la historia enmarcada? Laberíntico, un teatro de posibilidades. Vamos viajando hasta tierras lejanas, a un bosque encantado -el escenario estaba, además, en el bosque Besaccia- en donde todo, absolutamente todo, puede ocurrir. Una reelaboración de las convenciones del teatro shakespeareano: personajes y actores que se trasvisten, hadas y asnos, el amor en el aire, combinado con la ternura y elocuencia de los gestos, voces y expresiones de los cuatro intérpretes. Dramaturgia y dirección: Emiliano Dionisi. Les intérpretes: Lucía Baya Casal, Ramiro Delgado, Julia Garriz y Emiliano Dionisi.

Finalmente, pudimos ver propuestas de otras ciudades y provincias del país:

Kinematos (Mar del Plata) de Grupo manoAmano. Una pareja que hipnotiza con su talento y ternura. Al palo chino lo tienen atado. Una obra que no es un muestrario de destrezas, una obra que cuenta una historia, que interactúa con el público, que se adapta, que incluye a la gente. Ambos intérpretes se mueven y enlazan con naturalidad, haciendo fuerza que ni se nota. Como si verlos -sacando el propio vértigo y la fascinación del caso- fuera escuchar el murmullo tranquilo de un río. Creación e interpretación: Ana Clara Manera y Martín Umerez.

¡Bailemos… que se acaba el mundo! Una audio-obra interactiva para bailar con el público (Córdoba) de BiNeural – MonoKultur. Al entrar, te dan unos auriculares y después de ajustar el volumen se ubicás alrededor de un pequeño escenario donde irán dos bailarines. A partir de una historia de coreomanías, se suceden consignas y propuestas para hacer pero, sobre todo, para formar comunidad con el resto de los espectadores. Lo cierto es que ya dejamos de ser espectadores para tener un rol activo y hacer la obra. A través de las distintas ideas, se irán tocando temas profundos como: ¿a qué llamamos “bailar”? ¿Bailamos todo lo que hubiésemos querido en nuestras vidas? ¿Marchamos para reclamar o también podemos marchar para recordar, celebrar, festejar? Concepto, dramaturgia, dirección edición y producción general: Ariel Dávila y Chirstina Ruf. Coreografías e intérpretes en escena: Florencia Baigorri y Adrián Azeceta.

La medicina de Moliére (Rosario) de Academia del Humor. A veces pensamos que ya no, pero lo cierto es que la historia de un padre que niega la individualidad de su hija aún es un tema que nos interpela. Como todo gran teatro, la obra habla sobre el amor y sobre la muerte -porque un corazón roto es una experiencia que nos acerca a la muerte-, sobre la salud y sobre la enfermedad. Les actores son un diez. El vestuario, la música y algunos recursos nos recuerda que el teatro siempre pero siempre nos puede sorprender. Adaptación de Denise Almeida y Adrián Giampani con dirección de Adrián Giampani. Les intérpretes: Manuel Baella, María Victoria Franchi, María Laura Silva, Magdalena Perone, Fernando Porcel y Mario Videlotti.

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