Por Florencia D’Antonio, Sofía Leibovich y Victoria Casaurang
En colaboración con FEMINACIDA
Matate Amor, la obra dirigida por Marilú Marini basada en la novela de la escritora Ariana Harwicz del mismo nombre, reestrenó en Dumont 4040 y continúa hasta finales de diciembre. Con un éxito rotundo en 2018 -las entradas se agotaban al toque- nos adelanta el viaje de una pieza que muta y tuerce los límites de su soporte inicial para generar nuevos significados en nuevos lenguajes.
La productora de Scorsese ya anunció la compra de los derechos de la Trilogía de la pasión a la que pertenece la obra además de La débil mental y Precoz, que también tuvimos en la cartelera porteña. Las distintas puestas fueron llevadas al teatro por grosas como Marilú Marini y Erica Rivas; Cristina Banegas, Ingrid Pelicori, Claudia Cantero y Carmen Baliero; y Julieta Díaz y Lorena Vega. La primera película en rodarse será Matate Amor y se llamará Die, my love, dirigida por Lynee Ramsay -la directora de Tenemos que hablar de Kevin– y protagonizada por Jennifer Lawrence.
Matate amor es un monólogo encarado increíblemente por Érica Rivas. En su desarrollo, no abandona nunca sus cimientos literarios: una narración poética que se nutre de figuraciones y evocaciones a la naturaleza. Con un estilo irónico, a la vez triste, atraviesa todos los estados emocionales develando los anhelos y objetivos de su protagonista. Desde que empieza a hablar, esa mujer interpretada por Rivas, da cuenta de que está transitando una epifanía oscura. Infeliz con la vida que tiene, replegada hacia a lo doméstico y hacia lo extremadamente normal, se devela como madre y esposa de dos seres humanos a los que no se banca. Un personaje que, con su relato, reconstruye este espacio atribuído clasicamente a las mujeres al a vez que logra problematizarlo, mostrando el aspecto más pesadillesco y horroroso de esa vida.
La potencia de la obra está en el texto y en la interpretación de la protagonista, en esa empatía que transmite constantemente, mezclando humor negro y ahondando en temas difíciles pero necesarios como los que les interesan a las autoras. A su vez, en su lectura de la novela, la obra propone cierta puesta surrealista, minimalista. Así como en Precoz, mujeres deseantes y algo erráticas en sus contextos nos obligan a pensar que toda línea de fuego está marcada por la historia cultural y social, lo que tiene consecuencias sobre los cuerpos de las mujeres y que, lo que somos, es producto de batallas, derechos ganados y derechos por ganar. La propuesta de la autora explora las relaciones familiares atravesadas necesariamente por el género, explora la infelicidad de las parejas, de los vínculos asfixiantes y de la muerte del deseo aplicada a los proyectos prefigurados previos al sujeto, para dar paso a otras facetas más genuinas del mismo. Acaso más imbricado, problemático, incómodo.
Historias que tienen una propuesta marcada que parecieran decirnos que para habitar y modificar el mundo en el que surgieron, necesitan explorar su transformación en otros formatos. Por ahora, la obra la podés ver en los sábados a las 20 h, hasta el 17 de diciembre y después nos queda esperar al estreno de Die, my love.