¿Qué sentís hijo por mí?, ¿podrías sentir lo mismo que yo?
Esta es una obra sobre una madre y un hijo que se aman demasiado; es un amor que se vuelve chicloso y que por momentos se parece mucho a la desesperación. Es una relación dependiente; cada uno es el oxígeno que el otro necesita para respirar. Pero también es un vínculo que asfixia, que agota, que no deja espacio para que ninguno de los dos exista de forma independiente. Es una relación extrema, total y totalitaria; todo o nada, madre e hijo siempre juntos, hasta el final.
Querrías vivir así conmigo, me dice, y nos imaginamos apilados en la camioneta rodante en el desierto. Querrías vivir así hasta el final le pregunto.
Precoz es una adaptación de la nouvelle de Ariana Harwicz, una escritora argentina radicada en Francia. El libro fue publicado en 2015 y es el tercero de su trilogía que, desde dos extremos —el amor y el odio— aborda los vínculos familiares y de pareja. Matate amor, su primera novela, fue llevada al teatro en 2018 con la actuación alucinante de Erica Rivas y la dirección, igual de alucinante de Marilú Marini; claramente, fue un éxito rotundo. El tercer y último libro de la trilogía es La débil mental, que narra la relación entre una madre y su hija adolescente, y que, nos animamos a predecir, también tendrá su versión escénica.
La madre es Valeria Lois, con medias de red negras, borcegos y un vestido de segunda mano, y Tomás Wicz es el hijo, con gorrito, buzo y un pantalón azul demasiado grandes para su cuerpo. La directora es nada más y nada menos que Lorena Vega, y la adaptación del libro estuvo a cargo de Juan Ignacio Fernández.
El escenario de Dumont 4040 está despojado. Solo hay un sillón de cuero marrón de dos plazas, paneles con luces y nada más. La acción transcurre en el living de una casa sin calefacción en los suburbios de Francia donde una madre y un hijo pasan sus días pegoteados, robando cosas del supermercado, visitando al amante de la madre que trabaja en un viñedo y paseando por la ciudad. La madre le pide al hijo que por favor falte al colegio, que se quede con ella; en la mirada de él se mezclan toda la admiración, el amor y la lástima del mundo. Y se queda con ella, obviamente.
Los hijos siempre quieren volver a casa.
Precoz es una adaptación fiel del texto de Harwicz. La novela está escrita en primera persona, desde el punto de vista de la madre. Cada tanto emerge la voz del hijo, en conversaciones o en la propia mente de la protagonista. En la obra, los personajes dejan que el texto les atraviese el cuerpo; lo interpretan, lo recitan y lo sienten. Prevalece ese decir, la instancia del relato, de forma que la poeticidad de la novela emerge con furia. Al ver la obra, una siente que las palabras de Harwicz fueron escritas para ser dichas en voz alta, escupidas desde las entrañas de les actores. Al poner en escena todo el texto original, el aspecto literario y poético de la novela se manifiesta en toda su potencia, tanto en la expresión pícara del hijo como en los ojos desesperados y llorosos de la madre.
El beso saleroso en la boca con chicle justo antes del envión. El beso líquido en los huecos de los labios.
Los personajes habitan en los bordes de la sociedad, en zonas fronterizas (reales y simbólicas). La madre no trabaja, no se sabe de qué vive, el hijo casi nunca asiste al colegio, en un momento reciben una visita de una asistente social que no hace nada. El afuera aparece como un territorio diferenciado, una realidad paralela donde hay adolescentes que van al colegio, casas con calefacción y madres que saben cómo ser madres. El afuera casi no aparece en la obra, salvo cuando el amante de la madre le dice que su hijo está demasiado pálido y flacucho, que debería mandarlo al colegio más seguido, o cuando el director de la escuela cita a la madre y ella no aparece. La casa se transforma en una trinchera que los aleja (y supuestamente los protege) del resto del mundo.
Cuánto mejor es tener a alguien del otro sexo, producir un hombre, alguien que será algún día más fuerte, que tendrá más habilidades, que podrá llevarte en alzas por los caminos montañoso o hacer de escudo.
Los personajes no pueden mantener vínculos con otres que no sean extremos ni destructivos, como el que tienen ellos, madre e hijo. La madre se entrega una y otra vez a su amante; él la rechaza muchísimas veces pero ella sigue intentando. El hijo no tiene amigues ni pareja ni nada, su única relación es con su madre.
Pero él me mira solo a mí. Pero él me ama solo a mí.
Las actuaciones de Julieta y Tomás es lo que sostiene la obra, además del texto punzante y desgarrador de Harwicz. Hay caricias sutiles, una electricidad que se siente entre los cuerpos; una complicidad que se genera en las miradas, una tensión que, como un chispazo, brota cuando los actores se tocan y se rozan y se besan; hay cuerpos que se acercan, por momentos demasiado, y se alejan de golpe, como dos imanes que se atraen y se repelen al mismo tiempo.
Pero ahora me besa y nos deshacemos, no madre hijo, dos indocumentados que se cruzan en un paraje, dos aturdidos en la cima de un refugio, dos punks que atraviesan Europa.
Es una obra sobre una madre que no sabe cómo ser madre, que no quiere serlo del todo, es una obra que indaga en lo más incómodo de los vínculos familiares y muestra cómo, a veces, las personas que nos aman son las que nos hacen más daño. Trata sobre vínculos que rozan lo incestuoso, sobre una relación que mezcla la envidia, el amor, el rencor, la lástima y la dependencia. La madre asume distintos lugares: la amiga, la confidente, la amante y, muy de vez en cuando, la madre.
El hijo no me alegra, el hijo no sacia
Precoz saca a la luz muchos aspectos difíciles de las relaciones madre-hijo, y por qué no, del resto de las relaciones familiares. Les da voz y carne a personajes simbióticos que no pueden (ni saben cómo, ni querrían) existir de forma separada. Cuando salí de la obra, me vino a la mente el poema de Fabián Casas que dice “Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia”.
Ficha técnico artística
Autoría: Ariana Harwicz
Actuación: Valeria Lois, Tomás Wicz
Dirección general: Lorena Vega
Adaptación: Juan Ignacio Fernández
Música original: Sebastián Schachtel
Escenografía: Rodrigo González Garillo
Diseño de movimiento: Jazmín Titiunik
Asistencia de dirección: Mercedes Aranda
Vestuario: Julieta Harca
Diseño de luces: Ricardo Sica
Fotografía: Sebastián Freire
Diseño gráfico: Leandro Ibarra
Producción: Intensa Producciones
Producción general: Natalia Kleiman, Flor Monfort, Julieta Díaz
Asistencia de producción: Mercedes Aranda
Prensa: Marisol Cambre