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80'

Tato Pavlovsky estrenó Potestad en 1985, dos años después de su vuelta a Argentina luego de cinco años de exilio político en España, dos años después del final de la última dictadura militar en Argentina. El impacto de este periodo en la obra de Pavlovsky no había sido menor: en el 77, su obra Telarañas fue prohibida luego de dos funciones por “conmover los fundamentos de la institución familiar”. Cruel paradoja: los 30.000 desaparecidos entre el 76 y el 83 conmovieron los fundamentos de  miles de familias en un sentido absolutamente literal. Y es este el tema que se retoma en el texto de Potestad, que hoy puede verse en versión Noh, bajo la dirección de Norman Briski.

El Noh es una forma de teatro japonés que se remonta al siglo XIII. Tanto en su división de roles, como en sus movimientos en el escenario y en los tipos de obras interpretadas, el Noh se caracteriza por sus definiciones estrictas. Hasta aquí, la elección de Briski es transparente: nada mejor que una forma teatral estrictamente regimentada para dar vida a un periodo marcado por el dogma militar. Pero más que eso, el uso de la estética Noh es la respuesta escénica de Briski a la decisión dramatúrgica de Pavlovsky: contar una historia de la dictadura a través de la voz de un médico militar. Briski agrega, además, otra variación: el personaje es un hombre, pero es interpretado por una actriz, María Onetto.

Hay otra característica que vuelve al Noh especialmente apropiado para contar esta historia: el escenario casi vacío se convierte, en Potestad, en el fondo perfecto para el despliegue de la psiquis de este hombre. En efecto, en manos de la versátil Onetto, el personaje va transformándose a lo largo de la obra: desde un zanguango patético, pero simpático, hasta ese monstruo que nos dejó la dictadura: el ladrón de huérfanos de padres desaparecidos.

En el Noh, la música no es mero acompañamiento, sino parte integral del espectáculo. Pero en Potestad hay un solo sonido; la voz de Onetto resuena, interpreta todas las partes, modula las emociones. Lo único que la interrumpe son ruidos, la música incidental de Tomás Finkelsztein, que quiebran el mundo ordenado del militar. También el vestuario, diseñado por Renata Schussheim, es despojado de sus colores simbólicos y sus grandiosas telas bordadas. En vez, tenemos sobrias túnicas negras y blancas que solo toman de los disfraces originales la holgura que esconde la figura humana que está debajo.

Ganadora del ACE 2019, la actuación de Onetto es, hay que resaltarlo, magnífica. Maneja expertamente el escenario por sí sola, como lo hace en su otro unipersonal en cartelera actualmente, La persona deprimida de Daniel Veronese. Ambos papeles, además, la ponen en contacto con otra faceta de su biografía: la psicología, carrera que estudió en los 80 en la UBA. Tanto en Potestad como en La persona deprimida, la interpretación de Onetto pone al público en el rol de psicoanalista. 

Esta dinámica, que es tal vez evidente en el caso de la obra de Veronese, se vuelve una experiencia vertiginosa para el espectador del texto de Pavlovsky (quien, no olvidemos, fue pionero del psicodrama en nuestro continente), especialmente a medida que va a saliendo a la luz la historia de vida del médico, la historia política del país. En sus butacas, el público se vuelve un psicoanalista freudiano que practica la atención flotante: no le importan los detalles de la historia que cuenta, sino ver el desvelamiento de la psiquis del monstruo. Como recomendaba Freud a los psicoanalistas en 1912, Farsa recomienda hoy ir a ver esta obra y “simplemente escuchar”. 

Ficha técnico artística

Autoría: Eduardo Tato Pavlovsky

Dirección: Norman Briski

Actuación: María Onetto

Iluminación: Norman Briski, Leandro Bardach

Diseño de vestuario: Renata Schussheim

Escenografía: Leandro Bardach

Música y diseño sonoro: Tomás Finkelsztein

Fotografía: Catriel Remedi

Asistencia de dirección: David Subi

Producción: Seba Berenguer, David Subi y Rosario Vera

Entrenamiento y asistencia en traspolación de teatro noh: Daniela Rizzo

Realización de vestuario: Jorge Maselli y Cristina Tavano

Realización escenográfica: Guillermo Bechthold, Ignacio Lang, Fernando Neumann

Dirección artística y Producción ejecutiva: Marcelo Melingo y Horacio David

Prensa: Mutuverría PR

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