Reseña
60'

Casi que se puede masticar la furia de cada palabra que escupe Yanina Gruden, vestida de rojo de pies a cabeza. Le dicen la Negra Buena, aunque tiene arranques de cólera. Cuenta cómo es la vida en el pueblo: la higuera, la hermana muerta en vida, la madre con el delantal estrujado, el padre que sobrevivió al manicomio, la abuela con lengua de víbora. La Negra decide irse a Nueva York con César, un hombre quince años mayor.

New York mundo animal comunica mucho en formas y colores: una nube de humo blanco, una línea roja en el suelo. Se destaca el texto de la directora, Gilda Bona. Es una narración cargada, para nada solemne, pero tampoco coloquial. Gruden lo encarna naturalmente en toda su complejidad. Le da relieve dramático con todos los matices de su voz, con sollozos trágicos y carcajadas histéricas.

“Los loquitos de verdad andamos sueltos, no encerrados”, dice la Negra. Pero desde la casa de sus papás hasta el departamento de César y el taxi amarillo que maneja, su vida consiste en una serie de jaulas y la puesta lo representa. Gruden lanza su cuerpo contra las paredes y rueda por el suelo. Inicialmente las luces la persiguen, pero en su momento de mayor sumisión es ella quien se arrastra, entregada, hacia el sector iluminado.

Aunque la familia es manada y Nueva York es una jungla, lo salvaje está dentro de la protagonista. En el pecho de la Negra, una criatura lucha contra las categorías impuestas de buena-mala, nena-mujer, virgen-puta. Pero la criatura enmudece ante las lecciones de César, que quiere domesticar a la Negra a toda costa. “Muerdo, mastico, trago”, repite la Negra resignada, toda de marrón, excepto por una bufanda roja que es señuelo de su ira enterrada, pero no muerta. 

El final es rebelde en contenido pero pacífico en tono. A partir de una epifanía, la furia se convierte en energía vital. Igual, quedan dentro nuestro criaturas como la de la Negra: furibundas y listas para romper nuestros esternones, parirse a sí mismas y arrancarnos de la mansedumbre.

Ficha técnico artística

Dirección: Gilda Bona

Autoría: Gilda Bona

Actuación: Yanina Gruden

Música: Rolando Vismara

Entrenamiento corporal: Cele Campos Yoga

Asistencia de dirección: Mariel Puga

Diseño de Vestuario: Jennifer Sankovic

Diseño de iluminación: Luciana Giacobbe

Fotografía: Lucía Morón

Diseño Gráfico: Lucía Morón

Ilustraciones: Thais Montero

Animación: Thais Montero

Utilería: Alejandro Richichi

Prensa: Débora Lachter

Redes Sociales: Florbracco

Producción Ejecutiva: Florencia San Martín

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