Mujeres en el baño, escrita y dirigida por Mariela Asensio, estrenó originalmente en 2007. Las farsas fuimos a ver esta obra con esta fecha muy presente y con una duda fundamental: ¿Qué tiene que ver lo que les pasaba a las mujeres en el baño en 2007 con lo que les pasa ahora, que incluso estamos cuestionando la existencia de baños separados para hombres y mujeres? La respuesta es “sorprendentemente mucho”, aunque ya su título parezca sumirnos en una definición de género que hoy en día definitivamente es un punto candente de discusión en el feminismo, más que un punto de partida.
La obra arranca con una lista de lo que hacen las mujeres en el baño, una lista que sigue siendo bastante actual porque el baño sigue siendo un buen refugio íntimo para cualquiera que se sienta atosigada por los mandatos sociales. Para empezar, por más avances que haya habido en el feminismo, el mandato social de la belleza sigue presente, incluso cuando el ideal hegemónico haya mutado y ahora no sea simplemente el de Barbie™. Hay marcas muy 2007: la obligación de la delgadez, las forradas que hacen los hombres, la indignación de que Arjona sea una persona que gana plata y mucha. Ahora estamos más en la vida saludable y la destrucción de la idea del amor romántico, es cierto. Pero las letras de Arjona siguen siendo infumables y nunca está de más recordar sus versos más nefastos. Máxime teniendo en cuenta que el señor va a estar en Argentina en agosto de este año, dando múltiples shows que ya están agotados. Es decir, Arjona sigue *arcada* vigente *vómito*.
Hay incorporaciones que buscan actualizar, como Instagram y la mini-pimer. Pero lo más actual de esta obra es la primera canción, donde se nos plantea un tema que es como una vuelta de tuerca del mandato de la belleza, una vuelta muy insidiosa que podemos resumir en el toxiquísimo “amate tal y como sos” (que hace poco tuvo una representación magistral en la serie yanki Euphoria, donde una adolescente que se odia a sí misma alucina con un montón de famosas que rodean su cama y le gritan que se ame a sí misma, que es hermosa, perfecta, valiente, única, mientras ella llora y pide por favor que la dejen odiarse en paz). Y algo que se expresa muy bien en la coreografía de Tini Santamaria es cómo terminamos todas transformadas en robots angustiados que siguen los pasos indicados con mayor o menor entusiasmo, pero sin ninguna idea de por qué lo estamos haciendo o cómo podríamos parar de hacerlo. Todo lo que hacemos es intentar avanzar, subir, acumular: la fama y el dinero son nuestros únicos objetivos (o como resume Maida Andrenacci en su monólogo: “El arte nos importa una mierda”).
De hecho, este musical abunda en indicaciones superyoicas y ahí está su potencial, su corazón oscuro. Algunos segmentos son tan buenos que diría que ya hacen que valga la pena ir a ver una obra que tiene sus altibajos. Es decir, si querés ir a reírte un rato con chistes (algunos no tan inteligentes, pero quién dijo que el humor bobón no hace bien al alma), andá. El elenco (compuesto por Andrenacci, Laura Conforte, Laura Cymer, Iride Mockert y Esther Goris) no defrauda; las canciones originales de Mauro Garcia Barbé funcionan bien; hay muchos gags divertidos. Va a haber momentos raros: algunos gags son excelentes, pero otros quedaron medio viejos y hoy solo nos dan ganas de llorar.
En otra sintonía, dejando de lado su valor como entretenimiento, es una obra que vale la pena si lo que querés es ir a escarbar en la mierda que es la experiencia femenina en el patriarcado, y reflexionar acerca de cómo mutó el discurso feminista en los últimos quince años. También es una obra que nos sirve para pensar en el recorrido de Asensio como dramaturga. Si viste Vivan las feas (estrenada en 2014), te vas a reencontrar con tres personajes tomados de esa obra. Si viste La casa oscura (estrenada en 2021), de Asensio y Maruja Bustamante, vas a notar que aunque los temas son similares, la escritura de Asensio es distinta: en La casa, Asensio usa sus monólogos para desarrollar temas más íntimos y personales (la neurosis, la compulsión, el caos cotidiano de vivir) mientras que en Mujeres está supeditado a una bandera más amplia: la experiencia femenina.
La magia de Asensio en Mujeres está en cómo humaniza banderas políticas del feminismo, temas tan generales que podrían volverse una letanía de injusticias (es decir, un perno). Mujeres en el baño es un musical que se burla del ideal de la mujer limpia y buena, que apunta más hacia donde lleva Virginie Despentes en Teoría King Kong: ser una mujer más deseante que deseable.
Ficha técnico artística
Dirección: Mariela Asensio
Autoría: Mariela Asensio
Actuación: Maida Andrenacci, Laura Conforte, Laura Cymer, Iride Mockert y Esther Goris
Música: Mauro Garcia Barbé
Asistencia de dirección: Valeria Tollo
Diseño de escenografía: Maria Oswald
Diseño de vestuario: Vessna Bebek
Diseño de luces: David Seldes
Coreografía: Tini Santamaria
Diseño gráfico: Lucia Peralta
Prensa: Varas Otero
Redes Sociales: Lucia Peralta
Producción ejecutiva: Guadalupe Cruz
Producción general: Paola Luttini