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García Lorca no pudo sobrevivir a la guerra civil española, y recordar eso es lo más parecido a la desolación del transcurrir de su Mariana Pineda. Así lo inevitable, Mil Federicos es ofrenda para volver a sentirlo bien vivo en tierras donde fue y es adorado.

La puesta de Mil Federicos está atravesada entera por la poiesis. Ni linealidad temporal ni literalidad. Federico cuelga la luna y el puente entre el presente y el recuerdo se tiende entre Madrid, Granada, su familia, las cartas, el amor, los toreros, y la persecución.

Con una sonoridad y presencia imponentes, a través de un cuerpo preciso y muy expresivo, Hernán Lewkowicz le da vida al poeta andaluz. Gastón Grinzpun también está en escena y es otro Federico, eco o inconsciente, que construye desde, tal vez, lo que sea un sitio más lejano que el de su presente.

Federico le habla a Federico y sobre él, pero Federico ya no está, porque alguien cercano lo delató. Lo acusaron de masón, socialista y homosexual. Igual, dice lo que imagina, lo que piensa hacer. Fantasea con cómo quiere matar a sus asesinos, va a agarrar una amapola seca o una carta que no mandó, y se la va a llevar, porque sabe que no volverá.

Textos sueltos, conferencias, olores y colores de época e ideología lorquianos están allí. Un rompecabezas posible, traducido en una escenografía resuelta con mucha creatividad y encanto, mediante las partes de un universo biográfico: una puerta, la luna y una guitarra funcionan como cielo permanente y bajan a través de un sistema de poleas. En el suelo, la arena de la playa y de la plaza de toros.

Lorca era además música; Hernán es la voz de las canciones y Gastón ejecuta los instrumentos: flauta, cajón peruano, guitarra criolla, un repertorio particular que estos Federicos traen a escena.

Mariana Mazover es la directora y tiene el mérito de que el proceso no cayera en la solemnidad que podría implicar la puesta de una obra sobre García Lorca. Su mano mágica estuvo en la guía de esos intérpretes, que parecen andar solos, como si les cupiera en el cuerpo la tremenda historia que están contando.

Todavía no se sabe dónde está Lorca, pero “enterrado dentro de un poema, algún día volverá”.

Ficha técnico artística

Dramaturgia y Dirección: Mariana Mazover

Actuación: Hernán Lewkowicz

Composición y música en escena: Gastón Grinszpun

Arte, espacio e iluminación: Félix Padrón

Diseño de vestuario: Javier Laureiro

Diseño de Maquillaje: Ana Pepe

Asistente de dirección: Manuela Estigarribia – Jazmín Cancian

Asistencia dramatúrgica: Alan Cabral

Fotografía: Bruno Basile

Prensa: Sánchez-Sacco Prensa y Comunicación

facebook.com/Mil-Federicos

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