Reseña
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Una ola de fe vacía acorrala cada vez más a las Iglesias de toda una región. Los fieles desaparecen o simplemente se olvidan de Dios. En un pueblo, la única Iglesia que queda, siente la amenaza del gran final que le viene pisando los talones. Desesperados por arañar algo de ese poder al que todavía no renuncian, y con el miedo de que sea su última oportunidad para recuperarlo, los sacerdotes apuestan todo a un plan en el que ni ellos confían. Frente a la presión divina, la ayuda de una mujer que pone huevos blancos parece ser su mejor opción. O no.

La Ponedora muta sorpresivamente a medida que avanza la función. Desde la estética del diseño y lo ambiguo del nombre, podemos pensar que tiene que ver más con un clásico, quizás hasta con un drama. Pero la trama nos va llevando a un universo distópico, una especie de guerra de instituciones religiosas, en el que rige un “vale todo” para recuperar, o al menos mantener, la poca cantidad de fieles que aún deambulan sueltos por ahí. Se trata de creyentes que fueron perdiendo su fe en las iglesias católicas tradicionales, y que ahora se sienten tentados, en cambio, por las últimas tendencias evangelistas y las novedosas iglesias brasileras, por ejemplo.  El aquí y ahora es una ciudad del interior de Buenos Aires, Ayacucho, donde la única iglesia tradicional que queda se siente fuertemente amenazada por esta nueva ola de Iglesias New Age, que regalan electrodomésticos a quienes asistan a sus misas y demás ceremonias, entre otras cosas.

En este panorama, van apareciendo varios otros elementos que hacen a lo divertido de la historia, lo que se sigue saliendo de lo esperado. Mónica (Rocío Saldeña) es una prostituta enemistada históricamente con la institución, rechazada y expulsada de la misma por dedicarse a la profesión más antigua del mundo. Mónica ahora regentea su propio negocio, y cuenta con una joyita: La Ponedora (Verónica González), una mujer que pone huevos milagrosos. El Monseñor de la Iglesia de Ayacucho (Martin Tecchi), desesperado por recuperar -si todavía es posible-, algo de ese poder que fue perdiendo frente al avance de las demás iglesias, quiere convencer a Mónica de que un trato entre los dos es lo mejor para ambas partes. Con la ayuda principalmente de Cristian (Santiago Fraccarolli), y de los personajes que componen Josefina Barrionuevo y Homero Gonzalez, inician un recorrido que los lleva a todos a exponer situaciones muy divertidas, contando una parodia de lo que podría ser tranquilamente nuestra realidad actual. Esta es una propuesta que se evidencia muy fuerte en la puesta en escena y en la intención narrativa de esta obra dirigida por Ana Lucía Rodriguez, que ya se encuentra en su tercera temporada.

 La Ponedora, el último milagro nace como proyecto de un proceso creativo colectivo, cuando todos sus integrantes eran compañeros en El Sportivo Teatral, escuela de Ricardo Bartis, hace algunos años. El resultado es un universo religioso parodiado, un mundo imaginario llevado al extremo de forma muy lograda, en donde también aparecen elementos totalmente cotidianos como el Estado, la batalla cultural, las instituciones y el amarillismo; atraso versus el aggiornamiento.

Ficha técnico artística

Dirección y Puesta en escena: Lucía Rodríguez

Actuación: Josefina Barrionuevo, Santiago Fraccarolli, Homero Gonzáles, Verónica González, Rocio Saldeña, Martin Tecchi

Escenografía: Esteban Siderakis

Diseño de luces: José Binetti

Realización de vestuario: Danisa Samurio

Música original: Santiago Grandone

Operación de luces: Hernán Melazzi

Diseño gráfico: Estudio Cumbre

Asistencia general: Daniela Brunfman

Prensa: CorreyDile Prensa

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