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60'

Salí de la obra sintiendo que todo iba a estar bien. Me dejó -por más cursi que suene-, colmada, profundamente agradecida por haber presenciado un pedacito teatralizado de la vida de Laura Nevole. No sé cuánto fue verdad y cuánto mentira, pero me lo creí todo.

Laura inicia su autorretrato contándonos sobre su familia, proyecta fotos de su infancia, nos explica quién es quién. Habla de su mejor amiga del colegio, Chizito, de su abuelo, que estuvo toda la vida enamorado de su madrina, de dos amigas de la familia, una de las cuales llamaba a la otra a las tres de la mañana y se quedaba ahí, respirando sin decir nada. En la foto de ambas, tienen la cara borrada. Después, nos muestra los objetos de su infancia. Una colección de muñequitos, a los que llama “pequenines”, que se dedicó a rescatar porque creía que eran seres mágicos. Es que cuando tenía nueve habló con dios. Dios la llamó “La niña” y le contó su futuro. Laura lo escribió todo en su diario. Desde ese día, su vida quedó marcada por el llamado divino. 

La Elegida es una obra íntima como pocas, honesta, cómica y emotiva. Laura es una narradora innata, de esas personas que hablan y todos callan. Es, al mismo tiempo, una actriz fenomenal. Apenas habían pasado cinco minutos y ya me había reído varias veces (y no me río fácil en el teatro). Me relajé en el asiento y me agarró esa sensación de que estaba en buenas manos. De que solo tenía que disfrutar.

La escenografía es mínima: un proyector y dos muebles repletos de objetos. Cada uno tiene un significado especial. Hay libros de erotismo que su profesor de teatro le dio cuando ella tenía que actuar de pájaro sensual y no le salía. Hay un mechón de pelo negro en una bolsa ziploc que le regaló su primer novio cuando se separaron. Está su diario, en el que escribió su futuro -aunque dios se equivocó y tuvo un hijo más de lo predicho. Un souvenir de su abuela, quien le pidió que lo usara en una obra de teatro. El músico en escena, Gabriel Ventura Gulí, con su guitarra, teclado y tambor, hace que el monólogo sea aún más vívido, agiliza los cambios de humor, las transiciones. 

La obra sigue la línea del biodrama, donde el objeto del teatro es la propia vida. Laura -me cuesta llamarla por su apellido, después de ver una pieza tan íntima-, hace de su historia un museo dinámico, una exposición abierta al público. Nos relata sus momentos más bizarros, difíciles, patéticos y geniales. Como cuando trabajaba en un campamento con chicos de la Iglesia y, en el fogón, sin saber qué hacer, interpretó “Yo, dueña de la noche”, de los Pimpinella, haciendo de Joaquín y Lucía a la vez (lo cual me parece bizarro, patético y genial). O cuando, después de que su padre -quien le transmitió su pasión por el dúo musical-, le dijo que estaba rellenita y Laura, en consecuencia, fue corriendo a todos lados para bajar de peso. Dejó de comer hasta que llegó a pesar treinta y siete kilos. 

Una de las preguntas que surgen es qué pasa cuando ya no se es “la elegida”. Cuando se pierde el vínculo con dios. Cuando esa creencia de que somos especiales se desvanece. Laura relata la tragedia de entender que es una más. Después de una adolescencia llena de actividades religiosas -preparar misas, ir a los campamentos de la iglesia, organizar eventos y más-, deja de creer. Y tiene que hacerse su lugar en el mundo de otra manera. En su último trabajo antes de recibirse de psicóloga, Laura concluye que “la locura es que la llave la tenga otro”.

La Elegida es una pieza catártica que no se regodea en el sufrimiento. Es vital, dinámica, con un ritmo perfecto. Prueba que no se necesita mucha grandilocuencia para crear algo especial. Hay que destacar la dirección de Paula Fanelli, que también participó de la dramaturgia. Siento que dije demasiado. Una obra enérgica y hermosa. Veanla en Nün Teatro Bar.

Ficha técnico artística

Dirección: Paula Fanelli

Dramaturgia: Paula Fanelli y Laura Nevole

Actúa: Laura Nevole

Música: Gabriel Ventura Gulí

Asistencia de dirección: Luciana Caisutti

Escenografía: Paola Delgado

Vestuario: Paola Delgado

Diseño de luces: Estafanía Piotrkowski

Composición musical: Gabriel Ventura Gulí

Realización Set-electric: Paul Damian Pregliasco

Diseño gráfico: Sergio Calvo

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción: Luciana Caisutti

Esta obra formó parte del FIBA 2020 y de Fiesta de Teatro 2019.

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