Cosas que puede hacer un cuerpo: bailar, coger, retorcerse de dolor, romperse, rehabilitarse, morir, transformarse, caerse, tocar y ser tocado, desnudarse, herirse y herir, quedarse inmóvil, envejecer, correr, gatear, esconderse en una bolsa de consorcio, doblarse, actuar, actuar, actuar. En Fuck Me, el cuerpo es superficie de placer, fuente de dolor, material artístico, objeto de deseo, cárcel, manifestación de potencia y debilidad. El cuerpo permite que esta obra exista y al mismo tiempo la condiciona.
Fuck Me cierra la trilogía de Marina Otero que trata sobre los dilemas de tener un cuerpo, después de Andrea, su primera pieza estrenada en 2011, y Recordar 30 años para vivir 65 minutos, un biodrama realizado en 2015. Fuck Me se presentó por primera vez en Argentina durante el FIBA de 2020 y volvió en el FIBA 2022. También hizo una gira por festivales de Europa, pasando por Francia, Italia, España y Suiza.
Fuck Me, al igual que las piezas anteriores, se inscribe en el género de la autoficción y usa recursos de la danza y la performance. En esta puesta, los límites entre vida y obra se borronean. Tanto que pareciera no existir vida sin obra ni obra sin vida (quizás Marina diría que una vida sin obra no vale la pena ser vivida).
Fuck Me surge de un accidente, de una imposibilidad: Marina estaba ensayando la obra para un festival y se rompe la columna por una hernia de disco, motivo por el cual es internada cuatro veces. Pasa mucho tiempo sin casi poder moverse, mucho menos bailar. En vez de ser la protagonista, se convierte en la directora. Contrata a cinco bailarines o “chongos del teatro”: Augusto Chiappe, Fred Raposo, Juan Francisco López Bubica, Matías Rebossio y Miguel Valdivieso. Los cinco bailan como los dioses, desnudos y empapados en transpiración. El nombre escénico de todos es “Pablo”, en honor a ese momento de su vida en el que chongueaba con tres Pablos en simultáneo.
Fuck Me está compuesta por escenas donde los chongos-bailarines recrean coreografías elaboradas por Marina y otras donde ella habla sobre el proceso de creación de la obra, la decadencia de su cuerpo, su trayectoria y su relación con el teatro. Por momentos se proyectan videos de otras obras y coreografías, mientras suenan temas como “Dame fuego” de Ataque 77 , “Como lo hice yo”, de Sandro y “Déjame llorar” de Montaner. Los bailarines se mueven con una potencia y belleza que hace difícil apartar la mirada de sus cuerpos desnudos y magnéticos; atrás de ellos hay un fondo rojo sangre, rojo carmesí. Marina los observa desde su silla de directora a un costado del escenario, con una mirada déspota y un cigarrillo en la mano que no le dejan encender por ley. “Voy a mirar cómo ellos le prestan su cuerpo a mi causa narcisista”, zampa.
El contraste entre esos cuerpos está puesto en primer plano: Marina camina con la espalda dura y muy lento, como si fuera a romperse en cualquier segundo, y los bailarines saltan, se tiran al piso y se mueven sin parar; tienen cuerpos atléticos, espasmódicos, femeninos y masculinos a la vez. La composición de los cuadros escénicos es de una belleza chocante: el fondo rojo que nos transporta al inframundo, el cuerpo de Marina, doliente y semiespectral, los bailarines moviéndose al unísono en una danza que mezcla lo sensual con lo violento.
Fuck Me es una obra que se sabe profundamente narcisista y ególatra, pero se permite reírse de sí misma a través de la ironía y la autorridiculización. Marina dice algo así como “si yo no voy a contar la historia de mi vida, ¿quién lo va a hacer?”. Fred, uno de los chongos-bailarines dice que se siente cosificado y explotado por Marina, que está harto de ser un pedazo de carne. Mientras él habla, los gemidos de Marina ahogan sus palabras y no lo dejan terminar su descargo.
El nombre de la obra, explica la directora, se debe a que, a lo largo de todo el proceso, ella nunca cogió. El deseo del cuerpo está puesto en primer plano: el deseo de tocar, de coger, de correr, de vivir, y sobre todo, de crear. Marina dice cosas que quizás muchas no nos animamos a decir en voz alta: confiesa su deseo de ser respetada y querida, dice que va a ver obras y sale criticando a todo el mundo, admite que sin el teatro no tiene nada y confiesa “quiero que me quieran porque yo no me quiero”. Marina tiene la valentía para admitir que lo quiere todo. No es difícil identificarse con algunas de estas confesiones y sentir que, en una realidad paralela, podríamos ser nosotras arriba del escenario, desnudando nuestros cuerpos y almas frente a una sala repleta de espectadores que nos miran hipnotizados.
Fuck Me pone en primer plano que un cuerpo puede romperse, herirse, destruirse, ser operado y rehabilitado, que puede resurgir, ser una pesadilla y una vía de escape. Atención: de esta obra nadie sale indemne.
Ficha técnico artística
Dirección y dramaturgia: Marina Otero
Intérpretes: Augusto Chiappe, Juan Francisco Lopez Bubica, Marina Otero, Fred Raposo, Matias Rebossio, Miguel Valdivieso, Cristian Vega
Espacio escénico: Facundo David, David Seldes
Diseño de espacio: Adrian Grimozzi
Música original: Julián Rodríguez Rona
Iluminación: Facundo David, David Seldes
Diseño de iluminación: Adrián Grimozzi
Diseño de vestuario: Uriel Cistaro
Realización de vestuario: Adriana Baldani
Montaje de video: Florencia Labat
Artista visual: Lucio Bazzalo
Fotografía: Matías Kedak
Estilismo: Chu Riperto
Asesoramiento dramatúrgico: Martín Flores Cárdenas
Asistencia coreográfica: Lucia Giannoni
Asistencia de dirección: Lucrecia Pierpaoli
Distribución: Timbre 4, Otto Productions
Producción: Mariano De Mendonça
Dirección técnica: Facundo David, David Seldes