ÉRASE o ERASE
Como el inicio de los cuentos clásicos, esta historia empieza en muy muy lejano. Cuando el ser humano se cubría con piel de animal −a lo Susana Giménez− y el lenguaje se empezaba a formular con la necesidad de comunicar.
Lo que al principio comunica se vuelve relato y la obra nos recuerda que el relato es una forma de entender el mundo. Contando anécdotas se hace el mundo. Hablando por una misma se hace el mundo. La obra tiene varias partes y cada parte habla de cosas diferentes y a la vez habla de lo mismo. Cuando entrás a la canchita de Quetrén, se trepan personas como animales salvajes en los andamios del lugar. Hay cinco acá, al costado y arriba (Marcos Krivocapich, Nico Levin, Carolina Saade, Donna Tefa Sanguinetti, Milva Leonardi). Sobre el pasto sintético, al costado, otros dos esperando para cantar sus verdades (son Mónica Cabrera al micrófono y Pablo Viotti en el piano). Al principio, cada une va contando quién fue y cuál fue su mayor aporte al conocimiento, a la evolución, a filosofía, las ciencias y a las matemáticas. Son como entradas de una enciclopedia universal: San Agustín, Sócrates, Darwin, Kant, Chomsky, Sontag, Luxemburgo. Se pelean, disputan un espacio de poder, puesto que en el avance de la historia universal hay puja entre argumentación y contraargumentación −así como entre cultura y contracultura−. ¿Quién decide qué es lo que queda? Como se sabe, la historia se escribe en hojas desordenadas y hay teorías que mueren, hay necesidades que se transforman en organización, lucha y derechos, y hay ideas que sobreviven al paso del tiempo buscando oficializarse.
Esta es una obra sobre la historia del mundo. Desde sus orígenes hasta la actualidad. Y pasa por ese lapso brevísimo y gigante es que la inscripción de la misma en los relatos enciclopédicos. El tema es que la historia del mundo tiene momentos épicos y momentos detestables. Tiene un siglo entero que nos dejó en shock –el XX−, con nuestra aura maltrecha, golpeada y sangrando en el piso. El siglo de la fabricación de cadáveres. El de las minifaldas y la pastilla anticonceptiva, el de las drogas, el de las revoluciones, el siglo de la música. Me imagino que a esta altura se estarán preguntando cómo hacen para abarcar la historia del mundo en tan solo setenta minutos. Es que en la vida hay que elegir. Y los que eligen dónde estar, las que eligen qué cosas contar y qué peleas dar, son les que trascienden a la muerte y a la degradación del paso del tiempo.
Es una obra que nos encanta porque nos llena la cabeza de preguntas. No se anda con boludeces. Es una propuesta para pensar, de verdad. Y para pensar es necesario moverse: les actores recorren el espacio e invitan a hacerlo con elles. Encarnan a Mónica Seles y a Rita Segato. Ambas se quejan de que, en definitiva, el sistema es tal porque funciona reproduciéndose a si mismo, con sus partes trabajando colaborativamente.
También es un erase, como borrar en inglés. Porque si algo tuvo el siglo XX es nuestro propio infierno argentino. Aquel donde además de asesinos y torturadores, hubo ladrones e ignorantes. Un gobierno que quemaba libros porque eran rojos es capaz de torcer el origen del mundo en detrimento de las ciencias. Es que ERASE habla también de ese episodio: cuando la primera página de la enciclopedia francesa representaba a un hombre “salvaje” mirando el desierto y la iglesia católica −en la dictadura militar− la modificó construyendo otra representación: un tipo, a lo Diego Torres, con sus genitales tapados −como si ya estuviera evangelizado− iluminado por una luz majestuosa en el horizonte. Les chiques de la obra te muestran ambas imágenes y esa imagen tiene una fuerza abrasadora. Es que la tiranía del delete no es más que un recordatorio de que lo que se trabaja y lo que persevera en la memoria no desaparece.
En este punto, nosotras nos preguntamos: ¿cómo hacemos la gente rota, lastimada, con alguna parte menos, los recién vueltos de la guerra, para seguir produciendo? ¿Cómo hacemos las mujeres para seguir escribiendo nuestra historia después de que nos obligan a cerrar la boca en lo privado, en lo público, en la historia del mundo? Por suerte, la obra lleva a la reflexión sin culpa, desde un lugar natural, desde la palabra, la risa, la música y el movimiento.
Ficha técnico artística
Dirección: Gustavo Tarrío
Autoría: Mónica Cabrera, Marcos Krivocapich, Gustavo Tarrío
Actúan: Mónica Cabrera, Marcos Krivocapich, Nico Levin, Carolina Saade, Donna Tefa Sanguinetti, Milva Leonardi
Voz en Off: Gustavo Di Sarro, Cecilia Laratro
Vestuario: Paola Delgado
Iluminación: Fernando Berreta
Diseño sonoro: Pablo Viotti
Realización de escenografia: Henser Molina
Arte: Mariano Sigal
Asistencia de dirección: Juanse Rausch
Diseño de movimientos: Juanse Rausch
Prensa: Debora Lachter