Reseña
95'

“¿Sabe alguien qué es el destierro? ¿Sabe alguien cuántos son 20 años de destierro? Y ese tal Shakespeare, de quien lord Palmerston me dijo que perpetuó la lengua inglesa para toda una eternidad, ¿Cuánto sabe del Bien y del Mal? ¿Cuánto sabe el Señor Sarmiento del Bien y del Mal?”

Estamos en el condado de Swanthling. Nieva y la Casacuberta te deja petrificado en la butaca. Aparece Rosas y uno, que visualiza a Rosas con la imagen de billete de 20 pesos, se pregunta: ¿ese viejo decrépito es Rosas? Sí, Pompeyo Audivert da lugar a la vejez de Rosas, aquel líder político que ahora no es más que un anciano en el interior de un rancho tomando mate junto a un brasero bajo cielo inglés.

La obra, basada en la novela homónima de Andrés Rivera y adaptada por Audivert y De la Serna, nos sitúa en los últimos años de Juan Manuel de Rosas. Hay en escena la confluencia de un texto de la ostia y unas actuaciones (de las que el púbico se para para aplaudir) que nos permiten conocer a un personaje humano y permeable muy distinto a aquel que la historia construyó. Desde allí, el pasado se actualiza a través del desdoblamiento de Rosas con el espectro que surge desde ese espacio virtual del espejo. De la Serna juega este rol viril y todopoderoso de Rosas y se mueve en ese vaivén de los distintos espacio-tiempo que convergen en escena.

Un plus más en este año electoral, todo parlamento político se resignifica en la escena política actual: “Demoré una vida en reconocer la más simple y pura de las verdades patrióticas: Quien gobierne podrá contar, siempre, con la cobardía incondicional de los argentinos”. La escena da lugar a la cuestión de cómo la historia construyó a nuestros próceres y en cómo serán recordados y juzgados por la historia los políticos actuales.

Con un cello en el linde que marca la intensidad de la puesta, el rancho reúne unos pocos elementos que condensan el sentido de la obra: el exilio, la vejez, la soledad y la distorsión de la imagen dada por unos espejos configurados de manera expresionista.

Del espejo surge Rosas, de allí la oblicuidad de la imagen y el problema de la identidad. Ese espejo que separa dos espacios, dos tiempos y dos Rosas. Nieva. Hiela. El día se fue. Miro a Rosas. Es triste todo.

Ficha técnico artística

Dirección: Pompeyo Audivert, Rodrigo de la Serna, Andrés Mangone

Autoría: Andrés Rivera

Adaptación: Pompeyo Audivert, Rodrigo de la Serna

Actuación: Pompeyo Audivert, Rodrigo de la Serna

Músico: Claudio Peña

Vestuario: Julio Suárez

Escenografía: Alicia Leloutre

Iluminación: Leandra Rodriguez

Diseño sonoro: Claudio Peña

Música original: Claudio Peña

Acceso para Farsos

Si ya sos usuario ingresa, sino hace click y registrate.