ALERTA NICHO: esta es una obra para gente muy fanática del teatro independiente, sobre todo porque hay muchas referencias a la escena under porteña. No hay historia ni argumento. Es pura forma, un experimento falopa y divertido, una distracción de la pena. Es una obra para gente dispuesta a dejar las preguntas en la puerta y entregarse al cien. En resumen, es ideal para personas que se animen a embarcarse en una dirección desconocida.

Cuando entramos a la sala, nos aclaran que podemos irnos cuando queramos y que podemos hablar o interactuar con los intérpretes. El escenario está lleno de equipos: cámaras de filmación, luces, computadoras, proyecciones, televisores, pantallas y cables. Parece el backstage de un estudio de grabación. Hay gente moviéndose, gente bailando, música. Hay gente haciendo cosas en una computadora. Otrxs filman. El director, Marcos Krivocapich, usa un traje verde croma, es un alien sin cara. En las pantallas, se transmite la obra por streaming y el cuerpo del director va mutando de color y de patrón, por momentos se ve borroso y se funde con la dimensión virtual. Todo está mediatizado y la obra no transcurre en una dimensión sino en todas al mismo tiempo: en lo que vemos en el escenario, en las pantallas, en la transmisión en vivo y en las caras de los espectadores confundidos.

Dirección desconocida es una performance, un work in progress perpetuo, un manifiesto y una denuncia. En el 2021, recibió una beca de coproducción de La Bienal. Ahora se presenta en el Galpón de Guevara y las funciones se transmiten en vivo por streaming. Lxs creadores son diez, contando al director. Todxs son jóvenes: Fioreya, Micaela Amaro, Francisco Castro Pizzo, Ignacio Codino, Camila Garrido, Bel Gatti, Teo López Puccio y Patricio Toscano.

Hay un juego con las pantallas y la sobreestimulación de los sentidos; el público no sabe a dónde mirar, a qué prestarle atención, porque suceden mil cosas en escena y todas tienen igual importancia. El director-alienígena es un fantasma, se vuelve invisible, se camufla con la escenografía. La figura más importante del teatro hegemónico está anulada. Una y otra vez se remarca que esta es una obra hecha por técnicos, un rol que suele ocupar el último eslabón del mundo teatral. Los nombres de los técnicos suelen estar al final de la ficha, no aparecen en ningún cartel. Sin ellxs, esta obra se caería a pedazos. Acá lxs técnicos no actúan, hacen de sí mismxs, o de distintas versiones de sí mismxs. Acá todo es improvisación y juego. Al comienzo, Bel Gatti dice que no sabe de qué se trata la obra y que, si alguien del público tiene idea, que por favor se lo diga. La verdad es que no sabemos, pero no importa. Lo que sí podemos garantizar es que hay falopeada, baile, música, denuncias e impro.

Una de las primeras cosas que nos dicen es que podemos votar, usando un código QR, qué escenas se van a interpretar. El público puede elegir hasta tres, como una escena donde alguien explica un tema al azar (esta vez toco la renuncia del ministro de Economía) u otra que para ver el carrete de fotos del celular de Fran Caspi. Hay escenas de baile porque sí, una escena fallida de un robo, otra donde Belén cuenta la cantidad de plata que suman todos los equipos, otra donde hay un descargo sobre el teatro independiente, el predominio de los directores hétero cis y el teatro oficial.

En Dirección desconocida, una generación de jóvenes técnicos demanda a gritos una renovación del teatro. Más que una obra, es una hipótesis de representación, la idea de una obra que no existe ni existirá nunca. Lo central es la forma, no el contenido. El contenido se disipa en el aire. Se habla de lo que no se suele hablar, o de lo que está mal visto hablar: plata, directores hegemónicos, escenas fallidas. Esta puesta destruye, desarma y pone todo en crisis, más que construir. Hace preguntas, críticas, cuestionamientos. ¿Y entonces, cómo se sigue? La dirección es desconocida.