Enorme actor, pero sobre todo, grandísimo ser humano. El único consuelo en este momento es el agradecimiento por todo lo que nos dio. Cómo disfrutamos de sus actuaciones, tan sensibles y memorables. Desde obras independientes en salas del off, al escenario mayor del San Martín y el Nacional Cervantes, hasta en series y pelis que siguen cosechando premios (ahora más que nunca, qué ganas de ganar ese Oscar en tu honor).
La primera vez que lo vimos fue en “Para qué vamos a hablar de la guerra” (2012) donde actuaba junto a su compañera Male Figó. Seguimos con “Jettatore” (2012) dirigida por Alezzo en el Cervantes. Y nos enamoramos para siempre cuando lo vimos en “Terrenal” (2014) con su adorable Abel que parecía invocar a Buster Keaton y los hermanos Podestá.
También nos lo encontrábamos en festivales como en Rafaela donde volvimos a verlo en las obras “Hamlet está muerto sin fuerza de gravedad” de Lisandro Rodriguez (2016) y “El río en mí” de Francisco Lumerman (2019). Y con “Hamlet” de Ruben Szchumacher (2019) jugó con un equipo de primera en la Martín Coronado y hasta pudimos verlo tras bambalinas justo antes de la cuarentena, en el reestreno en marzo del 2020.
Claudio Da Passano cosechó muchas obras, festivales, reconocimiento, premios, una trayectoria impecable, pero sobre todo, un amor infinito en todas las personas que lo conocieron arriba y abajo del escenario. Amor por el teatro y por la familia. HASTA SIEMPRE.
