Especial desde Roma – Italia
En Sala Umberto, otro de los teatros más importantes de Roma cerca de la Plaza de España, estrenó la obra Todo casa, cama e iglesia de Dario Fo y Franca Rame (título en italiano Tutto casa, letto e chiesa). Un unipersonal dirigido por Sandro Mabellini e interpretado por la talentosísima Valentina Lodovini. Estaba muy entusiasmada de verla en teatro ya que desde hace años sigo su carrera cinematográfica. Algunos de sus trabajos más conocidos son Bienvenidos al Sur, La Justa distancia, Generación 1000 euro y La Mujer de mi vida, entre otros.
No me decepcionó, su presencia escénica es única, fuerte y enérgica. Interpreta cuatro personajes, cuatro historias radicalmente distintas con un común denominador, el género masculino que, aunque ausente en escena, se percibe a cada momento. Para cada personaje la actriz cambia la entonación de voz y adquiere una postura y movimientos diferentes, excelente el trabajo de Silvia Perelli, coreógrafa y al frente de la dirección del movimiento escénico.
La obra fue estrenada por primera vez en 1977, en Milán apoyando la lucha del movimiento feminista. Mientras que este invierno boreal va a estar de gira por toda Italia, habiendo comenzado en diciembre por la capital.
El primer personaje es una mujer, ama de casa que vive encerrada en las cuatro paredes de su hogar, al servicio de su hijo, su cuñado pervertido y su marido. Detrás de una fachada perfecta e inocente, se va gestando un volcán que termina por explotar.
La segunda, una mujer independiente, que queda embarazada por error y va a hacerse un aborto. Plantea la condición en la cual en Italia, a pesar de que el aborto sea legal, los médicos se pueden oponer a practicarlo y fuerzan a la mujer a obtenerlo de forma ilegal, convirtiéndose así en un negocio.
La tercera es una obrera, romana, de clase media baja, que además de trabajar 6 días a la semana, tan automatizada que sueña y se despierta un domingo preparándose para ir a la fábrica, tiene además que ocuparse de las tareas del hogar, sin la ayuda del marido.
Finalmente la cuarta, una mujer niña, una especie de Alicia en el País de las Maravillas, que se pierde siguiendo al conejo y encuentra un príncipe a caballo que la lleva hasta su castillo. Allí descubre que ese castillo es una fábrica y ella es un producto, una ironía del rol de la mujer en la televisión italiana.
La escenografía, a cargo de Chiara Amaltea Ciarelli, es simple y funcional, dando el espacio a que estas cuatro mujeres tomen forma y se desplieguen en sus mundos imaginarios. Desde el texto, pasando por la dirección, interpretación, escenografía, movimiento escénico y vestuario, a cargo de Massimo Cantini Parrini, hacen que este espectáculo sea un éxito en la reivindicación del rol de la mujer, no desde un punto de vista de víctima, sino más bien de heroína.
El Teatro Sala Umberto, proyectado por el Arq. Andrea Busiri Vici y decorado por el escenógrafo Alessandro Bazzani, se inauguró en 1882 bajo el nombre de Teatro della Piccola Borsa, como sala concierto. Luego fue restructurado por el Arq. Giulio Podesti ampliando su capacidad a 650 lugares y adquiere su nombre actual. Pasa a convertirse en un cinematógrafo en las primeras décadas del 1900, sufriendo ulteriores modificaciones y siendo el epicentro del cine italiano de las décadas ’60 y ’70. Por un breve periodo entre 1981 y 1991 vuelve a la actividad teatral, para luego volver a ser cine, gestionado por la casa de producción cinematográfica italiana Medusa. Recién en el 2002 pasa definitivamente a la actividad teatral exclusivamente bajo la dirección artística de Alessandro Longobardi y se abren paralelamente a la actividad principal proyectos culturales y de formación que van desde el teatro contemporáneo hasta la danza.