Tal vez sea que están rodeados de agua y el constante glu glu los inspira, tal vez sea que la Reina Victoria sabía lo horrible que es tener que esperar a llegar a casa para ir al baño. No sabemos por qué fue, pero lo cierto es que en el siglo XIX, Inglaterra empezó a instalar baños públicos en las calles de sus ciudades. Y nada de casita de plástico con olor a cloro, estas eran pequeñas estructuras de hierro forjado con escaleras que llevaban a un baño subterráneo.
La mayoría están deshabilitadas, pero en Malvern una terminó como teatro. Se llama el Teatro de la Pequeña Comodidad (o del Pequeño Baño Público, según como traduzcamos “convenience”). Menos elegante y velado es el nombre de la página web: wctheatre.co.uk, o sea “water closet theatre”, o sea “el teatro del inodoro”. Se ganó un Guinness por su pequeñez: solo entran doce personas. Desde 1997, el teatro presenta obras de marionetas de cinco minutos, cortitas y al pie ¡por suerte! porque el Teatro, irónicamente, no tiene baños.