Teatro en la playa: festival Mirada de Brasil

El miércoles 5 de septiembre se largó el MIRADA, Festival Iberoamericano de Artes Escénicas organizado por el Sesc São Paulo, uno de los festivales más grandes e importantes de Brasil, con la participación de varios países Latinoamericanos, España y Portugal. El evento se lleva a cabo en la ciudad brasileña de Santos, hasta el 15 de septiembre. Durante diez días, se presentan 41 espectáculos de 13 países diferentes, y de Argentina están programadas dos obras de Edgardo Mercado y Matías Feldman.

Creado en el 2010 para poner de relieve la pluralidad de estéticas y las investigaciones en el campo de las artes escénicas de los países de América Latina y de la península ibérica, MIRADA llega a su quinta edición para reforzar, una vez más, las similitudes y las diversidades que se establecen en la producción de esos países.

Este año, el país homenajeado es Colombia que desembarca con 9 espectáculos inéditos en el país anfitrión, y la línea curatorial tiene como eje los temas histórico-culturales propios de cada país. En palabras de Danilo Santos de Miranda, director regional del Sesc San Pablo: “En un mundo sacudido por las frecuentes crisis socioeconómicas y humanitarias, una forma en la que el Sesc manifiesta su corresponsabilidad pasa por mantener una agenda de festivales y eventos diversos dedicados al encuentro, al intercambio, a la reflexión y al debate colectivo”. Y agrega: “Reverberando pautas urgentes y necesarias a través de las temáticas relacionadas con los principios democráticos y la libertad creativa, MIRADA busca fortalecer nuestro compromiso con la rica diversidad iberoamericana al conectar e involucrar diferentes puntos de este segmento sociocultural. Se trata de fortalecer el papel de las artes como vector de celebración, cambio y resistencia”.

Labio de liebre (Colombia) | Foto: Julieta Zeta

La obra elegida para la apertura fue Labio de liebre, de Teatro Petra, que marcó el 30º aniversario de la consagrada compañía colombiana en el 2015. La pieza pone en juego un tema que atraviesa a toda América Latina: los procesos de reparación histórica que en Colombia fue conocido como Justicia y Paz (2005) donde algunos pocos represores fueron condenados por los atroces crímenes cometidos durante la guerrilla. La pieza cuenta la historia de un asesino exiliado que cumple una pena mínima de tres años de arresto domiciliario en un país nórdico y lo invaden los fantasmas de una familia campesina que él asesinó; se plantea la búsqueda y reconocimiento de los cuerpos en una puesta de gran contenido poético y potente escenografía: la pequeña casita en medio de la nieve que cae fuera de la ventana lentamente es invadida por vegetación y animales simbolizando el encierro lejos de su tierra natal con las ropas que se van colgando, los fantasmas aparecen por cada rincón. Con un final polémico en donde pareciera desdoblarse el rol de personaje y autor al gritar perdón cuestionando si el perdón es posible con solo decirlo.

La obra más reciente del grupo, Cuando estallan las paredes, se presentó ayer con una puesta en escena bien diferente a su anterior pieza. Aquí el grupo Petra indaga acerca del terrorismo, poniendo de manifiesto la contradicciones de las partes involucradas y la espesura de las diferentes capas de opresión y crueldad. Con mucho humor e ironía, la protagonista es una familia “de bien” que opera con terror sobre sus sirvientes y hasta sus propios hijos. La escenografía, vestuario y uso de objetos en escena marcan una estética bastante más contemporánea y los actores una vez más se entregan y lo dejan todo en escena.

De México vimos Del manantial del corazón de Conchi León, una bellísima propuesta que pone en escena el universo femenino del pueblo Maya. Teatro testimonial biodramático que relata la historia de tres mujeres que mantienen vivos los rituales ancestrales de la maternidad, el parto, la crianza y hasta la dramática pérdida de un hijo. El público es invitado a participar activamente de la ceremonia Hetzmek (bautismo Maya) un rito de paso ancestral que se sigue realizando hasta el día de hoy en la cultura yucateca. Íntima y emocionante propuesta de altísima sensibilidad poética que incluso cuestiona la presencia de la religión católica que logró entrometerse en la cultura nativa y hoy forma parte de las costumbres y ritos de los poblados indígenas del Estado de Yucatán.

Topologías para cuerpos infinitamente inconquistables de Edgardo Mercado fue la primera propuesta de Argentina, una instalación performática con un plástico transparente enorme por donde los espectadores caminábamos sorteando lo cuerpos debajo, provocando una inquietante claustrofobia. Interesante trabajo que propone una reflexión matemática sobre las propiedades geométricas del cuerpo, y la aparente cercanía mediada por el plástico como metáfora de la supuesta cercanía que el mundo virtual propone en los vínculos humanos. “Un paisaje dinámico que va mutando la forma pero sin embargo conserva su espacialidad temporal. Un espacio-tiempo que es modificado por los performers y el público presente” según palabras de su creador.

Amazonia (Portugal) | Foto: Julieta Zeta

De Portugal, se presentó Amazonia, de la compañía Mala Voadora, con texto y dirección de Jorge Andrade, una excelente puesta que cuestiona el colonialismo portugués en la selva amazónica. Escenografía, vestuario, actuaciones y sobre todo iluminación de altísimo nivel estético. Un sacudón crítico a la historia colonial portuguesa en Brasil, que con mucho humor e impecables recursos de repetición, replantean la historia conjugando en una supuesta filmación (de una eco-novela que cuenta con apoyo de grandes multinacionales como Fundación Cartier, Monsanto y demás monstruos que dan en la tecla irónica), los siglos y siglos de usurpación y explotación de los recursos naturales y aniquilación de comunidades indígenas. Potente y de altísimo nivel, por ahora la perlita internacional del festival.

Nimby (Nosotros somos los buenos), del Colectivo Zoológico y el Theater Und Orchester Heidelberg, plantea un cruce de artistas chilenos y alemanes para hacer una crítica profunda y con mucho humor sobre los privilegios de clase. Inspirada en la disputa que existió en el 2003 entre la Comunidad Ecológica y los pobladores de la Toma de Peñalolén, la obra plantea la historia de esta comunidad que se siente amenazada y teme por la pérdida de su estilo de vida progresista oponiéndose al avance inmobiliario para la construcción de viviendas sociales sobre sus tierras. Ante el inminente conflicto, buscan consultoría extranjera como si los alemanes pudieran intervenir y resolver una crisis social que les es ajena. Con un logrado dispositivo que fusiona teatro, música, video y mezcla de idiomas, la reflexión late en torno a la imagen que quieren dar de comunidad hacia el mundo, manifestándose a favor de las viviendas sociales pero no en mi patio trasero; de ahí el  título de la obra Nimby (not in my backyard).

El parque Roberto Mario Santini sobre la bellísima playa de Santos fue el escenario para la majestuosa puesta de Calibán – La Tempestad de Augusto Boal, legendario autor y director brasileño (creador del mítico Teatro del Oprimido) que en 1974 escribe esta versión callejera del clásico de Shakespeare, para criticar el retroceso de los derechos sociales de Brasil, hoy llevada a escena por la Tribo de Atuadores Ói Nóis Aqui Traveiz. El personaje de Calibán representa metafóricamente a los pueblos originarios de América y es a través suyo que se plantea la perspectiva de esta versión, siendo el personaje de Próspero el símbolo de la figura de los colonizadores. El vestuario y máscaras, junto a la música con tintes autóctonos y fusión rockera fueron los protagonistas absolutos de esta puesta que cautivó al asiduo público que paseaba un domingo a la tarde por la playa.

En los primeros días del festival, las propuestas de teatro, danza, instalaciones y perfos retratan las problemáticas contemporáneas de Latinoamérica, cuestionando la historia y acentuando las huellas culturales de cada región. La programación todavía tiene mucho para dar y aquí estaremos hasta el cierre viviendo una fiesta multicultural que se erige como faro y refugio ante las crisis político-sociales que nos azotan incansablemente. El arte resiste y el MIRADA brilla por su calidad y excelente producción.

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