Romina Paula: entre lo salvaje y lo cotidiano

«Otorgó a lo familiar la dignidad de lo desconocido»
“… lo que quería encontrar en el cuadro,
solo lo encontré entre mí y el cuadro.”
Heinrich von Kleist acerca de la obra de 
Caspar David Friedrich.

Romina Paula (Buenos Aires, 14 de mayo de 1979) es autora, directora de teatro y actriz. Es originaria de Buenos Aires, donde hizo sus estudios en teatro. Como escritora publicó las novelas ¿Vos me querés a mi?, Agosto y Acá todavía y diversos cuentos en antologías. Como dramaturga y directora de teatro estrenó las obras Si te sigo, muero, El tiempo todo​ entero, Algo de ruido hace y Fauna​. Wikipedia.

La Enciclopedia del 2017 se quedó atrás, no puede seguirle los rastros a la autora que este año estrenó Cimarrón en el Teatro Argentina de la Plata, después reestrenó en el Cervantes  y escribió un unitario para Polka.

Romina ¿Cuántas veces pensaste en convertirte en Cimarrón?

No respondió esta pregunta porque no me animé a hacerla. Los personajes de sus libros siempre están tanteando entre lo salvaje y lo cotidiano. Entre esos momentos de transición que te da la vida para pensar un poco ¿en la vida? Hospitales, aeropuertos, casas de la infancia, lugares donde se vacacionaba de pequeños, no-espacios, no tiempos.

¿Para escribir, siempre necesitás ubicar a los personajes en lugares incómodos? Pienso en la protagonista de Agosto que se pregunta “¿Cuándo volveré a mi vida? ¿Esto es vida?”

Son como momentos de estar suspendido de tu rutina, son lugares que te permiten poner en perspectiva, reflexionar, es una excusa; también son una pausa pero es una fantasía porque sigue siendo la vida de uno, es un estado de excepción, como es la muerte, el nacimiento, cosas fuera del orden que te despiertan, que te permiten ver las cosas por primera vez, que te desautomatizan.

De La Plata al Cervantes

Ariel Farace fue quien recomendó la obra en el Cervantes. En mi cabeza se acomodó que el espacio Teatro Argentino de La Plata era de ellas (las actrices Agostina Luz López y Denise Groesman), a diferencia del Cervantes que el espacio es de él (el actor Esteban Bigliardi). 

Foto/ Sebastián Arpesella. La arquitectura barroca dialoga a la perfección con el vestuario del actor que al entrar en escena entre el cortinado simula ser un dibujo en movimiento.

Cuadro I, II Y III

Romina escribe la obra en cuadros. La obra como una suerte de museo, exhibe distintos cuadros de la colección. Por primera vez se cuela en su dramaturgia el montaje de un museo o galería, cada cuadro es de un autor distinto -Luciano Lamberti, Theodor Storm, Rilke, Sara Ruhl- entre todos ellos nace Cimarrón.

¿Cómo llegaste a “Late” de Sarah Ruhl?

La obra que cuentan en la tercera escena es de Sarah Ruhl. Yo no la vi pero la leí en inglés y traduje las partes que me interesaban trabajar. Una amiga me la pasó, ella había visto puestas de ella y dijo que me iba a gustar. Y esta obra me obsesionó. Cimarrón iba a ser la obra de Sarah Ruhl, existía la posibilidad de pagar los derechos pero yo no quería hacerla como estaba, había una zona que quería sacar y no me parecía pedir los derechos a una artista contemporánea y hacer mierda su trabajo. La obra son esos tres personajes, si ves una foto de Cimarrón podes pensar que es “Late”. Ellos son como extraídos de la obra de alguna manera. “Late” podría llamarse “Cimarrón”. El personaje de Agostina se va con el destino de Denise. Ese acto de “salvajización” es un camino hacia lo adecuado para mí, -una pareja de espectadores se sienta en la mesa contigua, se incomoda, nos reímos y la entrevista continúa con un volumen más bajo-.  Así me doy cuenta que pienso mucho en lo adecuado para cada uno. En la vida uno hace un recorrido de desarmar la información o confirmarla.  Volver a pensar lo que te enseñaron, si lo que te legaron es adecuado para vos. Y transitar el abandono de lo doméstico hacia lo salvaje es el camino de saber qué es lo apropiado para uno. En general, en todo lo que escribo está eso.

En Cimarrón se expone una pintura

El cuadro es de Denise (actriz y artista plástica) y ya existía, estaba en el living de sus padres. Yo lo vi por internet. Cuando empezamos a ensayar lo compraron y ahora forma parte de la obra, es un cuadro que en este momento es comprado y prestado.

En la obra se habla sobre las críticas de arte. ¿Cómo te llevas con los críticos de teatro?

Últimamente las críticas de teatro no son especializadas, son reseñas con una opinión, es raro.  Yo suelo descubrir y entender cosas de mi trabajo en una nota. El periodista dice algo sobre la obra y alguna asociación que hace, me ayuda. Yo no pienso como dice Rilke (texto que pronuncia el actor Esteban Bigliardi):

“Nada se deja tocar menos por palabras críticas que una obra de arte: no conduce más que a malentendidos más o menos felices. Las cosas no son todas tan asibles y pronunciables como nos quieren hacer creer; la mayoría de los hechos son inefables y se producen en un espacio al que la palabra no ha accedido, y lo más inefable de todo son las obras de arte, existencias misteriosas, cuya vida, en comparación con la nuestra que termina, perdura.”

A veces la crítica es un acto creativo, si solo es descriptiva y valorativa no sirve. A mi me sirve dar notas, empiezo a hacer un discurso sobre lo que voy generando y construyo sentidos.  

NOVELAS

¿Qué relación necesitas tener con los actores y qué relación tenés con los personajes?

No había pensado en eso. Casi siempre escribo para alguien, ya sé quien lo puede actuar, sin embargo, un poco ya tengo la fantasía de ver a ese actor diciendo esos textos, en cada acto de escritura. La unión de la palabra con el cuerpo, ese encuentro, hay algo que subyace, se encuentran y sucede algo nuevo que yo no podía prever.

Cuando empezás a escribir, ¿sabés a priori si va a ser una obra de teatro o una novela?

Para mí, tienen compartimientos separados. El teatro nunca lo escribo si no lo voy hacer, cuando estudiaba en la EMAD sí, pero ahora en general escribo porque sé que voy a hacerla con tal gente, en tal lugar. Con la narrativa, los tiempos son más largos, sin apuro para nada. Lo que sí me pasa es que los temas que trato, se repiten en una novela o en una obra.

Como los animales que siempre están presentes en tus textos, influyen a los personajes, en “Agosto” la rata y el gato, en “Acá todavía”  a él le dicen Caballito, en “Algo de ruido hace” los personajes de chicos mataban animales.

No viví en el campo, no entiendo por qué siempre está presente cuando lo escribo, no tiene nada que ver con la experiencia, no tengo animales, en mis obras ocupan un lugar importante, sí, es verdad… En Fauna las yeguas son muy importantes pero no sé por qué.

¿Qué rol disfrutás más, el de directora, novelista, dramaturga o actriz?

Creo que en realidad todas esas, si las hago, lo disfruto mucho sino no lo podría hacer. La verdad es que escribir y dirigir es lo que más hago, es lo que más me gusta hacer. Me siento muy a gusto en el universo del teatro, me encanta. Es el espacio en el que mejor me siento, literal como metafórico. Hay algo de eso que me resulta familiar, hogareño. Cuando la palabra empieza a tener cuerpo en un espacio y empieza a venir gente, me parece milagroso. No me da vértigo pero sí curiosidad, siempre pienso, tengo esa fantasía ¿alguien va a venir? Miro en las funciones quiénes sacaron la entrada, quiero preguntarles: ¿cómo se enteraron? Con mucha curiosidad, siempre me pregunto ¿Va a venir alguien? ¿Alguien se va a enterar? Me acuerdo cuando pasaba en el Callejón el milagro del público, quería preguntarles ¿usted por qué o por quién viene? Acá hay un público, el Cervantes tiene un público mixto de edad y de providencia.

La obra pensé que era más rara, decir que es rara es estigmatizarla, no es convencional ni lineal. Igual pensé que era más áspera para el público pero la risa del espectador en momentos que no fueron pensados “cómicos” me informa que se entiende, que comunica.  

El día de la entrevista fue una noche especial en el Cervantes, se estrenaba Eva de Copi. Hacía frío y una señora me preguntó: ¿ya entró Vicuña? Los fotógrafos (¿paparazzis?) buscaban hacerse espacio entre los andamios fugaces, que parecían permanentes hasta hace unos días que los quitaron. Algo de la construcción y deconstrucción de la fachada quedó en el tiempo. Esa remodelación del espacio es viva y permanente, como en las obras de Romina, como el cuaderno que ella lleva a cada función para escribir y describir lo que pasa en las escenas, en sus escenas, en Cimarrón.

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