Rhinocéros, de Francia a Buenos Aires

Dos rinocerontes atraviesan la ciudad sacudiendo a los ciudadanos que en ese momento transitan las calles o toman una copa en el bar.  Los empleados de una oficina quedan casi colgando del piso cuando otro rinoceronte entra al edificio y arrasa con todo lo que puede. Mientras tanto Bérenger (Serge Maggini), un desaliñado y poco sobrio protagonista, lucha casi hasta la locura por mantenerse al margen del fenómeno (o epidemia) que va tomando a la ciudad, viendo como uno a uno sus amigos, sus colegas del trabajo, su amor, se van convirtiendo en esos seres con piel grisácea y lisa, con cuernos en sus cabezas y voz ronca, uniéndose a la manada de rinocerontes. Hacia el final solo queda el solitario protagonista y detrás de él unas gigantescas cabezas de rinoceronte que se mueven como tentándolo a unírseles, al mismo tiempo que el poco heroico Bérenger se mantiene firme por conservar sus principios y su individualidad.

Esta espectacular puesta en escena de Rhinocéros de Eugéne Ionesco, a cargo de la compañía del Théâtre de la Ville y bajo la dirección de Emmanuel Demarcy-Mota se presentó por tres únicas funciones dentro del marco de la temporada internacional del Complejo Teatral de Buenos Aires. Se destaca por una importante impronta visual a partir de la cual están construidas cada escena. La escenografía es uno de los elementos con mayor presencia en el espectáculo pero que en lugar de opacar las actuaciones logra que estas se luzcan.

Cabe mencionar una particularidad acerca de la obra, cuando Ionesco la escribió lo hizo en respuesta a su propia experiencia cuando durante la Segunda Guerra Mundial sus compañeros, sus amigos, su entorno en Rumania se manifestaban en colaboración con el régimen fascista. El director Demarcy-Mota, pretende con su puesta ir más allá de anclar la obra en este hecho histórico, abriendo los interrogantes hacia la actualidad. ¿A quién le gusta estar solo? Actualmente sin un tirano que obligue, la pertenencia a un grupo, cualquiera que este sea, pasó a ser para algunos tranquilizadora; pertenecer a un partido político, a un equipo de fútbol, a un club de fans pareciera dar un sentido a nuestras vidas, un lugar donde reposar, un ancla. Dice Demarcy-Mota: “nos volvemos rinocerontes por cobardía, por comodidad, por pereza y sin que nadie nos lo demande.”  

Ficha técnico-artística

Dirección: Emmanuel Demarcy-Mota

Autoría: Eugéne Ionesco

Actuación: Charles Roger Bour, Jauris Casanova, Valérie Dashwood, Philippe Demarle, Sandra Faure, Gaëlle Guillou, Sarah Karbasnikoff, Stéphane Krähenbühl, Serge Maggiani, Gérald Maillet, Walter N’ Gguyen, Hugues Quester y Pascal Vuillemot.

Vestuario: Corinne Baudelot

Escenografía y Diseño de iluminación: Yves Collet

Diseño sonoro: Jefferson Lembeye

Coproducción: Théâtre de la Ville – París, Le Grand T, scène conventionnée de Loire Atlantique, Grand Théâtre de Luxembourg
Con el apoyo del Institut Français y la Embajada de Francia en la Argentina.
Extensión del Festival Santiago a Mil en Buenos Aires

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