La historia de las Piel de Lava parece ser aquella de una novela de aprendizaje (o bildungsroman) en la que el héroe – solían ser siempre tipos los protagonistas- realiza un proceso de autodescubrimiento y de formación personal en la medida en que se somete a una serie de peripecias. Si preferimos bajarlo a algo más palpable, puede ser como una road movie en la que el viaje, como metáfora de proceso de aprendizaje, modifica para siempre a sus protagonistas. En abril, estrena la retrospectiva Piel de Lava en el Teatro Sarmiento dentro del ciclo Artista en residencia curado por Vivi Tellas, y justo después se estrena completa La Flor, película de 840 minutos de Mariano Llinás que protagonizan las actrices; así pudimos no sólo ver sus trabajos completos de los últimos quince años, sino la evolución de nuestras heroínas en cuestión.
Esta compañía teatral íntegramente femenina, conformada por Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes, y Valeria Correa, es un ejemplo único en la historia de las compañías teatrales argentinas de modo de producción perdurable y colectivo: comparten las tareas de dramaturgia, dirección y actuación. Hace más de quince años, Elisa fue el nexo en común que juntó a Pilar, a quien conocía del estudio de Alejandro Catalán, con Laura y Valeria, sus compañeras de un taller de montaje de Rafael Spregelburd. Las une, además, el deseo de desarrollar una escena que Elisa y Pilar habían arrancado en su taller. Con Valeria como directora y Laura como su asistente, la escena se convirtió en el 2003 en Colores verdaderos, su primera obra como grupo.
La obra poco pudo separarse, según la recepción del público, de lo que fue ese ejercicio de taller originario: “ahora ya pueden hacer una obra de verdad”, cuentan ellas que les decían luego de su recepción. La historia es la de dos jóvenes oficinistas que fantasean con hacer algo más de sus vidas, con romper la rutina acartonada de los cubículos y las decepciones amorosas. Colores verdaderos es el nacimiento del grupo, su primera infancia. Aquí empieza un momento de definición de rumbo en el quehacer teatral, y de crecimiento como grupo humano, como amigas. ¿Qué sucedió primero? ¿El grupo de amigas o el grupo teatral? Ninguno de los dos, sino los dos a la vez: ¿acaso el teatro puede funcionar sin esa complicidad y unión?
Era momento de ir por más para las actrices también, de buscar las peripecias en el camino. Aún conservando trabajos extra teatrales para pagar el alquiler, decidieron ahora actuar las cuatro juntas y dirigirse a ellas mismas: entre el 2004 y el 2006 hicieron Neblina. Lo que se ve en la retrospectiva de este año, es una versión revisitada de la misma, porque sintieron que los cuerpos de hoy ya no podían habitar esos personajes de ayer. A través de una conferencia performática, las Piel de Lava nos cuentan el proceso creativo de la obra desde la idea fundacional de juntar dos mundos aparentemente opuestos -una banda de músicas, con un grupo revolucionario- hasta el después de las funciones, con material documental proyectado y algunas recreaciones actuadas. Fue en esa época en la que se consolidan como grupo y deciden ponerse un nombre, afianzando su identidad propia.
Haciendo funciones de Neblina es que conocen a Mariano Llinás, uno de los integrantes de la productora cinematográfica El Pampero, y a quien le surge el deseo de trabajar con ellas. Luego de algunas reuniones entre ambos grupos creativos, Mariano decide comenzar a rodar una película. Es allí entonces que comienza la experiencia de su road movie real, que es la filmación durante una década de la película La Flor. El proyecto es ambicioso: consiste en seis historias sin relación y en las que las actrices interpretan distintos personajes. La ruta comienza a ser hábitat natural de las Piel de Lava también, pues de El Pampero siempre lo fue. En este viaje interminable y por el mundo, es que el grupo va madurando: sus carreras como actrices se consolidan individualmente, y empiezan a vivir de ello.
Su próxima obra Tren, del año 2007, está muy cruzada por la vivencia en paralelo que tenían del viaje y el andar. En ella, un grupo de mujeres evangelistas se dirige en tren hacia Mar del Plata para asistir a un congreso religioso. Conocemos sus historias por lo que sucede dentro del vagón y por fuera de él a través de una ventana que proyecta situaciones filmadas en los andenes de distintas paradas. Al igual que en La Flor, cada actriz interpreta distintos personajes. Con Tren ya se puede apreciar una forma más definida de trabajo, y una dramaturgia más fina. Incluso el grupo incorpora a Laura Fernández como codirectora para ayudarse con una mirada externa.
Manteniendo en mente la idea de partir de una consigna para trabajar su próxima creación, en 2011, desde el interrogante “¿qué haríamos si una de nosotras no formara más parte del grupo?” surge Museo. Aquí ya estamos en una etapa de madurez de nuestras heroínas, de pensarse a sí mismas, de saberse un engranaje que depende de todas sus piezas. En la obra, las actrices interpretan a cuatro curadoras y artistas de un futuro museo de arte contemporáneo, compartiendo un after dentro del espacio aún en construcción. Se descolocan cuando una de ellas se va de escena, juegan a reemplazarse, a decir todas diálogos de la ausente; se desconocen como grupo funcional si no están las cuatro.
Haciendo un flash-forward en el tiempo hacia abril del 2018, con esta asombrosa afluencia temporal entre retrospectiva y estreno de La Flor, las Piel de Lava son finalmente reconocidas en lo formal como eso que son, un organismo vivo compuesto por cada una de sus partes irremplazables: Pilar, Elisa, Laura y Valeria ganaron individualmente y todas juntas el premio a Mejor Actriz en la última edición del Bafici por esta obra cinematográfico maratónica que las acompañó y las moldeó en sus carreras, que, además, fue galardonada como la mejor película de la Competencia Internacional del mismo festival.
Hace poco en el programa de radio de Farsa Mag, Pilar Gamboa nos dijo que ella no puede imaginar la vida sin La Flor, y es entendible tras diez años de rodaje y de creación colectiva. Si el (súper)largometraje fue “el quinto beatle” de las Piel de Lava, nos queda por pensar, así como ellas pensaban en Museo, qué será de Piel de Lava sin estar en rodaje permanente, cómo modificará esta nueva vivencia al proceso de creación. Y seguramente, a juzgar por la relación particular y aventurera que llevan con el paso del tiempo, la respuesta llegará dentro de muchos años y luego de varios proyectos. Pero al menos veremos un avance del nuevo tomo de la novela de aventuras, post La Flor, en el próximo mes de julio cuando estrenen Petróleo, su nueva obra.