Posiblemente la escena de teatro más icónica en el imaginario colectivo sea la de Hamlet sosteniendo una calavera y diciendo “Ser o no ser, esa es la cuestión“. Esta imagen está grabada a fuego en el acervo cultural de muchos, ha sido parodiada en infinidad de medios y es, sorpresa, falsa. Esa escena no va con ese texto. En la obra de Shakespeare, Hamlet, el Principe de Dinamarca, levanta un craneo en el cementerio y dice “¡Ay, pobre Yorick! Yo lo conocí, Horacio…” al reconocer al que en vida fue el bufón de la corte de su padre, alguien con quien compartió alegría y risas, reducido en ese momento a nada más que huesos. Es la única mención del bufón en la obra, apenas un contraste entre algo que supo estar vivo y ahora simplemente está muerto. Por suerte, Yorick, la mirada del bufón imagina con humor el pasado de ese personaje que, extrañamente, es a la vez ubicuo y oculto.
El Rey Hache es un monarca que somete a su pueblo a la más terrible de las crueldades: intenta ser gracioso a pesar de no tener un ápice de humor en su cuerpo. Yorick es su bufón, incapaz de decir mentiras debido a un traumatismo en la cabeza. El tercer y último personaje es la Reina Gerda, sonámbula y alcóholica que a veces empieza a tirar textos pertenecientes a otros personajes mujeres de otras obras. Hache es incapaz de cumplir su función de Rey y la gente que depende de su liderazgo sufre su estupidez, mientras que Yorick intenta convencerlo de que desista de su afán de hacer reír y se dedique a otra cosa, como por ejemplo reinar. Por supuesto, esa tarea es imposible y el Rey Hache está convencido de que sólo le hace falta una oportunidad para brillar frente a su público. Demás está decir que lo que Hache cree que será su actuación más brillante termina siendo su fracaso más estrepitoso. Su caída es tal que pone a girar los engranajes que convertirán a este rey bobalicón en el monarca sobrio y fantasmagórico que conocemos de la obra de Shakespeare y también explica un poco por qué Gertrudis en Hamlet está tan bien predispuesta a casarse con su cuñado.
Además de la interesante historia de Fabricio Rotella sobre el pasado de un personaje shakespereano del que tan poco se sabe en la obra original, esta puesta tiene a su favor un elenco coordinado y con una clara capacidad humorística. Fernando De Rosa logra que el rey menos gracioso del mundo sea un personaje inheremente gracioso en su patetismo. Luciana Vieyra es la contraparte justa para el Rey Hache, un personaje sin ningún interés en autoengañarse. Por último, Nacho Bozzolo le da vida al dueño de la calavera más famosa del teatro, interpretando un bufón que sólo puede decir la verdad, obligándonos a reír para no llorar frente a la miseria que es su entorno.
“¿Dónde están ahora tus burlas, tus brincos, tus canciones, y aquellos chistes brillantes que animaban la mesa con alegre estrépito?“, pregunta el Príncipe Hamlet en el texto de Shakespeare. Difícil que el muerto conteste, pero esta obra da fe de que, cuando estuvo vivo, Yorick era sin lugar a dudas el tipo más gracioso del reino.
Ficha técnico artística
Autoría: Fabricio Rotella
Dirección: Fabricio Rotella
Actuación: Nacho Bozzolo, Fernando De Rosa, Luciana Vieyra
Escenografía: Alfredo Aguirre
Diseño de vestuario: Luciana De Pinto
Diseño de luces: Fernando Chacoma
Diseño sonoro: Iván Schuscheim
Visuales: Turko González
Fotografía: Mariana Melinc
Diseño gráfico: Lucas Avigliano
Asistencia de dirección: Stella Maris Previsdomini
Prensa: Valeria Franchi
Producción general: Gisela Cantero