Celia Arguello Rena actriz, docente y bailarina, dirige Villa Argüello, un espectáculo que fusiona la danza contemporánea y el cuarteto. La idea nació en uno de los viajes a su Córdoba natal: mientras viajaba en un colectivo observó que a su alrededor todos escuchaban cuarteto, entonces pensó que en Córdoba toda la realidad era cuartetizada y que quería dirigir algo que hablara sobre eso.
La acción se desarrolla en un espacio no convencional, un salón de club de barrio, dónde los intérpretes vienen a tu encuentro, recibiéndote con los brazos abiertos, y te das cuenta que se trata de una especie de kermés barrial, de una fiesta a la cual fuiste invitado, te convidan fernert y algo para comer, y te invitan a tomar asiento. Un elenco formidable pone el cuerpo y el alma al servicio de esta obra. El texto se construye a partir de la dramaturgia de estos cuerpos danzando en el espacio con un hondo sentido poético que levanta vuelo en cada escena, dónde con pasos de baile y coreografías, relatan de una manera metafórica, ahondando por infinitos recovecos donde la palabra no tiene acceso.
Las interpretaciones son excelentes: Pablo Castronovo, Josefina Gorostiza, Andrés Molina, Teli Ortiz, Jimena Perez Salerno, Ollantay Rojas, Diego Rosental tienen una gran capacidad lúdica, con un enorme caudal de imaginación que les permite conseguir naturalidad, frescura y sencillez a un ritmo tan ágil como profundo. Juegan, proponen, danzan, inventan, reinventan en un equilibrio permanente que no pierde en ningún momento la fortaleza del trabajo colectivo.
Se destacan varios momentos, como las escenas donde re-presentan las letras de canciones de la Mona Jimenez. Apelando al recurso de la meta-treatalidad, los actores exponen, con un humor propiamente cordobés, problemáticas sociales como la prostitución, la delincuencia, las drogas, las madres jóvenes y la marginalidad.
Tratándose de un espacio físico no convencional donde no disponen de los recursos técnicos que ofrece una sala teatral, el mérito es mayor, el acierto tal vez tenga que ver con esto, con utilizar a fondo lo poco que disponen y transformarlo en un signo teatral, y volver a transformarlo generando con su uso otros significados. Simpleza y economía de recursos dan como resultado una riqueza de códigos originales con sello propio.
La escenografía, a cargo de Agnese Lozupone, sigue este criterio de economía: la parte por el todo, un cuadrado de pasto artificial que construye en la cabeza del espectador inmensas estampas de las sierras, o algo parecido, no urbano, un par de cajones que simulan ser de madera, un velador, otros objetos no hay, porque se dieron cuenta que con el gesto se comprendía, “y si se comprendía así, entonces el objeto sobraba”.
Celia se radicó en Buenos Aires para ingresar al IUNA, tuvo que exiliarse, por elección, de su tierra, su gente y sus paisajes, esta obra, definida por ella como “evocación a un mundo cordobés” pone en escena el sentimiento de desarraigo de alguien que recorre con fuerza e impronta los distintos matices de una realidad determinada, con usos y costumbres especificas. Villa Argüello habla de muchos temas: la identidad, la amistad, la nostalgia, el amor, la traición, la cultura, el juego, el teatro, el lenguaje, la existencia, la vida.
Refleja en las múltiples imágenes que produce provincias de nosotros mismos. Hablando en nombre propio, nos invita a mirarnos en esa diferencia, como dijo Tolstoi alguna vez: “Describe tu aldea y será universal”. Villa Argüello hace pie en lo común que tenemos las personas más allá del idioma que hablemos, de las creencias que tengamos, de las religiones, de los ateísmos, de la diversidad sexual, de nuestra ideología. Habla de lo común en un juego de diferencias: sea cual sea la cultura a la cual pertenezcamos, todos tenemos la necesidad de pertenecer a un lugar, de establecer lazos, de comunicarnos, de encontrarnos con otros. Villa Argüello propone eso: un encuentro. El baile lo facilita: “cuando uno escucha un cuarteto se olvida que aprendió danza, y baila” dice Celia Arguello Rena que, sin saberlo (o sabiéndolo) se trajo de contrabando una provincia a Buenos Aires; es que el arte hace posible también eso, las nostalgias son menos nostalgiosas y los dolores se transforman en alegrías compartidas, el arte cambia los mapas y hace que en pleno barrio porteño en una vereda, en un club, en un salón, quepa una provincia entera, la magia se enciende y Córdoba queda, tan solo por 50 minutos, en el centro de la escena porteña.
Ficha técnico artístico
Idea y Dirección: Celia Arguello Rena
Intérpretes: Pablo Castronovo, Josefina Gorostiza, Andrés Molina, Teli Ortiz, Jimena Perez Salerno, Ollantay Rojas, Diego Rosental
Vestuario: Estefanía Bonesa
Escenografía y diseño de luces: Agnese Lozupone
Musica original: Alfonso Barbieri
Diseño Gráfico: Wearepsto.com
Asistencia General: Macarena Orueta
Producción General: Juan Pablo Gómez
CASA NACIONAL DEL BICENTENARIO