Cuando vas a ver una obra el programa de la noche empieza en el momento en el que llegás al teatro. Ya ahí aparece la pregunta que está presente siempre en todo: ¿Me gusta? ¿No me gusta? Yo me encontré con un teatro precioso que no conocía, El Túnel. Me dije: Definitivamente, ¡me gusta este lugar! La atmósfera invitaba a pasar, a hacerse amigo del espacio, de la gente, a tomarse un cafecito mientras que esperás que te digan que hay que entrar a la sala. Todas las cosas que a uno lo hacen sentir bien recibido y que ya te predisponen de una manera. Un teatro que debería tener un público propio. Lo único que podría decir en contra es que en la sala deberían tener calefacción, porque lo cierto es que hace bastante frío. Dato no menor en esta época del año, ¡vayan abrigados!
Una vez en la sala me encontré con una escenografía que me llamó la atención. Con más imaginación y maña que producción, la directora Cynthia Smart logra mostrarnos que esa es la casa de una familia de clase alta. Un living-comedor, nada más, sencillo pero que cuenta un mundo, un estilo que uno rápidamente puede reconocer si conoce. De a uno empiezan a aparecer los personajes que habitan este lugar: una hija estereotipo de esta clase, bien arreglada, prolija, de buenos modales, sobria; la madre ama de casa devota de su familia, todavía más constipada y cliché, con valores rígidos y una moral muy cuestionable; el padre que impone respeto y autoridad, al que se le sirve un whisky y se le trae el diario cuando llega a casa cansado; después la hermana trash, la adolescente que no habla y parece que viviera en otro mundo, la oveja negra de la que están todos preocupados; más tarde el marido de la hermana mayor, formal y aburrido, un médico al que sus suegros aman… y todo el mundito empieza a cerrar perfectamente. La manera de relacionarse que tienen entre ellos, la forma de hablar, los tonos, las conversaciones, las formalidades de las familias “bien”, hasta los nombres de cada uno están tan bien pensados que hacen reír. Esta gente es así, la directora sabe de lo que habla e hizo un muy buen casting de actores. Todo el elenco es muy parejo y cada uno se luce en lo que hace.
El funcionamiento de la casa empieza a fluir de una manera muy orgánica, me vi atrapadísima en las actuaciones, pensé en lo bien que entendían todos este mundo, esta clase social, estas cabezas. La madre, interpretada por Fabiola Bonelli de una manera genial, le habla a la hija de lo deprimida que esta la mucama porque hace un año que no sabe nada de los hijos que están en Paraguay, de si fue lindo el bautismo de no sé que nena, de lo mal que le quedó el corte de pelo a la hija de los no sé cuanto, de que el marido de la hija de los fulano de tal la engañó con la secretaria y la dejó embarazada. Y así varias historias más llenas de nombres y doble apellidos, una más acertada que la otra porque son propias de la gente de barrio privado, que de privado tienen bastante poco.
Todo parecía muy actual hasta la aparición de otro personaje. Ahí nos damos cuenta que en realidad la obra nos sitúa en un futuro, tal vez no tan lejano. Una de las hijas que se había ido de la casa hacía 4 años vuelve de madrugada a darles un mensaje que es más una alerta o un ultimátum que otra cosa. Tienen que irse ya, porque en ese barrio corren peligro. Ahí se plantea el problema: ¿Cómo aceptar esto y renunciar al confort y a cierto status quo? ¿A dónde ir? ¿Cómo sobrevivir cuando no se sabe nada de cantimploras y bolsas de dormir? ¿Qué medidas drásticas hay que tomar frente a esto? ¿Cómo vivir sin el whisky y La Nación? ¿Y sin el jazz? Y peor todavía, ¿sin la mucama?
La directora da un vuelco muy bueno en la historia y a mi gusto le da en la tecla a un final tan sorpresivo como lógico, si se piensa en las probabilidades.
¡Para ver!
Ficha técnica y artística:
Dramaturgia y dirección: Cynthia Smart
Actúan: Fabiola Bonelli, María Canale, Inés Castro Almeyra, Cecilia Cartasegna, Ignacio Miguens, Francisco Villanueva
Iluminación: Luisa Cavanagh
Fotografía: Alejandro Millán Pastori
Colaboración en dirección: Nicolás Giussani