Mirá, es polémica. Es una obra del desborde. El actor grita casi todo el tiempo, escupe, se arrastra, recita, baila. Con Carla se ponen en bolas sacudiendo tetas, piernas, culo. Recitan poesía en pito, en concha. Así no más. Se chupan, se besan, se cogen, desde los codos hasta la punta del pie.

Pero todo piola.

Estás ahí y estás incómodo. Te preguntás si el desnudo es realmente “necesario” o qué onda esta gente del off. Después, despacio, con el pasar del tiempo, de los cuerpos moviéndose como peces, aceptás y terminás bancando la chica en tetas. Si a fin de cuentas son más abultadas que las tetillas del pibe, pero iguales. Eso de que las mujeres se tengan que andar tapando y los hombres no es pura convención social, ¿no? Te reís un poco de lo pacato que resultaste ser hasta hace dos minutos. Y es “loco” eso, pero es así. Lo loco ahora parece lo de afuera, no lo que pasa en la sala. Mientras tanto, los dos en torso desnudo son por momentos un solo cuerpo, un sólo género. Neutro. Ya te acostumbraste a la imagen y estás cómodo de nuevo.

Pero todo piola.

Bancala…

“Esto recién empieza”, como dice Eddy.

Lo que sigue es la definición de irse a la mierda. Con poesía, con danza, con música, con amor, con literatura. Dos animales dispuestos a todo, libres de todo límite: de género, social, cultural, moral, ¡teatral! ¿Es teatro Todo Piola? (¿Qué es teatro?)

Un grito de guerra.

Una montaña de asociaciones, de palabras, de movimientos corporales que van armando hilo de las hilachas, lianas de las que se cuelgan estos dos bichos bonobos que vemos moverse en el escenario sin parar. Y música. De fondo, siempre Guadalupe Otheguy poniendo el contrapunto, sumando una capa de sentido más a ese desconche de tanto cuerpo y palabra.

El resto se cuenta fácil. Mariano Blatt escribió unos poemas.  Eddy García y Gustavo Tarrío tomaron uno, después algunos más. Reescribieron. Lo invitaron a un ensayo. Pum. Magia.

Todo piola.