Federico cumple 33 años y, por costumbre y obligación ritual desde la adolescencia, el festejo tiene lugar en el sagrado sótano de un local de videojuegos en stand by. Los invitados son los mismos de siempre, menos el innombrable que perdió su pase al santuario luego de que… Mejor no recordarlo.

Una mesita con cositas para picar y la bebida gaseosa naranja infaltable, dan el marco del cumple, ya que el humor del homenajeado deja mucho que desear, algo pasa y se percibe. Richard y Sofi llegaron temprano y, mientras esperan a Mauricio, los tres singulares amigos recuerdan torneos, juegan y suman trofeos a la estantería de la gloria videogamera.

Entonces, ocurre la tragedia: Mauricio cae con la novia. Quebrador de leyes universales, rebelde sin causa, el insensato hace lo intolerable y trae a su chica. Marcela, cual Moria en el vaticano Mario Brossiano, sorprende y agita los ánimos solemnes del cumpleañero y amigos. Ella será la mecha de la bomba que estallará y dejará sin vidas al grupo.

Tilt habla del paso del tiempo y de un grupo de amigos, algo o del todo nerds, que busca sobrevivir a este. El tiempo vuelve rígidas ciertas reglas que en el pasado eran sagradas y lo rígido no se dobla pero sí se rompe. Lo que hoy es importante, mañana tal vez ya no lo sea… no te cuelgues ni te tildes.