Hacer un clásico siempre tiene la presión de satisfacer las expectativas que todos tienen del original. Lo mismo pasa con las adaptaciones, que además tienen que ajustar forma y contenido para que el espectáculo final sea potable para el público local. Entendamos, además, que en este caso se trata de algo que en principio fue una obra de teatro musical, se convirtió en una película de culto y hoy llena dignamente el escenario de uno de los teatros más históricos de Buenos Aires. The Rocky Horror Show no sólo cumple con la expectativa y con el desafío de adaptar un increíble hito de la cultura pop, sino que logra hacer todo eso mientras usan tacos altos y medias de red. Chapeau.
Empecemos con ustedes, los herejes que no saben de qué estamos hablando, así los ponemos al día con el resto de los seres humanos decentes. Brad y Janet son el arquetipo de la parejita americana que se compromete, pero no prueba la fruta prohibida hasta firmar todos los papeles. Habiendo decidido casarse, estos dos tórtolos parten a ver a su antiguo profesor, el Dr. Scott, ya que se conocieron en una clase suya y quieren compartir la buena noticia con él. Lástima que en el camino se les pinche una rueda y tengan que pedir ayuda en un castillo cercano, hogar del Dr. Frank-N-Furter, un dulce Travesti de Transilvania Transexual, donde vive con Riff Raff y Magenta, sus sirvientes, y Columbia, una groupie. Este contraste delirante y desopilante es el contexto en el que se desarrolla una de las películas más icónicas de la historia del cine. Todo esto acompañado, obviamente, por una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos.
Dijo Borges (y si no lo dijo, se lo adjudicamos, total está de moda) que la traducción del verso es un arte con reglas, la primera de las cuales es que no debe intentarse. Sin embargo, y sin intención de contradecir a Jorge Luis, la adaptación de las canciones de Rocky funciona. Producto de un buen proceso de adaptación y grandes intérpretes, la obra induce a reírse donde hay que reírse y gritar “boludo” donde hay que gritar “boludo” (es literal, y gritar “boludo” a uno de los personajes en medio de función siempre fue un sueño mío, así que gracias por tanto).
Pero si traducir y adaptar un texto con rima y métrica no era suficiente desafío, quedaba también el problema de traducir algo que ni siquiera está expresado en palabras: la experiencia de ver The Rocky Horror Show. Puede que muchos no lo sepan, pero ir a una función conlleva ciertos ritos, como tirar arroz durante la boda, cubrirse con un diario durante la lluvia e insultar a los personajes principales cuando se los nombra por su nombre completo. Esa cofradía que vive cada noche en cada cine donde pasan la película logra encontrar su lugar en el teatro. Con respeto tanto a la tradición como al trabajo de los actores en escena, la fiesta que genera este clásico está presente en las butacas.
Por todo esto no podemos dejar de mencionar al responsable de la adaptación, Marcelo Kotliar, y a la mente criminal detrás de escena, el director de este delirio hermoso, Andie Say, quien a su corta edad rompe la telita de la dirección con bombos, platillos, fuegos artificiales y ovaciones de pie. No debe ser nada fácil debutar como director con una obra tan querida, tan difícil de poner en escena y con actores de tanto calibre, y debe ser aún más difícil hacerlo tan bien como lo hace este buen muchacho. Marche otro chapeau solo para él.
Y bueno, ya hablamos del concepto y de la forma. Ahora hablemos de los encargados de darle carne a esta locura. Roberto Peloni, dando cátedra de cómo se hacen las cosas sobre el escenario, lleva adelante la obra con un carisma y un talento que sólo se pueden disfrutar o envidiar. ¿Recuerdan, jóvenes, cuando les dijimos que era un genio y poníamos la mano en el fuego por él? Bueno, prendan otra hornalla porque nos queda una mano sana y redoblamos la apuesta. A este animal del musical, que parece haber nacido para hacer este papel lo acompaña Melania Lenoir, que, de tan capa, talentosa, hermosa y demás adjetivos positivos, merece ser aplaudida cada segundo que está en escena. Lo que se dice una Magenta del carajo. Y si no alcanzaba con todo esta tormenta de talento, siempre está el ensamble, firme y digno, acompañando cada momento como la obra lo pide.
Hubo expectativas y hubo con qué cumplirlas. The Rocky Horror Show es una fiesta, una celebración del original que se gana que bailemos el Time Warp en nuestras butacas y logra tener suficiente originalidad en la interpretación que no aplaudimos por portación de título sino por demostración de talento.
Ficha técnico artística
Dirección general: Andie Say
Dirección musical y vocal: Lorenzo Guggenheim
Coreografía: Alejandro Lavallen
Adaptación: Marcelo Kotliar
Actuación: Walter Bruno, Federico Coates, Mariano Condoluci, Maia Contreras, Ana De VIcentIIs, Lucas Gentili, Melania Lenoir, Facundo Magran, Roberto Peloni, Ignacio Perez Cortez, Micaela Pierani Méndez, Sofía Rangone, Julia Tozzi
Piano: Lorenzo Guggenheim
Guitarra: Mariano Cantarini
Bajo: Martín Lozano
Batería: Jorge Giorno
Teclado: Agustín Konsol
Diseño de vestuario: Javier Ponzio
Diseño de escenografía: Ana Díaz Taibo
Diseño de luces: Martín Rebello
Diseño De Sonido: Mariano Del Rosso
Stage Manager: Alan Gejtman, Gina Solor
Peinados: Marti Gadin, Adrián Llamosas
Maquillaje: Santiago Castro
Asistencia de Dirección: Laura Eslava
Asistencia Coreográfica: Antonella Campaniello
Asistencia Dirección Musical: Mariano Cantarini
Asistente de Producción: Tamara Bur, Andres Coll Areco
Fotografía: Nacho Lunadei
Diseño Gráfico: Matias Gordon
Prensa: Marcelo Boccia, Carlos Mazalin, Ariel Zappone
Marketing: Belu Maffei
Producción Ejecutiva: Nicolás Dal Farra, Estanislao Otero Valdez, Victoria Saud
TEATRO MAIPO
Teléfonos: 5352-8383
Martes 21:15 hs.