Sobre el escenario, una madre que sin ser animal aúlla como una perra en una polifónica poética de instintos, deseos y contradicciones, frente a la violencia cotidiana. Rayito de sol es el texto poético con fractura expuesta de Natalia Villamil que sangra en la gran interpretación de Leticia Torres desde la ajustada dirección de Cintia Miraglia. La metáfora florece durante todo el espectáculo sobre una puesta mínima que estimula al espectador a imaginar y completar el sentido.
Una mujer desciende de su automóvil y se aparta al costado del camino para gritar, sin que la escuche su pareja, hay un dolor físico que la aturde. En una suerte de pausa metafísica-poética, le cuenta al público estampas de su vida. Con toda la necesidad de ser escuchada, y en medio de la soledad de un escenario despojado, narra su dolor físico hasta llegar a mostrarnos los moretones de su propia alma. Se trata de una escritura potente que resalta lo cotidiano, como si la pluma de Cintia Villamil fuera una lupa que enfoca la realidad hasta visibilizar lo transparente, haciendo estallar el silencio en un sinfín de colores, frutas, flores, agua, tierra y demás objetos de la naturaleza que se funden con lo trascendente. Una poética que va de lo particular a lo universal y de lo universal a lo particular, como en una suerte de partido de ping pong.
Del otro lado, Leticia Torres recibe cada palabra con una destreza impecable. La actriz logra reunir en un solo personaje una multitud de mujeres. Dibuja en cada uno de sus gestos las pasiones, miedos, contradicciones y deseos de todas las sometidas a la violencia de un país cuyos usos y costumbres, todavía, obedecen a las reglas oxidadas de una infraestructura patriarcal. La dirección de Cintia Villamil brinda la forma para que el enorme peso de estos temas lleguen a la fluidez necesaria para ser espectáculo. Entonces en Rayito de sol hay ese respetuoso y conmovedor sentido del humor para relatar en la ficción una realidad que se cobra cada vez más víctimas. Todo desde un ajustado trabajo que acompaña la respiración propia del texto.
Entre medio, la escenografía de José Escobar consigue el misterio. De una ventana, como de una galera de magia, se irán desplegando muy pocos objetos que irán multiplicando en la imaginación del espectador interiores y exteriores de distintos hogares con sus manchas de humedad, sus cocinas, repasadores, naranjas, patios, plantas, cementos y chicos corriendo. El vestuario de Paula Molina mueve las estaciones climáticas, solo con el cambio de dos o tres prendas ya queda marcado el paso del tiempo.
Y envolviendolo todo, la música original de Daniel Quintas, ese contrapunto necesario para que cada pieza se integre logrando un espectáculo con lenguaje propio. Con todo esto, Rayito de sol se nos abre como una precisa ecografía poética del universo femenino.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Natalia Villamil
Dirección: Cintia Miraglia
Actúa: Leticia torres
Vestuario: Paula Molina
Escenografía: José Escobar
Iluminación: Sebastián Evangelista
Música Original: Daniel Quintas
Diseño Gráfico: Sebastián Villamil
Asistencia Artística: Natalia Villamil
Producción Ejecutiva: Bárbara García Di Yoryio