A imagen y de-semejanza de la diosa tecnología.
A partir de Crucero, un cortometraje con grabaciones caseras de una pareja real –Ana y Héctor- que expone sus vacaciones desde los años sesenta a los noventa, Eleonora Comelli crea este espectáculo de danza teatro que profundiza sobre la cuestiones del paso del tiempo en los cuerpos.
Laura Figuerias y Matías Echeverry interpretan a la pareja joven, Stella Maris Isoldi y Roberto Dimitrievich son Ana y Héctor treinta años después. Los cuatro conviven en un mismo espacio y tiempo, combinando todas las posibilidades de cruce entre el pasado y el futuro, creado así un presente que contiene a ambos.
Las palabras espontáneas de la filmación se vuelven a escuchar y es notable observar como se van resinificando con el contraste generado en escena, así, Comelli logra una dramaturgia propia, sin que los personajes pronuncien una sola palabra. La destreza de los intérpretes, convierte sus cuerpos en texto dramático. Oración aparte merece el trabajo de Stella Maris Isoldi que se destaca en escena. Los cuatro navegan en un oleaje de metáforas continuas con una ductilidad expresiva fabulosa con un vaivén dramático pocas veces visto.
La iluminación es de Roberto Sica quién, una vez más, hace un gran trabajo lumínico, otro tanto ocurre con el diseño sonoro a cargo de Ulises Conti, así como la bella música es original de su autoría. La escenografía es de Paula Molina, quién recrea un muro al estilo The Truman Show donde el horizonte es una pared que puede atravesarse con por una puerta. Todos los elementos se ensamblan en armonía con un gran ritmo, se trata de un trabajo arriesgado, teatro adentro, innovador, donde le permiten al espectador completar la historia que se va contando.
Esta pieza nos pone en contacto con el hecho inevitable de que somos cuerpos que envejecen hasta morir, la memoria humana está “diseñada” para recordar selectivamente, sin embargo, las nuevas tecnologías desarrollan técnicas que van en contra de esta característica natural. Uno puede verse en un abrir y cerrar de ojos cómo éramos en nuestra juventud y cómo somos en la actualidad, esto genera un impacto en las emociones difícil de explicar con la palabra.
Qué azul es ese mar ahonda en preguntas como ¿cuál es el presente?, ¿cuál es el futuro?, ¿quiénes somos?, ¿quiénes fuimos?, ¿en qué consiste recordar? Cómo nos construimos esas imágenes humanas y las que nos devuelve el espejo deformado de la tecnología. Delimitando claramente el terreno del arte y de la tecnología y reafirmando lo humano, Comelli da un paso más allá y, como el mar, nos devuelve a nuestra costa con un hecho teatral que espanta por su belleza insoportable, abrumadora, y refunda el hecho artístico en esta pieza teatral sensible, inteligente, humana.
En este universo, nada hace agua, los espectadores permanecemos a orillas de este espectáculo empapados de la pasión que salpican los artistas celebrando en el ritual, la vida misma, logrando un trabajo de alto impacto poético y por demás original.
Ficha técnico artístico
Idea y Dirección: Eleonora Comelli
Intérpretes: Roberto Dimitrievich, Matías Etcheverry, Laura Figueiras, Stella Maris Isoldi
Escenografía: Paula Molina
Iluminación: Ricardo Sica
Diseño Sonoro: Ulises Conti
Realización de video: Pablo Pintor
Música original: Ulises Conti
Prensa: Débora Lachter
Producción General: Eleonora Comelli
TEATRO DEL ABASTO
Teléfonos: 4865-0014