Con texto de Fabián Díaz, precisa dirección de Iván Moschner y una conmovedora actuación de Delfina Colombo, Pibitxs del río explora, con poética oralidad, posibles registros de un amor juvenil y las vías insulares de la burocracia que a veces desencadenan tragedias. El momento en que suceden los hechos es el del aislamiento provocado por la pandemia, cuando Javi (chaqueño de 23 años) queda separado de su novia Yani (formoseña) y la hija de ambos, Lupe, por el correntoso río Bermejo, nacido como río Grande de Tarija en las estibaciones bolivianas de Sama y que luego toma nombre argentino al ingresar por Salta, recorrer Chaco y Formosa para unirse al Paraguay y desembocar en el Paraná. La obra toma cuerpo a partir de un hecho real protagonizado por Mauro Ledesma, que a los 23 años saltó al río luego de reiteradas negativas de las autoridades para habilitarle un pase de frontera provincial que le permitiera reencontrarse con su novia y su hija en la otra orilla.
Moschner y Mirella Hoijman (diseño de espacio y vestuario) apelan a una escenografía mínima, parca, de delicadeza extrema: una línea de luz traza la orilla del río y otra la costa terrosa, un cajón de madera supone el posible malecón para atisbar el margen opuesto, unos rugidos y movimientos de manos y brazos son la moto con la que Javi va y viene, una soga la esperanza, el entrenamiento, la posibilidad de la osadía.
La luz es tenue, la escena casi oscura, como la selva o algunos laberintos de la burocracia; el sonido agrega capas de profundidad a lo que de a momentos pudiera ser un grito con el corazón en la boca.
El que se ilumina es Javi, con el relato del amor que lo atraviesa y lo dejó solo. Un estar de a dos nacido en las orillas, a ritmo de cumbia y modos de hablar desdeñosos y simples, que de a momentos pueden ser recurrentes.
Como su moto que va y viene, Javi es un motor en combustión permanente: piensa, se queja, recuerda, grita, implora, sueña el arrojo, acaso la única vía habilitada en el sentido del deseo.
El texto es un monólogo y Delfina Colombo compone a Javi, que inventa lo que pudiera haber sido el amor y la desdicha de Mauro Ledesma en ese borde de inexistencia que llamamos pandemia y que todos, menos algunos, enfrentamos recluidos.
La reunión Díaz – Moschner viene de lejos y produjo materiales teatrales estupendos, desde la incomparable Los hombres vuelven al monte (estrenada en 2014), uno de los grandes trabajos de la literatura argentina sobre Malvinas, que relata la vuelta de un combatiente al Chaco y donde Moschner actúa y Díaz dirige y escribe, a la pletórica y de sensibilidad extrema Los días de la fragilidad (2018), con magistral texto de Andrés Gallina que Díaz dirige y Moschner lleva a escena junto a Manuela Méndez.
Misionero Moschner, chaqueño Díaz, muchas topografías de las exploraciones teatrales que acometen juntos no evitan la geografía terrosa, fértil, enloquecida y desamparada de la selva, el monte y las orillas. Algo que también estuvo presente en La Yoli Mindolacio, que escribió Díaz y dirigió Manuela Méndez.
Ficha técnico artística
Autoría: Fabian Díaz
Actúan: Delfina Colombo
Vestuario: Mirella Hoijman
Iluminación: Fernando Berreta
Diseño de espacio: Mirella Hoijman
Diseño sonoro: Marina Baigorria
Edición de sonido: Pablo Elorza
Fotografía: Federico Pérez Losada
Diseño gráfico: Gabo Baigorria, Mirella Hoijman
Asistencia: Daniela Lobo
Prensa: Carolina Alfonso
Producción: Gabo Baigorria
Dirección: Ivan Moschner
Agradecimientos: Andrés Molina, Ana Clara Moltoni