Pasionaria somos todes cuando nos rompieron el corazón. Si no te pasó, sos un extraterrestre. Aunque en realidad lo digo de envidia, porque si no tuviste que atravesar el duelo del corazón partío, sos una persona muy afortunada. Es lo peor (o al menos en ese momento parece serlo). Así como una pandemia puede dejar aprendizajes, en el desamor podés “salir mejor”. El tema es ese momento en el que te dejan, en el que se van, en el que quedás en soledad con los recuerdos y ay ay ay… ese es el momento que vivís en Pasionaria, la obra protagonizada por una Flor.

“De pasión, por la semejanza que parece existir entre las diferentes partes de la flor y los atributos de la pasión de Jesucristo”, es ‘pasionaria’ según la Real Academia Española. Esa definición coincide con lo que te hace vivir la experiencia en Espacio Callejón. “Te amo más que a mi vida”, “me muero”, “¿vos sentís lo que yo siento?”, “mirá como me dejaste”, “yo te amo porque te amo”, son sólo algunas de las frases que te hacen querer frenar al personaje que fuimos y decirle: tranquila, vas a estar mejor.

Entrás a la sala y te encontrás con una casa desordenada. En seguida sabés que algo no anda bien, sobre todo en la parte del sillón y los peluches. Y ahí está ella, deshecha, entre el llanto, el desquicio, la súplica, la risa, el caretaje ante la llamada telefónica… haciendo lo que puede para lidiar con ese momento que bien conocemos todes, cuando sentís que te morís de amor. Puede sonar cursi o exagerado, sobre todo si la mirás de afuera, pero sabés que esa intensidad existe y Flor Dyszel, una de las actrices más apasionadas que vas a encontrar en la escena, lo transmite de manera tal que casi lo vivís en tu propio cuerpo.

Pasionaria es la obra escrita y dirigida por Lucía Möller que vimos dos veces: la primera hace diez años y la segunda en 2021. La primera en el Camarín de las Musas y la segunda en el Callejón. La primera vez a los veintis y la segunda a los treintis. La primera con más juventud y novedad, la segunda con más relaciones encima pero la misma certeza: las separaciones son una mierda, te encuentres del lado en que te encuentres, porque “estamos hechos de costumbre”. Y si encima no te la esperabas (o la negabas), eso que sentís cuando sucede es que se termina todo, que no hay futuro, que no queda nada.

¡Eso es mentira! Hay vida después del fin del amor y querés decírselo a la protagonista, pero aunque lo hagamos no la vamos a poder hacer sentir mejor, ni siquiera con un cuarto de helado de frutilla y crema del cielo. “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” escuchás y la ves hundida en la angustia, con distintas voces que aparecen para tranquilizarla o para hacerla explotar, interpretadas por Aníbal Gulluni. Presencia que aparece y desaparece, que toca el timbre de vez en cuando, como el chico del delivery.

A diferencia del corto de Almodóvar, La Voz Humana, basado en el clásico de Jean Cocteau y protagonizado por Tilda Swinton, donde la protagonista espera el llamado en un espacio muy amplio y con todos los chiches, Pasionaria presenta una puesta íntima: no hace falta utilizar toda la profundidad de la sala para percibir ese living de un depto de dos ambientes que podría ser cualquiera de la ciudad, con los típicos muebles y recuerdos que se vivieron de a dos, musicalizados con clásicos de Aspen Classic.

Ahora que lo pienso me encantaría ver a Flor actuar con Tilda, pero mientras tanto te propongo que veas esta pieza impecable donde vas a reírte de una buena vez de esa que fuiste aquella vez.