Los clásicos nunca mueren, pero a veces reencarnan. Cacace encara a Chejov y aplica su impronta a un autor fundamental del teatro. Cuando el contenido está sólido, la forma se divierte.
Foto/ Carlos Furman
Lo obra de Chejov siempre pulsa cerca nuestro, probablemente porque además de escribir bien, el ruso entendía perfectamente cuáles eran, y son, las cosas que interesan al espíritu del hombre, las cosas que lo aquejan, los deseos que lo mueven. Los hombres, las mujeres, el amor, el desamor, el deseo por algo que no se debe alcanzar, la muerte, todas las cuerdas fundamentales del instrumento humano suenan en esta versión de Platonov.
Un ganador de mujeres y un perdedor en otras cosas, el personaje de Platonov es una persona que, entre agobiado, aburrido y frustrado, cuestiona por qué vivimos la vida como la vivimos. Entre triángulos, cuadrados y hexágonos amorosos, los personajes se van asomando, cada uno demasiado humano, demasiado parecido a alguien que conocemos en el mundo real. La accesibilidad que logran los actores en la representación de estos seres es tan buena que es difícil no entender y empatizar con todos.
La estructura básica del texto, el esqueleto, las raíces que le dan sustento son tan fuertes que lo que nos identifica y emociona de la trama es imposible de esquivar. Cacace, por su parte, es sabio en su oficio y entiende qué cosas exponer para que, como en otros trucos de magia, la idea de que todo está al descubierto haga que el efecto sea más potente. La escenografía desnuda, simulando ser y siendo el detrás de escenas de una obra de teatro, hace que no haya nada que distraiga de la historia y los personajes que se desarrollan en el escenario.
Foto/ Carlos Furman
Lo que en la Unión Soviética se hubiera representado con abrigos de pieles, en el San Martín se pone en juego con ropa deportiva, porque lo que prima en la historia es el código compartido, no el código en sí, sino el hecho de que esté acatado por todos. Cacace acierta en desvincularse de la expectativa visual que se puede tener de una obra de Chejov y elige sacarle el foco a eso para poder concentrarse en abodar una pieza que nada tiene de superficial.
Parias plantea, en parte, la locura que todos tenemos en la cabeza, el amor, la nostalgia, la incertidumbre. Por otra parte, es la nada simple historia de estos seres que sufren y gozan con un realismo que justifica completamente por qué después de más de 100 años de que se escriba sigue siendo tan válida como el primer día. La sensibilidad infinita de Chejov para entender los engranajes que hacen funcionar lo más intimo del ser humano, sumado al talento de Cacace de exhibir esa mecánica interna hacen una obra que es tan bella como contundente.
Ficha técnico artística
Dirección: Guillermo Cacace
Dramaturgia: Guillermo Cacace, Juan Ignacio Fernández
Traducción: Alejandro González
Actuación: Horacio Acosta, Fernando Contigiani Garcia, Agustina Groba, Esteban Kukuriczka, Javier Lorenzo, Julián Marcove, Ivan Moschner, Laura Nevole, Georgina Rey, Ignacio Rodríguez De Anca, María Inés Sancerni, Marcelo Subiotto, Lorena Vega
Músicos: Francisco Casares, Patricia Casares, Eliana Liuni
Voz en Off: Daryna Butryk
Vestuario: Magda Banach
Escenogafía: Félix Padrón
Iluminación: Alberto Albelda, Aquiles Gotelli
Diseño Sonoro: Patricia Casares
Música Original: Patricia Casares
Entrenamiento Corporal: Celia Argüello Rena, Andrés Molina
Entrenamiento Vocal: Sofía Agüero
Asistencia Artística: Julián Castro
Arreglos Musicales: Francisco Casares, Patrica Casares, Eliana Liuni
Coreografía: Celia Argüello Rena, Andrés Molina
Director asistente: Julieta Abriola
TEATRO SAN MARTÍN
Av. Corrientes 1530
Teléfono: 0800-333-5254
Miércoles 20:00 hs
Jueves 20:00 hs
Viernes 20:00 hs
Sábado 20:00 hs
Domingo 19:30 hs
$ 95,00 / $ 190,00