“Esto no es clown es más… Guillermo Shakespeare”
Y es magia encarnada. Es un lienzo pleno de colores que se recrea a sí mismo en un constante devenir, henchido de gracia -en todos sus sentidos- hasta casi estallar.
Si entramos en modo catálogodeinterpretación, -el traje que al teatro le queda eternamente chico, con perdón de Monsieur Pavis-, podemos decir que los actores toman elementos del clown. También podemos decir que toman elementos del circo, de la magia, del extrañamiento brechtiano. Y si queremos llegar al súmmum de la categorización, que este divino collage se explica porque se trata de teatro posmoderno.
Ahora bien, a la hora de estar ahí sentado, lo que experimentamos es cómo estos actores se sirven de sus cuerpos, sus voces y los objetos (“…las cajitas de esta obra”) para dibujar en el aire las magníficas imágenes que nos llevarán al mundo que pensó Shakespeare, y que volvió a pensar Buendía. Si cada palabra en Shakespeare está plagada de imágenes, aquí los objetos se vuelven su eco, para narrar esta historia que es la misma pero es distinta.
Ahora, aquello que todos estaban esperando. ¿Se cuenta la historia de Othelo? Claro que sí. Se respeta perfecta su estructura. Y al mismo tiempo, se la ensarta con magníficos giros locales que derraman hilaridad. Pero además esto resulta también en una alusión a Shakespeare; como bien dice el director Chamé Buendía, “Es mentira que el teatro clásico es solemne”, y quien haya leído al dramaturgo inglés con algún detenimiento puede dar fe del humor y la irreverencia que atraviesan casi todas sus piezas.
En este caso, se trata simplemente de una forma distinta de hacerle honor: una que efectúa la traducción a nuestras formas de percepción contemporáneas. Que utiliza el humor, la ruptura de la cuarta pared y varios etcéteras para abrir los ojos, la cabeza y el pecho del espectador a la tragedia. Que se sostiene incólume a lo largo de toda la pieza en la figura de Othelo.
El código que presenta la obra incluso se permite giros metarreflexivos que, en la muerte de Desdémona por ejemplo (¿Spoiler alert? ¿De verdad?), acentúan el clímax dramático en un golpe maestro que aúna el develamiento de nuestra pasividad como espectadores y como parte de la sociedad, y a partir de una sola expresión nos deja tarea para el hogar con una profunda reflexión sobre la violencia de género.
No puede hablarse de escenografía, vestuario e incluso música como ítems independientes. Todos –perfectamente pensados- son prolongaciones de las acciones de los personajes, y funcionan maravillosamente en tanto se transforman para evocar el contexto material o simbólico de cada una de las escenas, e incluso de las relaciones entre los personajes.
Es así como los cuatro geniales actores se vuelven epicentro del fenómeno. Matías Bassi, Julieta Carrera, Hernan Franco y Martín López Carzolio hacen alarde de un exquisito manejo corporal pero además, en casi todos los casos, de un uso profundo y cabal de la palabra -de Guillermo, nada menos-. Es así como levantan al público por el aire y lo sacuden cual tela liviana, y le cuentan de cuando una obra es un viaje, que nos hace vibrar de más de una forma en un mismo instante y sentir que vale la pena estar vivos y a meced de esa experiencia.
Ficha técnico artística
Dirección: Gabriel Chame Buendia
Autoría: William Shakespeare
Adaptación: Gabriel Chame Buendia
Actuación: Matías Bassi, Gabriel Beck, Elvira Gomez, Martín López Carzolio
Vestuario: Gisela Marchetti
Escenografía: Jorge Pastorino
Diseño de luces: Jorge Pastorino
Diseño sonoro: Sebastián Furman
Fotografía: Gianni Mestichelli
Diseño gráfico: Matías Bassi
Asistencia de escenografía: Cecilia Stanovnik
Asistencia técnica: Fred Raposo
Asistencia de dirección: Justina Grande
Producción ejecutiva: Micaela Fariña
Producción: Buendia Theatre
Prensa: Ezequiel Hara Duck
Este espectáculo formó parte de los siguientes eventos: Festival de Teatro Rafaela 2013, Festival Internacional de Teatro Rosario 2014