A casi noventa años de la publicación de la novela de Virginia Woolf, podés ver en escena una reescritura de este clásico fundamental de la literatura feminista. Una puesta de Maricel Álvarez y Emilio García Wehbi en la sala Casacuberta del Teatro San Martín donde las disciplinas se mezclan y se funden para dar con un verdadero espectáculo de autor (o autores, en este caso).
Álvarez y Wehbi trabajan juntos hace veinte años y en esta oportunidad proponen, una vez más, una poética que confronta con las categorías estéticas establecidas por lo que no podemos dar una definición precisa. ¿Vemos una obra de teatro, un concierto, una perfo? No importa. Estamos, más bien, ante un proceso de formas.
Entonces el comienzo, un espectáculo al desnudo. Cuando uno entra a la sala siente algo raro. Pareciera que no están listos. Todo está expuesto, a la vista. Sobre el escenario y desde los distintos ángulos que la sala nos permite, observamos a Maricel Álvarez con el exclusivo vestuario negro creado por Martín Churba, a Horacio Marassi en calzones con la diez de la selección y al cuarteto de cuerdas de la UNTREF afinando los instrumentos. Hasta ahí todo bien, pero ya nos empieza a resultar extraño cuando vemos al técnico responsable del sonido y las proyecciones creadas por Nora Lezano también en escena y hasta el mismo director, Emilio García Wehbi, acomodando los elementos de la escenografía.
Maricel es Orlando. Un/una Orlando que, como un roble, atraviesa cinco siglos confirmando lo que no es y en la continua búsqueda de una identidad. Presenta cinco monólogos con cinco vestuarios y peinados diferentes. Hay canto y danza. El personaje le permite a la actriz demostrar todo su talento y contundencia sobre el escenario. El discurso extenso y nutrido de vocabulario no pareciera ser una dificultad para Álvarez, a quien no se le escapa ni un solo furcio y atrapa al espectador en cada palabra. Porque lo que ve y siente Orlando nos pasa a todos. Sabemos que vivimos en un mundo que queremos cambiar. Nos vemos reflejados en su curiosidad y deseo, en su pensamiento y su duda, en su querer lo que no puede lograr, en su falta de paz, en su presente lucha por la libertad.
Cada monólogo es antecedido por una narración de Wehbi que actúa de biógrafo y por la intervención de un ex poeta interpretado por Marassi. El artista retirado responde al estereotipo satírico de macho blanco heterosexual porteño de clase media entrando en los sesenta que, como no podía ser de otra manera, se pide una “zapi” en medio de la función y recibe al chico del delivery con caja y Quilmes de litro en mano pagándole sobre el escenario. A esta altura, ya no nos queda ninguna duda de que la gran obra literaria inglesa se está reinterpretando en Argentina.
Orlando, una ucronía disfórica es un espectáculo dramático, construido con la precisión de una orquesta y la calidad visual del mejor videoarte. Una puesta que exprime todas las disciplinas y recursos posibles para traer la obra maestra de Woolf a la actualidad. Un propuesta de cuestionamientos con fuerte perspectiva de género sobre el rol de la mujer en la sociedad y todos esos mandatos sociales con los que fuimos criados que nos marca a fuego la salida en forma de revolución.
Ficha técnico artística
Dirección: Emilio García Wehbi
Autoría: Emilio García Wehbi
Actuación: Maricel Alvarez, Horacio Marassi, Emilio García Wehbi
Musica en vivo: Cuarteto de Cuerdas de la UNTREF.
Diseño de Escenografía y asistencia artística: Julieta Potenze
Vestuario: Martín Churba
Diseño de iluminación: Agnese Lozupone
Diseño sonoro: Marcelo Martínez
Producción técnica: Emilia Martínez Dómina
Asistencia de dirección: Victoria Rodríguez Cuberes y Celeste Faillace
Asistencia de escenografía: Ileana Telayna
Asistencia de vestuario: Natalí Katz
Asistencia de iluminación: Verónica Lanza
Asistencia de producción: Facundo Savarino
Fotografía: Nora Lezano
Producción: Adrián Andrada