Niño en estado adulto, nieve que arde, o lo que quedó de Hamlet es un Hamlet futurista y pop, que parece haber salido de las entrañas de Máquina Hamlet de Heiner Müller. La propuesta toma motivos de la tragedia y los expande y ramifica en una fiesta familiar decadente que apunta al pastiche en la construcción. Es un festejo ya empezado, funeral y nueva boda, en una sobremesa obligada donde el tiempo se detiene hasta la fiesta final de la muerte.
Su estética parece dialogar con el cine. Es Baz Luhrmann, es Greenaway, es Almodóvar, y es también una apuesta plástica en la construcción. Hay un piano en escena, una cantante (Fernanda Zappulla) que hace ruidos o ruidos que son música. “Huelo la música, escucho los colores”, son sinestesias que salen de un Hamlet niño roto empastillado construido con profundidad y entrega por Martín Gross – uno de los impulsores del proyecto junto a su directora, Amalia Tercelán–, que enfrenta a su familia haciéndolos correr en círculo a los cinturonazos. Gertrudis (Vivan Luz Piemonte) habla un inglés fonético hiperbólico y le da a su hijo de tomar sidra de su mano. Un Laertes (Mariano Echeconea) pelirrojo y lampiño que da ganas que no se mueva de su silla, mientras come pochoclo en un tazón de cereal. La interpretación de Antonella Grosso en esta Ofelia supersónica es patéticamente conmovedora.
La llave de la propuesta parece estar en su textualidad lírico dramática, en la recursividad de los textos (“Escucho un disparo y corro”) que hace que la acción quede estallada y repartida, como un salpicado de la escoria familiar. Hamlet (Martín Gross) tiene sus momentos más bellos cuando asume imágenes que parecen salidas del terror nocturno, el insomnio y la fiebre: filmar películas con anoréxicas pagadas por su plata, el semen del padre como la constelación de un cielo estrellado, las taras en un inglés mal aprendido. “Campanas como electroshocks, gemidos, aplausos, café oscuro” en el velorio. Un Hamlet que guarda la potencia de la inacción. Una propuesta para espiar a través de una persiana americana (un gran hallazgo de puesta) estos motivos esperpénticos del drama familiar, que se licúa como la sangre después de haber tomado muchos analgésicos.
Ficha técnico artística
Autoría, Puesta en escena y Dirección: Amalia Tercelán
Idea: Martin Gross, Amalia Tercelán
Actúan: Mariano Echeconea, Martin Gross, Antonella Grosso, Vivan Luz Piemonte, Franco Planel, Fernanda Zappulla
Actuación en video: Victor Anakarato
Vestuario: Belén Parra
Escenografía: Noelia Gonzalez Svoboda
Iluminación: Verónica Alcoba
Diseño sonoro: Lucio Lucchesi
Video: Artemia Films
Música original: Fernanda Zappulla
Fotografía: Nora Lezano
Asistencia de dirección: Maria Florencia Tenaglia
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